Hajjia Razouk, de 59 años, trabajadora transfronteriza marroquí desde hace un cuarto de siglo en Ceuta, ha recibido sepultura este martes a primera hora de la tarde en el cementerio de Sidi Embarek. Lo ha hecho arropada por un grupo de fieles de la mezquita anexa y una decena de trabajadores transfronterizos, la inmensa mayoría mujeres, con las que había estrechado lazos durante la pandemia que pasó en la ciudad.
En Ceuta conoció de todo laboralmente, desde trabajar las 24 horas del día como interna contratada a media jornada hasta el nuevo régimen a jornada completa con obligación de pernoctar al otro lado de la frontera y salario mínimo interprofesional, las condiciones impuestas para dignificar la situación del colectivo tras la reapertura del Tarajal en mayo.
La mujer, oriunda de Larache y con casa en Tánger, alquiló este verano una vivienda en Castillejos junto a otra compañera para acortar todo lo posible sus desplazamientos diarios al país vecino. Una operación de vesícula que se complicó con una perforación de intestino, intervención que su familia prevé denunciar, acabó con su fallecimiento este lunes.
Sus allegados la han recordado
Hasta Sidi Embarek se ha acercado su única hija, Hayat, que reside en Suiza y había viajado a la ciudad tras conocer su precario estado de salud, así como otros familiares políticos residentes en Ceuta, pero no sus antiguos patronos, tal y como han lamentado las personas de su entorno que la han llorado junto al cementerio.
Sus allegados han recordado a la mujer, que era viuda, como una persona “muy alegre” que siempre lo había dado “todo” por sus empleadores, a los que había llegado a considerar parte de su familia.
La familia de la fallecida exploró la posibilidad de repatriar su cadáver a Marruecos, pero la previsión de no poder hacerlo hasta “el jueves o el viernes” por los trámites burocráticos a este lado de la frontera les llevó, habida cuenta de la media vida que había dedicado a la ciudad autónoma, a aceptar su sepelio en Ceuta.
Una triste historia, como tantas que se viven en Ceuta, lo peor es que por temas burocráticos tenga que ser enterrada en la Ciudad Autónoma, es similar a el cierre de fronteras, que Dios nos coja confesados.