Categorías: Sucesos y Seguridad

“Si por cortarte el cuello le piden 7 años y medio, ¿qué vale una vida?”

La madrugada del 15 de septiembre de 2012 la vida del agente de la Policía Nacional, Juan Ferrer, dio un giro radical. Las puñaladas asestadas en las cabañas Miguel de Luque por el marroquí nacionalizado suizo, Yassni Z. fueron las culpables de que ese orden que marcaba su vida se derrumbara por completo. Ferrer vive de milagro pero

sus secuelas físicas (57% de invalidez total) y psicológicas le han atrapado en un mundo marcado por la absoluta necesidad de ayuda para las labores más básicas.
A Ferrer le operaron hasta en 5 ocasiones de su mano izquierda para que pudiera recuperar cierta movilidad después de que una de las puñaladas recibida le reventara los tendondes. Un objetivo imposible. Ni siquiera puede sostener un cuchillo para cortar la comida, ni coger un vaso, ni abrocharse la camisa... las manos de su mujer son su sostén y su dependencia. ¿La moto? Olvidada. La que era una de sus pasiones ha quedado arrinconada para siempre. Nunca más podrá conducirla, como tampoco podrá llevar el traje del CNP al que sirvió años, tras arrastrar una incapacidad que hace inviable seguir prestando servicio.
Ferrer tampoco puede hacer una vida medianamente normal, con un ejercicio físico básico. Esta vez fue la puñalada recibida cerca del corazón la que le provoca un cansancio constante que le imposibilita siquiera dar sus caminatas.
La que a punto estuvo de quitarle la vida, la que le alcanzó la yugular dejándole una cicatriz en el cuello que esconde más de 90 puntos internos y otros 80 externos, le recuerda constantemente su existencia en forma de dolores a menudo insuperables.
Van ya para tres los años que Ferrer  espera una vista judicial que, confía, termine con una sentencia justa, una sentencia adecuada al daño causado. De entrada no cree que la calificación inicial elaborada por el Ministerio Fiscal, que pide 7 años y medio de cárcel para su agresor por un homicidio en tentativa, lo sea. “Estoy enojado, no creo que eso sea normal. Lo que he sufrido ha sido un intento de asesinato... que te corten casi la yugular, que te dejen medio paralítico de una mano, que te den una puñalada casi en el corazón y que le piden 7 años y medio de cárcel y poco más de 38.000 euros de multa al agresor lo encuentro ridículo y absurdo”, confiesa Ferrer, en esta entrevista mantenida con El Faro.
“Estamos viendo la televisión diariamente y ves que hay gente en la calle que por ir a una manifestación y tirar un bote de pintura a una piscina le están pidiendo los fiscales diez años de cárcel... y 300.000 euros de multa. Es que ves unas comparaciones... no sé por qué será, si por la ley mordaza o por lo que sea, pero francamente es para enojarte y ponerte nervioso la verdad”, añade.
La vida de Ferrer cambió por obligación, tuvo incluso que marcharse de Ceuta, perdió sus años de trabajo que aún le podían quedar en el Cuerpo Nacional de Policía, vive permanentemente pegado a la palabra ayuda. Ya Juan Ferrer no se basta solo, su vida siempre debe ir de la mano de su inseparable compañera, Susana.
“Nos tuvimos que ir a vivir a otro lado por el miedo que tiene mi mujer, porque ella fue la que lo vio y lo identificó claramente. Ella aún está tomando medicamentos por lo afectada que sigue. Ella fue la que me recogió a mí del suelo y la que me taponó las heridas... si no hubiera sido por ella ahora mismo estaría muerto. Psicológicamente a ella incluso le repercutió más el suceso que a mí, porque se enteró más que yo”, expresa emocionado. “El ver ahora que solo piden 7 años y medio de cárcel... la verdad... no sé, te da que pensar que si me llega a hacer menos casi la medalla hasta se la dan a él en vez de a mí. Llegas a pensar ¿cuánto vale la vida de una persona aquí en Ceuta? Si por pegarte, cortarte el cuello y estar como estás y tu familia igual, le están pidiendo 7 años y medio... ¿cuánto vale tu vida?, ¿cuánto vale la vida de un policía en la frontera?”, lamenta.
Ferrer necesita ayuda para todo tras 5 operaciones en su mano izquierda con las que nunca pudo recuperar su movilidad. Se niega a pasar por lo mismo otra vez, sabedor de que ya no podrá hacer los movimientos básicos que le podrían garantizar cierta independencia. “No puedo abrocharme la camisa, ni atarme los codornes de los zapatos... el hacer unas cuantas cosas básicas tiene que ayudarme mi mujer. Ni tan siquiera puedo coger un vaso, incluso coger el tenedor para comer... es que no puedo. El cambio ha sido radical en mi vida. Yo he sido motero toda mi vida, ahora es imposible que pueda coger la moto, no puedo ni apretar el embrague. Pero ya no solo ha sido un cambio radical en mi vida, ha sido también para la vida de mi mujer, se la han cambiado por completo... Yo es que no sé con todo esto que nos ha pasado cómo la Fiscalía pide 7 años y medio, cuando este señor, por llamarlo de alguna manera, lo que ha hecho es hundir una familia”, explica indignado.
“Que tú vayas como policías a defender a alguien porque están robando en su bar, le des el ‘Alto policía’, y que te saque unos cuchillos, te acuchille por todos los lados y que al cabo de 28 meses que vamos ya, que está tardando el juicio, te digan que solo le van a meter 7 años y medio de cárcel... la verdad es que parece que se estén riendo de ti. ¿A qué policía le pueden pedir un servicio completo en la calle, cuando sabe que su vida no vale más de 3 años de cárcel al detenido y 30.000 euros? Es que piensas en mis compañeros que están en la calle haciendo servicio, en las aduanas, en el Tarajal... donde sea... es que les pueden apedrear, les pueden hacer mil cosas... con qué amor propio van a salir a trabajar a la calle. Ahora mismo con lo que está pasando aquí en Ceuta, con el yihadismo, a ver qué ardor guerrero pueden tener esos hombres en su oficio si sabe que su vida no vale nada y sabe que lo único que puede dejar detrás es una mujer viuda y unos hijos... ¿para que le den una medalla? De nosotros solo se acuerdan cuando vienen elecciones nada más”, añade.
Ferrer y su mujer intentan pasar el día a día haciéndose a una nueva vida impuesta. Una nueva vida que nunca buscaron ni desearon pero que torció sus caminos. Agradecen la ayuda que siempre han tenido del SUP, “que nos ha prestado siempre un apoyo total”, pero lamentan no haber tenido ninguna otra. La Dirección General de la Policía hizo los papeles correspondientes que debían hacerse, teniéndole hasta este mismo mes percibiendo un sueldo mínimo con el que “como hemos podido” han salido hacia adelante, hasta recibir una paga que ni tan siquiera es la que le hubiera correspondido de haber terminado su vida laboral a su tiempo.
Para Ferrer la Policía era su vida, le encantaba su trabajo, de hecho hoy hubiera seguido vinculado al Cuerpo. “Por eso te enojas al ver estos temas, porque te sientes impotente.Nuestra vida ya no es la misma. Hay noches que me levanto sudando porque revivo lo que pasó, recuerdo esos momentos. Ando 500 metros y ya me estoy ahogando cuando yo siempre he sido un hombre de gimnasio pero ya no puedo, me agoto... si voy a veces a tirar la basura y ya me cuesta”, lamenta.

 

“Pedimos una condena justa”

“No estoy pidiendo que lo metan en la cárcel de por vida ni mucho menos, ni pena de muerte o cadena perpetua. Pero esta persona me intentó matar y sí que pido una pena mayor, no 7 años y medio”, expone Ferrer, que muestra así su contrariedad por una calificación, la del Ministerio Fiscal, que considera no se ajusta al sufrimiento padecido tanto por él como por su esposa. “Al menos que esa pena no sea un efecto llamada... es que parece eso... parece que se les dice a los delincuentes ‘oye que podéis matar a los policías que queráis porque aquí no va a pasar nada”, denuncia en esta entrevista. A la petición ya conocida del Ministerio Fiscal se sumará la que presente la Acusación Particular, a espera de que la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta fije la apertura de juicio oral, algo que aún tardará. “Con lo que se pide nos vemos impotentes, ante unas leyes tan absurdas... que dices... en qué país vivimos. Te estás jugando la vida y has salvado las de tres mujeres... y pasa ésto. Porque él puede decir que iba a robar el bar, pero no iba a eso, porque él iba a agredir, me iba a atacar por la espalda. Fueron 7 litros y medio de sangre los que me dieron... que es que me cambiaron la sangre por completo del cuerpo. Te encuentras impotente la verdad con todo esto... que es que no te has caído y te has roto una pierna... o te han dado cuatro puñetazos... es que te han querido matar... Yo confío en que salga el juicio y que haya una condena justa, normal, que pague lo que ha hecho, que podamos pasar página de una vez y terminar con todo esto”.

La agresión se produjo en la noche del 15 de septiembre de 2012 en el interior del complejo rural Miguel de Luque en donde vivía el agente y en donde, desde hacía unos días, estaba hospedado quien terminó siendo su agresor. Desde los hechos, se encuentra en prisión preventiva después de que la Audiencia prorrogara su detención el año pasado

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