Si hoy es martes, esto es Bélgica

Efectivamente, amable lector, ni hoy es martes ni esto es Bélgica. He tomado prestado el título de una clásica película del año 1969. Pero de todas formas voy a aprovechar el título para darme una vuelta por ese país tan extraño llamado Bélgica. Ya saben, dos comunidades, flamenca y francófona, y una muy notable comunidad de inmigrantes marroquíes y turcos. A este respecto, en las elecciones municipales en Bruselas, la capital, el 14 de octubre pasado dos candidatos islámicos por el partido ‘Islam Party’, Lhoucine Aït Jeddig y Redouane Ahrouch, consiguieron sendas actas por dos municipios fuertemente islamizados, Molenbeek y Anderlecht, respectivamente. Las declaraciones que hicieron ambos después de las elecciones no tienen desperdicio. En una conferencia dada el 25 de ese mes, ambos consideraron su elección como la llave para la afirmación de la comunidad musulmana en Bélgica. Ahrouch dijo que “Islam es compatible con las leyes de los belgas”, pero más adelante manifestó que rehúsa dar la mano o tener contacto visual con mujeres en público. En un vídeo de una hora colgado en Youtube, el tal Ahrouch manifestó que se esforzará por que las mociones que se legislen en el ayuntamiento se ajusten al islam. El llamado AÏt Jeddig dijo que el islam preparó el terreno para la “aparición de la civilización europea” (no hizo alusión alguna a las raíces judeo-cristiana o greco-romana). Asimismo insistió en que el islam es compatible con la libertad y la democracia. El ‘Islam Party’ hizo campaña durante las elecciones municipales sobre tres cuestiones primordiales: que la comida ‘halal’ sea servida en las cafeterías de las escuelas públicas, reconocimiento oficial de  fiestas islámicas y apoyar una ley para  legalizar el ‘hiyab’ en espacios públicos. En fin, el citado Ahrouch dice que su objetivo es crear un estado islámico en Bélgica basado en la ‘sharia’. En declaraciones a la TV francófona belga, Ahrouch insistió en que quieren sensibilizar a la gente y hacerles entender las ventajas de tener un pueblo islamizado y leyes islámicas y entonces “será completamente natural tener leyes islámicas y se convertirá Bélgica en un estado islámico”. Y que eso puede llevar algún tiempo, “décadas o cien años, pero el movimiento ha comenzado”.
El 70% de los musulmanes de Bruselas es de Marruecos y el 20% de Turquía. El 10% restante viene de Albania, Egipto, Pakistán y Norte de África. La comunidad islámica continúa creciendo debido a las tasas elevadas de nacimientos y a que más del 60% de marroquíes y turcos buscan la pareja en sus países de origen. Como en otros países europeos, la población islámica de Bélgica es joven. Casi el 35% de marroquíes y turcos del país está por debajo de los 18 años, comparado con el 18% de los nativos. Respecto a este crecimiento de la población islámica, la ‘ZDF German TV’ reveló, en abril de este año, que el crecimiento de la población islámica ha venido acompañado por un incremento de delitos, que ha hecho de Bruselas una de las capitales más peligrosas de Europa. La cadena de TV dice que en Anderlecht y Molenbeek “la policía ha perdido el control”.
En Molenbeek, con un 25% de islámicos, la creciente inseguridad está forzando a multinacionales a dejar el municipio. Así, por ejemplo, la ‘American Advertising Agency BBDO’ abandonó Molenbeek después de contabilizar más de 150 agresiones a su personal por los jóvenes de la localidad. En una carta abierta al alcalde, Philippe Moureaux, BBDO escribe que jóvenes les roban las bolsas, les rompen los cristales de los coches, los acorralan e incluso amenazan a punta de pistola al personal de la empresa. BBDO acusó al alcalde socialista  Moureaux de no hacer nada debido a lo políticamente correcto de sus ideas multiculturales. Como consecuencia del aumento de la inmigración islámica ha devenido un creciente antisemitismo, según un estudio titulado “Joven en Bruselas”, producido por “Youth Research Platform”. Uno de los autores de este estudio, Mark Elchardus, declaró al periódico ‘De Morgan’ que “es alarmante que la mitad de los estudiantes islámicos es antisemítica, y que este antisemitismo no se debe tanto a un nivel educacional o económico bajos, sino, en su opinión, es debido a inspiración teológica”, lo que le ha valido un pleito interpuesto por una asociación islámica. Sin embargo, las leyes belgas, por lo visto, no evitan que los islámicos recurrieran al antisemitismo y antisionismo durante las elecciones de octubre. Yves Goldstein, candidato por el partido Socialista, fue señalado por activistas turcos como “un activo sionista y enemigo del islam”, y un partido político de inspiración marroquí llamado ‘Equality Party’ distribuyó  correos electrónicos diciendo que votar por Yves Goldstein era como “apuñalar a los palestinos por la espalda”.  A esto se añade que existe una  Plataforma de ‘Equality Party’ que quiere que se saque a Hamas de la lista de grupos terroristas del gobierno belga.
Como siempre, el islam inmigrado se arroga el prurito de sentar las bases del juego democrático a su gusto, caso contrario, rompe la baraja y amenaza. Se ve meridianamente claro que de lo que se trata es de cambiar y/o moldear los países europeos al antojo del islam inmigrado. No se trata de racismo, el problema de los europeos es la paulatina implantación de una cultura y una religión extranjeras en una ciudad tras otra. Tan simple como eso. Como habrá visto, amable lector, ni es martes ni esto es Bélgica, pero ese país tan raro, y no sólo él, está en proceso de islamización. Uno más en donde el islam inmigrado ha puesto sus miras. (Información obtenida de Soeren Kern, en la web, en inglés, “Gatestone Institute”).