La Ciudad Autónoma ha completado esta semana el traslado a los módulos prefabricados ubicados en su planta baja de sesenta menores extranjeros no acompañados (MENA) acogidos en ‘La Esperanza’. En el inmueble del albergue permanecen otros 249 jóvenes marroquíes, con lo que el total de albergados en el saturado Centro de Realojo Temporal para Colectivos Vulnerables que gestiona la Administración local se eleva a 309.
A esa cifra hay que sumar los once MENA que actualmente están en el Centro de Reforma de Punta Blanca y las cuarenta chicas acogidas en el ‘Mediterráneo’ (para féminas y los niños de más corta edad), un total de 360 menores tutelados que supone un récord histórico pese a que no incluye la población infanto-juvenil flotante que sobrevive en las calles y que rechaza la asistencia de la Administración.
Fuentes del Área de Menores han explicado que los chicos derivados a los ‘iglús’ que gestiona la empresa sevillana SAMU pertenecen al colectivo adscrito a la denominada ‘primera acogida’, que llegó a la ciudad alrededor de septiembre y que ya está estabilizado bajo atención de la Ciudad. Por otro lado están los menores del programa ‘residencial’, más consolidados todavía en la tutela de la Administración, y por otro la ‘atención inmediata’, a la que se adscribe a los jóvenes recién llegados o que entran y salen del programa de asistencia y acogida.
Durante un plazo de aproximadamente tres meses, el personal de SAMU se encargará de elaborar los informes sociales, gestionar la tarjeta sanitaria y el inicio de la escolarización de esos menores, así como de la tramitación de otra documentación relacionada también con su tutela.
La Ciudad recurrió a SAMU y a sus módulos prefabricados, avalados en otros contextos por organizaciones com ACNUR, al llegar ‘La Esperanza’ a “una situación de saturación absoluta” provocada por “la fuerte presión migratoria” y la próxima ejecución de la reforma de la segunda y tercera de la planta del edificio para subsanar “importantes filtraciones de agua en los cuartos de baño que afectan a su habitabilidad, limitando con ello las zonas de uso de la instalación y provocando el hacinamiento de los menores en las zonas disponibles”.
En cada módulo residencial tienen cabida un total de seis menores
Con la contratación de SAMU se busca atender “el inexcusable deber de prestar la debida atención a todos los menores que están llegando a Ceuta en condiciones dignas, salvaguardando sus derechos y garantizando su seguridad desde el mismo momento de su entrada, con independencia del número en el que lo hagan”.
Esas fueron las razones que justificaron la necesidad de la tramitación por el procedimiento de emergencia de un contrato “para la puesta en marcha de nuevos dispositivos de atención inmediata que sirvan para complementar a los centros de protección, mediante el que se llevará a cabo la acogida, alojamiento, atención a las necesidades básicas, atención socio-educativa y traslados de los menores extranjeros no acompañados derivados por la Entidad Pública”.
Según las fuentes consultadas por este periódico que trabajan directamente con los MENA, los ‘iglús’ están cumpliendo las expectativas “e incluso algunos menores piden ser trasladados a ellos”. En cada uno de los residenciales tienen cabida seis chicos y aparte se han instalado otros de uso común con baños, duchas, etcétera.
El Área de Menores tramitó por la vía de emergencia la contratación del servicio de apoyo que presta SAMU y en paralelo comenzó a tramitar por urgencia un concurso que, en tres lotes de veinte menores cada uno, licitará un servicio integral de acogida de jóvenes en la ciudad autónoma o la península por unos 70 euros por persona y día.
Si nada falla la Administración calcula que los módulos prefabricados podrán desmontarse en un plazo de entre 4 y 5 meses, en primavera.
Desde el año 2016 el incremento de ingresos ha sido “notable” en los Centros de Menores de la Ciudad. El número de ingresos en 2017 fue de 802 pero solo durante los diez primeros meses de 2018 se produjo un total de 1.251 ingresos, superando “con creces” la capacidad de las instalaciones propias, que quedaron “al límite de poder continuar garantizando la seguridad y la salud de los menores atendidos y de los profesionales que los atienden”.
Recurrir a los ‘iglús’ fue necesario por la “sobreocupación” de ‘La Esperanza’, que “imposibilita una atención adecuada a los menores, daña gravemente la convivencia entre ellos y da problemas de seguridad, tanto para estos como para los profesionales, que se encuentran desbordados y con escasas posibilidades de prestarles atención y cuidados que precisan en unos momentos tan delicados como la llegada y la recepción de los menores”. presupuesto Apoyo del Estado La Ciudad ha utilizado para este proyecto parte del millón y pico de euros transferido por el Estado de forma extraordinaria a Ceuta para los MENA.
El Gobierno de Ceuta cree que la presión migratoria de Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) sobre la ciudad se ha agravado “de manera preocupante” debido a “las circunstancias que se están produciendo en estos momentos en que países que tradicionalmente eran receptores de inmigración procedente de África y que han cerrado sus fronteras o impuesto fuertes restricciones a recibir más inmigrantes”. También a “las nuevas medidas tomadas por el Gobierno de Marruecos como el servicio militar, que está contribuyendo al éxodo de muchos jóvenes”. “Por todo ello, cabe esperar un repunte significativo en el número ya de por sí elevado, de llegadas, como ha indicado FRONTEX”, alertan informes de la Consejería de Sanidad. Para el Área de Menores “entre las causas que provocan esta migración existen varias que merecen el calificativo de catástrofe” y “a ello se une el grave peligro que supondría la no atención de estas personas en un triple sentido; de entrada, en relación con la vida misma de los migrantes; para la convivencia y paz social; y para con el sistema de derechos y libertades que caracterizan el Estado Social que declara la Constitución Española.
La presión migratoria de los Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) no se reduce, según distintos especialistas, porque el control de acceso a la ciudad por la frontera, competencia de la Delegación, no es efectivo y porque, una vez en la ciudad, los jóvenes consiguen su objetivo último, llegar al otro lado del Estrecho, aunque sea jugándose la vida. Según fuentes que trabajan directamente con los niños de la calle de las escolleras, solo durante el pasado mes de noviembre se calcula que doce completaron con éxito ese propósito. También se ha detectado que, con la llegada del frío, algunos han regresado a Marruecos y otros lo hacen algunos días para posteriormente volver a entrar en la ciudad para intentar colarse hacia Algeciras.
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