Denunciábamos esta semana la cantidad de pequeños vertederos que sigue habiendo en nuestros montes. Y aludíamos a la cantidad de toneladas de residuos y escombros que son recogidos por la Ciudad. A pesar de ello la problemática continúa. Septem Nostra solicita que haya más agentes encargados, precisamente, de evitar estos vertidos ya que la aplicación de las sanciones parece que se presenta como única manera de erradicar unas prácticas demasiado comunes. A los ecologistas se les ha olvidado preguntar de dónde van a salir esos controladores, porque en el anuncio de reestructuración policial hecho por la consejera Bel nada se ha dicho de recuperar las famosas patrullas ecológicas ni de volver a poner en servicio aquellos míticos coches de franjas verdes que, dijeron, iban a servir para frenar los atentados medioambientales. Denuncia la asociación que existe una vinculación clara entre las obras ilegales y las vespitas que se dedican a abandonar escombros en los montes. Pone así en primer plano dos asuntos sobre los que urge un control que en estos momentos es inexistente. La aplicación de sanciones es tardía y mientras se acumulan los expedientes hechos por la Policía Local sobre obras ilegales se ralentizan las multas contra los responsables de estas construcciones. Septem Nostra da en el clavo y presume de esa vinculación lo que hace que sea aún más grave la ausencia de mecanismos adecuados para perseguir con mayor fuerza a quienes están provocando un atentado medioambiental que tiene como víctimas a todos nosotros y a las generaciones posteriores.
Quizá, afectada por la alegría de anunciar una reestructuración policial falsa (porque no se va a producir cambio alguno más allá de vender titulares promocionales) a Bel se le haya olvidado lo de las patrullas ecológicas que servirían de enlace a un Seprona que tiene mucho trabajo por delante como para dormirse en los laureles. Cuando se sosiegue quizás nos anuncie una medida que beneficiará a toda la ciudad.