La asociación Ecologista Septem Nostra ha vuelto a exigir la aplicación del mapa de ruido, tras un nuevo recrudecimiento del problema de contaminación acústica que viene sufriendo la ciudad desde hace años. Ese sería un primer paso, pero no el único, porque con posterioridad sería necesario acometer el problema delimitando las zonas donde se produce un mayor porcentaje de decibelios. “El centro es una zona muy saturada, residencial, comercial y de ocio y eso genera que haya que intentar conjugar los derechos de los ciudadanos con los intereses del que tenga un negocio con terraza. Tiene que haber un equilibrio y el límite está en el momento en que no afecte los derechos fundamentales”, apunta el presidente de la asociación, José Manuel Pérez Rivera.
Por tanto, el Derecho a la salud, recogido en el artículo 43 de la Constitución o al Medio Ambiente en el 45, junto al Derecho a la intimidad individual y familiar se ven limitados por este grave problema de contaminación acústica. Es por ello que Pérez Rivera insta a, no sólo aplicar el mapa del ruido “que está sin aprobar”, sino iniciar unos planes de acción que solventen esta situación. “En el PGOU es fundamental ver cómo deben compatibilizarse ciertos usos en algunas zonas, pero lo que no podemos convertir es el centro de Ceuta en una zona de ocio”.
A tenor de la denuncia de varios ciudadanos afectados por el ruido, la Ciudad se vio obligada a modificar la Ordenanza del ruido, aunque Pérez Rivera considera que dicha normativa no se está cumpliendo y que el Gobierno local pretende volver a “una situación insostenible”.
La Ciudad se encuentra en una tesitura en la que, por un lado debe aplicar la normativa del ruido pero que, no obstante “no la está aplicando porque no tiene clara su postura a la hora de marcar las acciones en temas como el de las terrazas”.
A juicio del presidente de Septem Nostra, la Administración ha caído en una “dejación de funciones y por eso se ha agravado la situación, se han visto obligados a cambiar la ordenanza y establecer unas normas para aprobarla”.
Pérez Rivera se hace eco de las quejas de los hosteleros que consideran que existe una “falta de seriedad en el procedimiento administrativo para aprobar la normativa y la solicitud de las terrazas”.
El ruido tiene un efecto muy pernicioso sobre la salud física y psíquica de las personas
El ruido tiene un efecto muy pernicioso sobre la salud física y psíquica, “algo que está comprobado y por eso hay normativas europeas, nacionales y locales para intentar minimizar este problema”, apunta Pérez Rivera.
Las consecuencias psíquicas pueden llevar a trastornos del sueño o incluso a problemas de depresión. “Aquí se están violando los derechos de los ciudadanos porque les afecta su salud y bienestar, e incluso afecta a su derecho a la intimidad cuando estás en tu hogar y entra un ruido. Por ello, la Administración debe responsabilizarse para defender los derechos y hacer cumplir las leyes”.
La Administración, considera el ecologista, “está a veces presionada por esos intereses particulares. Pero entonces ¿quien defiende los derechos de los afectados?”.
Algunos ciudadanos han acudido reiteradas veces a los tribunales “y le han dado la razón y gracias a ello, la Ciudad tuvo que modificar la ordenanza de ruidos y de terrazas”, recuerda Pérez Rivera.