Septem Nostra recuerda que los olores en la EDAR podían haberse evitado

Lo manifestaron en las alegaciones hace ya ocho años. Hoy explican que no cumplir con la ley puede conllevar a su derribo Dicen que a la que fue flor algo le queda de olor. Pues lo mismo puede decirse de las aguas residuales. Por mucho tratamiento que se haga de ellas en la nueva estación depuradora sigue oliendo y dependiendo de como sople el viento lo hace con mayor o menor intensidad. Eso es lo que continúan denunciando los ciudadanos pese a explicarse desde Acuasur que los olores son normales y no puede considerarse que exista un problema al respecto. Los ciudadanos creen que sí es problemático tener que sufrir esos hedores cada vez que se pasa cerca de la zona, una de las más habituales y a las  que más se recurren en el tiempo de ocio de los habitantes de Ceuta.
Septem Nostra lo advirtió hace ya ocho años cuando presentaron las alegaciones a la EDAR, debiendo trasladarse a Málaga “pues en Ceuta ni siquiera expusieron el proyecto”, recuerda el presidente de la entidad, José Manuel Pérez Rivera. Apunta que entonces expusieron la necesidad de instalar un sistema que evitara los malos olores si había sistema que lo impidiera. “Existen sistemas tecnológicamente avanzados y más caros en su mantenimiento, ya que al tener los estanques cerrados hay que inyectarle oxígeno de manera artificial”, explica Septem Nostra.
En su día advirtieron que esto podría pasar y que las medidas previstas para evitar el mal olor eran las rutinarias que se empleaban en todas las EDAR, a pesar de la cercanía de viviendas, restaurantes y barrios a menos de dos mil metros de distancia.
El grupo ecologista asegura que “el problema es mucho más grave de lo que parece y está relacionado con el mismo impedimento legal en el que se han basado para negar la autorización para la instalación de la planta de biodiesel: el reglamento de actividades molestas, insalubres y nocivas que impide la localización de este tipo de plantas a una distinta inferior a 2.000 metros”. Algo a lo que Pérez Rivera se refiere recordando que “existen incluso sentencias judiciales, de las que también hablamos en nuestras alegaciones, obligando a desmantelar una EDAR por no haber respetado esta distancia”.
La necesidad de contar con una EDAR es evidente y el grupo recuerda que “nosotros somos los primeros que apostamos por la necesidad de construirla, pero se tenía que haber atendido nuestra demanda, hecha en tiempo y forma, para que se apostara por un sistema que garantizara que no se van a provocar olores y otro tipo de molestias, como presencia de insectos”. De momento es lo que hay: los vecinos lamentan la situación que aseguran es real, los ecologistas advirtieron que pasaría y la empresa constructora de la estación, recuerda que aún no se está a pleno rendimiento y que no existen problemas de malos olores. Los olores están y el problema también. Dicen que a la que fue flor algo le queda de olor. Pues lo mismo puede decirse de las aguas residuales. Por mucho tratamiento que se haga de ellas en la nueva estación depuradora sigue oliendo y dependiendo de como sople el viento lo hace con mayor o menor intensidad. Eso es lo que continúan denunciando los ciudadanos pese a explicarse desde Acuasur que los olores son normales y no puede considerarse que exista un problema al respecto. Los ciudadanos creen que sí es problemático tener que sufrir esos hedores cada vez que se pasa cerca de la zona, una de las más habituales y a las  que más se recurren en el tiempo de ocio de los habitantes de Ceuta.
Septem Nostra lo advirtió hace ya ocho años cuando presentaron las alegaciones a la EDAR, debiendo trasladarse a Málaga “pues en Ceuta ni siquiera expusieron el proyecto”, recuerda el presidente de la entidad, José Manuel Pérez Rivera. Apunta que entonces expusieron la necesidad de instalar un sistema que evitara los malos olores si había sistema que lo impidiera. “Existen sistemas tecnológicamente avanzados y más caros en su mantenimiento, ya que al tener los estanques cerrados hay que inyectarle oxígeno de manera artificial”, explica Septem Nostra.
En su día advirtieron que esto podría pasar y que las medidas previstas para evitar el mal olor eran las rutinarias que se empleaban en todas las EDAR, a pesar de la cercanía de viviendas, restaurantes y barrios a menos de dos mil metros de distancia.
El grupo ecologista asegura que “el problema es mucho más grave de lo que parece y está relacionado con el mismo impedimento legal en el que se han basado para negar la autorización para la instalación de la planta de biodiesel: el reglamento de actividades molestas, insalubres y nocivas que impide la localización de este tipo de plantas a una distinta inferior a 2.000 metros”. Algo a lo que Pérez Rivera se refiere recordando que “existen incluso sentencias judiciales, de las que también hablamos en nuestras alegaciones, obligando a desmantelar una EDAR por no haber respetado esta distancia”.
La necesidad de contar con una EDAR es evidente y el grupo recuerda que “nosotros somos los primeros que apostamos por la necesidad de construirla, pero se tenía que haber atendido nuestra demanda, hecha en tiempo y forma, para que se apostara por un sistema que garantizara que no se van a provocar olores y otro tipo de molestias, como presencia de insectos”. De momento es lo que hay: los vecinos lamentan la situación que aseguran es real, los ecologistas advirtieron que pasaría y la empresa constructora de la estación, recuerda que aún no se está a pleno rendimiento y que no existen problemas de malos olores. Los olores están y el problema también. ALEGACIONES Técnicas más avanzadas
Fue hace ya ocho años cuando Septem Nostra temía que los malos olores pudieran suponer un problema y alertaban sobre ello solicitando en las alegaciones al proyecto que se contemplaran medidas medidas para evitarlos utilizando las técnicas mas avanzadas, como por ejemplo, el ‘Sistema LINDOX’. Explicaban entonces que la ubicación de la EDAR de Ceuta, a pesar de incumplir la distancia, no parecía del todo desacertada “teniendo en cuenta la especiales condiciones geográficas de nuestra ciudad, su limitación espacial y los impactos medioambientales que pudiera provocar su ubicación en otro lugar del litoral”. Explicaban además que el problema de los olores y las molestias de insectos se podría solucionar con la sustitución de sistema general de tratamiento propuesto (convencional de fangos), por la aplicación técnica del procesos biológicos especiales para la depuración eficiente y económica de aguas residuales, como los procesos LINDOX y LIRIPOR-N (patente de Linde). LINDOX es un proceso de fangos activos mediante la aireación  por oxígeno en el cual se emplean biorreactores cerrados. Este sistema se aplica hoy en día en 300 plantas repartidas por todo el mundo, entre ellas la de los Los Ángeles (EE.UU), la más grande del mundo, o la depuradora nº 2 de Nuremberg (Alemania), instalada en pleno centro de una zona residencial sin provocar ningún tipo de perjuicio a los habitantes de la zona.

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