Septem Nostra insta a recuperar el patrimonio y darle un uso adecuado

La asociación ecologista Septem Nostra ha hecho un llamamiento a la Ciudad a fin de desarrollar un plan de gestión de Bienes Culturales en el que, con la intervención de las partes implicadas, establezca como objetivo la recuperación del patrimonio local.

Este plan no se quedaría simplemente en su reforma, sino que el proyecto debería plantear una serie de usos para dichos edificios. “Se trata de plantear objetivos, estrategias y los recursos mínimos necesarios que garanticen su reforma. Pero después hay que establecer un uso acorde a sus posibilidades, no restaurarlo y dejarlo cerrado”, asevera el presidente de la entidad, José Manuel Pérez Rivera. Ejemplo de ello son la Sirena de Punta Almina, cuya restauración supuso 600.000 euros y permanece clausurado desde hace dos años, o los Baños Árabes que, actualmente, no se puede visitar. Para la entidad es fundamental poner en marcha un plan de estas características en evitación del “trabajo improvisado y de la desatención que la Ciudad le presta al patrimonio”. Pérez Rivera lamenta la pérdida de una inmensa parte del rico patrimonio con el que podría contar la ciudad, dadas las numerosas civilizaciones que se han asentado en Ceuta desde la prehistoria. “Hasta que no surge la conciencia por conservar este patrimonio, desparece gran parte del mismo”. En los años 80, figuras tan conocidas como Carlos Posac, que recorre las zonas en construcción para recuperar restos arqueológico antes de su pérdida, o de Juan Bravo que hace lo propio con los yacimientos submarinos, fueron clave para salvar numerosos vestigios de nuestro pasado. Sin embargo, Pérez Rivera recuerda que, en los años 70, con la construcción de la Gran Via “se pierde gran parte de la ciudad antigua y no es hasta los años 90 cuando se toma conciencia y el Instituto de Estudios Ceutíes denuncia el abandono de edificios”. Con la Ley de Patrimonio Histórico de 1995 y el Decreto de Castillos de 1949, el resto de murallas locales son consideradas BIC (Bien de Interés Cultural), catalogándose cinco fortificaciones: Murallas Reales; Restos del Foso do conjunto histórico de las Murallas; Foso de la Almina; Las Murallas Meriníes, y dos conjuntos en el Hacho: la fortificación de las Murallas y la fortaleza como conjunto independiente. Pérez Rivera recuerda que hay numerosos inmuebles que están en una “situación dantesca”, como son los fuertes del Sarchal, del Quemadero o de Punta Almina, el garitón de Santa Catalina, o la muralla del norte del Hacho. Inmuebles civiles En el caso de los inmuebles de carácter civil, el caso es similar. No existe una normativa restrictiva para la defensa de muchos de estos edificios que, pese a su gran valor histórico, terminan siendo derribados “por la especulación inmobiliaria”, apunta Pérez Rivera. “Hay que acotar el derribo de edificios porque la Administración tampoco protege el patrimonio y hay muchas vaguedades entre lo que se puede tirar y lo que no”, añade. El presidente de Septem Nostra alude a “incongruencias” en el catálogo de edificios que recoge el PGOU, además de recordar “todo lo que se ha perdido y en tan poco tiempo”. Asimimo hace un llamamiento a la sociedad civil para que “pregunte a los políticos y se implique en evitar que se siga perdiendo nuestro patrimonio civil”. Finalmente, Pérez Rivera insiste en que, la laxitud de la Administración en estas cuestiones, también se hace evidente en la escasez de personal que debe dedicarse a estas cuestiones. Únicamente existe un arqueólogo en la plantilla de la Ciudad y ningún restaurador.

“Defensa debe preservar estos restos”

Casi el 90% del patrimonio de nuestra ciudad son restos de fortificaciones y de antiguos fuertes y castillos de la primera mitad del siglo XVIII, que están catalogados como BIC. “En los años 50 muchos de estos fuertes son abandonados y se les deja de dar uso. Son propiedad militar y el Ministerio de Defensa debería hacer algo por preservar estos restos”. Es, por tanto, responsabilidad de Defensa, poner en marcha un programa de recuperación de estos inmuebles para, posteriormente, dotarlo de un uso en base a sus posibilidades. “Para ello, se tendría que plantear la posibilidad de firmar un convenio de colaboración entre Defensa y el Ministerio de Educación y Cultura”. Dicho convenio debería realizar el debido inventariado y catalogación de cada uno de los BIC existentes en nuestra ciudad, así como determinar una estrategia encaminada a “evitar que ocurran cosas como con el castillo de San Amaro”.