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La asociación ecologista lo tacha como un gran descubrimiento para el valor patrimonial de la ciudad y apela al Gobierno a su conservación
El geólogo Francisco Pereila junto con el arqueólogo José Manuel Pérez Rivera de la asociación ecologista Septem Nostra y el director del Museo del Mar, Óscar Ocaña presentaron ayer en el Museo del Mar ante los medios el último gran descubrimiento a nivel geológico en nuestra ciudad que llegó por casualidad hace unos dos años. Se trata de cuatro galerías de metal ubicadas en el Monte Hacho de las cuales no se tenía testimonio hasta ahora. “No constan en el mapa geológico de la ciudad, aunque en un libro histórico ya se habla de minas de cobre en la zona del Sarchal”, han subrayado desde la asociación ecologista.
Formadas por metal, y en abundancia de pirita y calcopirita se desconoce el resto de componentes minerales que ya han sido enviados para su análisis. Desde la asociación han señalado que “sí saben lo que no existe en esa zona” y son los carbonatos.
El descubrimiento llegó con uno de los trabajos de campo que los geólogos de la asociación estaban desarrollando en las cercanías de la playa del Sarchal cuando se dio con la primera de ellas. A raíz de ahí comenzaron las investigaciones en el terreno y a nivel bibliográfico geológico y fueron hallando las tres siguientes minas que se extienden desde la playa del Sarchal hasta el Castillo del Desnarigado. Cuando se halló el primer horno los geólogos comenzaron a investigar cuáles podrían ser los yacimientos de hierro existentes en las proximidades de esta galería. “Hay bibliografía que documenta la existencia de minas de metales en las zonas próximas al Hacho y San Amaro así como en las cercanías de Marruecos, en la parte de Castillejos y la Mujer Muerta, que están compuestas por hierro, manganeso y molibdeno. Estos hornos ya fueron explotados antiguamente y fue nuestro punto de partida”, explicaron.
Partiendo de los posibles afloramientos de hierro en la zona del Sarchal comenzaron las exploraciones que unieron a otras investigaciones paralelas que desde la asociación estaban desarrollando entorno al culto de la fecundidad en época medieval. Esta unión viene propiciada por el uso de metales en aquel siglo para la elaboración de figuras y útiles, lo que les llevó al interior de las galerías donde se encontraron telas; éstas se usaban entonces para la ejecución de estos ritos y podrían haber sido quemadas, lo que le otorga ese color oscuro al interior de las minas. La composición mineral de las cuatro galerías es casi en su totalidad de hierro y de materiales derivados del cobre, este último se puede distinguir con total claridad en el segundo horno, el más espectacular por ese contraste de colores verdes y azules. “Las paredes están recubiertas de minerales que reciben el nombre minero de ‘Flor de cobre’; una masa mineral que envuelve las paredes por acción del agua, ya que los muros que recubren la galería son muy verticales y el agua va percolando desde el área superior al inferior; en ese viaje el líquido va movilizando los metales que los deposita en los laterales”, explicaba Pereila. El equipo investigador desconoce el fundamento de los componentes de esta ‘Flor de cobre’ que han sido enviados al Instituto Geológico de Madrid para su análisis.
La asociación señalaba que el desconocimiento de estas minas hasta ahora viene propiciado por varios factores como su compleja situación, la falta de interés hacia el patrimonio geológico de la ciudad, y en el procedimiento de investigación científico que en su mayor parte se realiza a través de recursos bibliográficos.
El proceso de investigación acaba de comenzar, “sabemos que en su momento pudo ser una gran explotación a nivel local, pero todavía nos queda mucho por hacer”, apuntaban. De momento las exploraciones están centradas en la zona del Hacho donde es probable que existan más galerías, así como en llegar a conocer a fondo todo lo que pueden verter estos 4 hornos, en los que se va a iniciar un proceso de catalogación y conservación que sumará un valor añadido al atractivo patrimonial del Hacho.
“Se trata de una aportación muy interesante a nuestro patrimonio ya que en Ceuta siempre hemos hablado a nivel geológico del medio marino pero nunca se han hecho investigaciones en el campo geológico minero”, añadía Pereila. Entre las cuatro galerías, cada una con una extensión de unos 5 metros, destaca la segunda de ellas por la belleza en los colores de los minerales que la componen. “Nos gustaría acondicionarla para enseñarla al público en las próximas geojornadas que se desarrollarán en el mes de mayo”, apuntaban.
Desde Septem Nostra han hecho un llamamiento a las instituciones de la ciudad para tener en cuenta el descubrimiento y que se pueda llevar a cabo un proceso de catalogación y conservación en el Monte Hacho, ya que “es muy importante para el valor de nuestra ciudad”.