de Cepsa en las tareas de mantenimiento de sus infraestructuras habría sido el detonante de los daños medioambientales sufridos por el litoral tras los continuos vertidos de fuel registrados entre los meses de noviembre y enero. En concreto, la Asociación para la Defensa, Estudio y Difusión del Patrimonio Histórico y Natural de Ceuta acusa a la compañía petrolífera de provocar una “situación sobrevenida” al no atender sus obligaciones y, como consecuencia directa, favorecer la rotura en dos tuberías y la fisura en un tanque, circunstancias que finalmente derivarían en las fugas de combustible hasta el mar en varios puntos, con especial incidencia frente a sus instalaciones de Playa Benítez.
La asociación que preside José Manuel Pérez Rivera ha llegado a esa conclusión tras analizar, punto por punto, la información reclamada a la Autoridad Portuaria y a Capitanía Marítima y en la que ambos organismos públicos aportan detalles sobre la secuencia de los hechos de aquellas jornadas. Esa petición, de la que Septem Nostra recibió respuesta a principios de semana, se cursó en enero en paralelo a la presentación, el día 7 de ese mes, de una denuncia ante la Fiscalía en la que, a lo largo de 18 folios, se reclamaba a la apertura de una investigación ante el daño medioambiental al hábitat y las especies naturales provocado por la sucesión de vertidos.
El “pico de la crisis”, como define la asociación el escenario de esos días, se vivió a mediados de diciembre. Septem Nostra alude a un informe de la Autoridad Portuaria fechado el pasado 19 de diciembre, que recoge cómo después de practicar una zanja de tres metros de anchura y cuatro de profundidad se constató que la contaminación estaba situada “en una zona inaccesible, desde el punto de fuga hasta la escollera exterior bajo la cimentación del espaldón” y cómo sólo era posible realizar las tareas de limpieza desde la zona exterior del dique.
Esa alerta incluía una clara advertencia: mientras la contaminación por hidrocarburos permaneciera en la zona permeable de la escollera se vería sometida al oleaje, por lo que “el reflujo de la marea” continuaría arrastrando fuel “hacia el mar”. No existía por entonces una idea exacta de las dimensiones de la bolsa de fuel generada bajo el espaldón, que un informe posterior de Capitanía Marítima de fecha 12 de enero, tras varias catas, elevaría a 40 metros de diámetro. “Eso da idea de la importante magnitud del fuel acumulado”, advierte Septem Nostra.
La Autoridad Portuaria propuso entonces, para contener la salida del combustible de la bolsa hacia el mar, un sellado con hormigón de la escollera. La solución no la compartía Capitanía Marítima, más partidaria de que el efecto natural del oleaje se encargara de la limpieza de la zona. Según el relato recopilado por Septem Nostra, se decidió ampliar el número de zanjas y realizar perforaciones para extraer por succión el fuel localizado bajo el muelle, que seguía fluyendo hacia el mar. “Llama la atención que el órgano de coordinación no informara de la gravedad del problema y de la imposibilidad de evitar la salida de fuel hacia el mar”, denuncia la asociación.
Con el vertido latente, aún quedaban nuevas complicaciones. El detonante fue una llamada telefónica realizada por un portavoz de Cepsa a la Delegación del Gobierno a las 9:30 del pasado 23 de diciembre. Aquella comunicación de la compañía, en una jornada en la que aún se buscaban soluciones urgentes a la rotura de la tubería en el muelle de Poniente, alertaba a la representación de la Administración central en la Plaza de los Reyes de que se había detectado una fisura en uno de sus tanques. Los frentes abiertos eran ya dos: el recién descubierto y el vertido iniciado días antes. La prioridad, según se desprende de los documentos recopilados, era evitar que el fuel del tanque se derramase hasta el mar a través del canal de salida de las aguas pluviales. Y en ese punto Septem Nostra es tajante: según sus propias averiguaciones, la cubeta de seguridad que rodea a los tanques de Cepsa en sus instalaciones de Playa Benítez carece de capacidad suficiente para albergar el contenido de éstos “Es una medida de seguridad básica que ha sido desatendida por la empresa y permitida por los organismos de inspección”, denuncia de forma contundente.
Una cadena de errores
La lista de los supuestos errores de la empresa incluiría también que las cubetas no contasen con una red capaz de aislar las aguas pluviales y del fuel que podría acumularse en su interior. “La inexistencia de esta separación ha complicado y agravado el problema que se ha presentado en la planta de Cepsa”, añade la organización ecologista, que recuerda cómo “buena parte de los esfuerzos de las administraciones, según los informes, ha sido evitar que el agua de la lluvia arrastrara restos de hidrocarburo al mar a través del canal de evacuación de aguas pluviales”. De hecho, refuerza sus argumentos recordando que Acemsa se ha visto obligada a “improvisar un sistema de encauzamiento de las aguas contaminadas” hacia cubas habilitadas con ese objetivo. Pese a la solución encontrada sobre la marcha, el volumen de agua contaminada ha sido “muy elevado”. Unas cubetas de dimensiones correctas y un sistema de separación de las aguas pluviales habría, interpreta Septem Nostra, solucionado el problema.
Pero hay más. La asociación también ha descubierto, tras la lectura de los informes, la rotura de otra tubería a finales de año. Así consta en el Acta de Inspección nº 5 de Capitanía Marítima, de fecha 29 de enero de 2015, en la que Cepsa y la Autoridad Portuaria confirmaban la fisura en una línea en desuso a la altura de Ybarrola que contenía 129 metros cúbicos de fuel. Se plantea como causa la rotura casual provocada por una excavadora y se propone, como solución urgente, bombear y trasvasar el fuel a un depósito de Ecoceuta, “a un pequeño petrolero (Crystalwater) o bien a camiones-cisterna”.
La secuencia de los hechos lleva a Septem Nostra a concluir que “estamos ante una situación sobrevenida por una falta de atención a las labores de mantenimiento de las instalaciones de Cepsa que ha conllevado la rotura de dos tuberías y la fisura en un tanque”. Además, extiende sus críticas a que aún no se haya podido averiguar “si se han llevado en tiempo y forma las inspecciones” requeridas. “¿Cómo se puede explicar que una tubería de Ybarrola en desuso con 30 años de antigüedad aún contuviera fuel? Es normal que la Administración no haya querido informar de este episodio, pues la conclusión sobre las carencias de inspección y mantenimiento resultaría escandalosa”, aventura la organización en sus conclusiones.
“Los beneficios se consiguen a costa de la conservación”
Además de reconstruir los hechos acumulados a partir de noviembre, con especial incidencia en la última quincena del mes siguiente, Septem Nostra traza su propia interpretación de lo que cree una dejación de funciones en la obligación de Cepsa de mantener sus infraestructuras. A partir de ahí, eleva aún un escalón más su crítica y considera que los vertidos que ha sufrido el litoral ceutí son “una clara evidencia de un modelo económico enfrentado a la conservación medioambiental”, cuya protección es, precisamente, una de sus razones de ser.
La asociación ecologista censura que “los beneficios obtenidos en estos años por las empresas petrolíferas se han hecho a costa de rebajar los costes de mantenimiento y conservación de sus instalaciones y equipos” y lamenta que ésa sea “la única manera de competir en un mercado altamente competitivo y con una abierta guerra de precios”. Esos beneficios, que redundan en las abultadas cuentas de resultados de las multinacionales del sector, son según su criterio “el perverso paradigma del capitalismo”, porque en su mayoría “se privatizaron y los costes ambientales se han socializado contaminando nuestro litoral y perjudicando a otros sectores económicos”.
Desde ese punto de partida, el colectivo se pregunta “dónde quedan ahora los mensajes propagandísticos que sacaban pecho por el incremento anual de la actividad de bunkering en Ceuta” y recuerda que en el seno de su organización “ya advertimos del incremento paralelo de los riesgos ambientales que ello conllevaba, pero siempre se nos dijo que se habían extremado las medidas de control e inspección para minimizar estos riesgos”.
“Ahora sabemos que esto no era verdad y que en menos de dos meses se han roto dos tuberías, un tanque de fuel está fisurado, y posiblemente lo estuviera desde hace muchos años, y que una gabarra cargada de fuel se ha averiado pudiendo haber causado un desastre medioambiental de enorme trascendencia y gravedad”, añade en relación al incidente que provocó la embarcación a la deriva en la madrugada del martes.
El mensaje de censura alcanza también a los partidos políticos, de los que Septem Nostra requiere “transparencia en el ejercicio de la acción política para averiguar cuál es el estado real de todas las instalaciones de las empresas que en Ceuta manejan sustancias peligrosas”. Y todo ello, añade, porque alberga la sospecha “fundada” en sus investigaciones de que “las carencias son importantes y no vamos a parar hasta que se sepa la verdad, se solucionen estas deficiencias y depuren responsabilidades”.
En las conclusiones tras analizar los documentos remitidos por Autoridad Portuaria y Capitanía Marítima se hace también referencia a que el informe de esta última fechado el pasado 28 de enero se informa de que con fecha de una semana antes quedaba desactivado el plan nacional de protección. “A partir de ese momento queda a expensas de la Ciudad Autónoma la convocatoria del órgano de coordinación. Desde entonces no se ha vuelto a reunir, o al menos no ha trascendido a la opinión pública”, advierte.
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