Opinión

Un sendero bajo el mar

Bajo el azul intenso del océano es posible recorrer caminos que enlazan los distintos accidentes geográficos entre sí. Un sendero sumergido puede llevarnos hacia un misterioso fondo marino, y rodear hitos volcánicos en un paseo que rodea grandes escarpes rocosos. En el día de hoy, me he topado con uno de estas curiosas y serpenteantes vías de comunicación, teniendo la certeza de estar hollando un antiguo y transitado camino imaginario. El extraño encuentro se ha dado en la isla de La Palma, y el lugar, el litoral brillante y burbujeante de Fuencaliente, dentro del marco de las campañas científicas del proyecto de estudio y seguimiento de las Estaciones Centinela de Canarias. Esta es la primera isla que visitamos siempre al comenzar nuestras prospecciones oceanográficas, se trata de un periplo de control ambiental y exploración en ambientes mesofóticos, antes de continuar ruta hacia Lanzarote, La Graciosa y Montaña Clara. Es, en este último cono volcánico del archipiélago Chinijo, donde más intensamente vibra mi corazón, y en mis adentros, siento más cercana la montaña sumergida.

Este tipo de trabajo científico, es altamente gratificante y muy duro por los esfuerzos y las constantes tareas preparatorias de los equipos. Todo un reconfortante ejercicio de humanidad chispeante, que requiere cuerpos recios y perseverantes en la labor dificultosa y arriesgada, un trabajo plenamente propio de seres humanos que gustan del contacto directo con la vida, y persiguen encuentros poco convencionales con las criaturas, posiblemente, más coloridas y arrebatadoras del planeta. El mar tiene un efecto hipnótico cuando se penetra en sus secretos, y se entabla diálogo permanente con su enigmática alma. No en vano, el espíritu del Creador deambulaba sobre la superficie en el principio, así nos lo cuenta el génesis. Los océanos son símbolos bautismales al reflejar la bondad divina y procurarnos el nacimiento a la vida eclesial, y su sal, un signo de purificación si se esparce como un sacramental. Todavía se purifican lugares esparciendo sal bendecida. Claro que los senderos marinos sumergidos no se pisan necesariamente, más bien se transitan deslizándose por encima de ellos. La ingravidez que proporciona el medio acuático es una maravillosa sensación de libertad, bien conocida por los practicantes del buceo autónomo.

Con un mar en buenas condiciones, y partiendo de una linda playita de arena negra, creada después de las erupciones históricas del volcán del Teneguía, allá por los años setenta, salimos bien pertrechados con los pesados equipos de buceo técnico rumbo a la Torre de Malpique. Justo detrás de este enorme bloque de basalto volcánico está nuestra Estación Centinela de control de Cambio Global, en plena zona meso-fótica o región marina en penumbra. La zona de monitoreo ambiental, está situada entre los 50 y los 80 metros de profundidad, y se corresponde con un denso bosque de corales negros que crecen sobre la lava sumergida, y concentran un gran número de especies alrededor de sus bases y también creciendo directamente en sus frondosas y elegantes ramas. El paisaje que aparece, nos inserta en el dibujo de un cuento de hadas. Personalmente, todo el conjunto ornamental, me recuerda a un bosque de coníferas enanas que no sobrepasan los dos metros de altura, cuyo ramaje forman una intrincada red plumeros preciosísimos de colores ocres anaranjados que se mecen al lento vaivén marino. Enseguida se detectan extraños y brillantes coloridos que se van haciendo visibles conforme nos sumergimos en el denso follaje arborescente. Conviene abrir suavemente las ramas para poder meter la cabeza con soltura y poder acercarnos a los secretos del sotobosque. Enseguida nos sacuden colores amarillos intensos y otros más claros, anaranjados y colores crema, rojos y violetas, burdeos y grises azulados. Todos ellos, sacados de la paleta pictórica más increíble que se pueda imaginar para inventar estas maravillas. O bien, bien mirado, el fondo marino es el salón de entrenamiento de seres celestiales, a los que el divino Maestro permite practicar todo tipo de posibilidades bajo su atenta mirada. Las morfologías son variadísimas, y pasan por varios tipos de formas redondeadas, otras oblongas, con apariencia de coliflor, laminas con excrecencias puntiagudas, algunas tienen formas de panes muy blandos al tacto, otros son ásperos y rugosos, los hay muy mucosos. Unos corales son pequeños y pétreos, otros son flexibles como los mencionados anteriormente, pero también los hay sin ramificaciones y con morfología sinuosa que recuerda a un cableado vertical. Las algas rojas son normalmente duras en estos ambientes, y con estructuras de carbonato y colores rojizos-rosáceos muy bellos. Tiñen el fondo marino de una especie de calzada rosácea/violeta que entremezclada con el sedimento negro forma una curiosa combinación cromática. En muchas zonas, solo sobresalen un poco del sedimento, y son la esperanza de la belleza oculta bajo la negrura de la arena volcánica.

Una vez en el laboratorio, las muestras tomadas, nos abren los ojos a un amplio mundo de nuevas especies y criaturas que si ya eran extrañas, bajo la atenta mirada de la lupa se llevan a convertir en inverosímiles. En esta ocasión, hemos encontrado muchas colonias del mentado coral negro en plena reproducción. Si normalmente, sus diminutos pólipos nos parecen extraños, en fase reproductiva, se encuentran muy transformados, y con apariencia algo grotesca. Verlos con tantos óvulos en su interior ha sido una gran alegría por todo lo que significa para nuestra investigación; estos corales son organismos resilientes ante la alteraciones provocadas por las erupciones volcánicas. Su capacidad reproductiva y de expansión, resultan claves para explicar la abundante presencia alrededor de todas las islas, y que sean los más relevantes bio-constructores de las zonas de penumbra en la Macaronesia insular. Observando las divergencias morfológicas entre pólipos, nos encontramos con unos de cuerpo miniaturizado y tentáculos descomunales que vibran a la corriente como banderas. Otros, la mayoría, son como odres hinchados llenos de huevos de color anaranjado y con unos tentáculos casi desaparecidos. Estas dos fases morfológicas pueden indicar que existen pólipos machos y hembras bien diferenciados en esta especie, pero también, podría ser que los pólipos de tentáculos alargados sean los encargados de la expansión de las poblaciones. Sus elongados apéndices tentaculares podrían servir para adherirse más fácilmente a las superficies rocosas, mientras son llevados por las corrientes. Una vez fijados, podrían generar un pequeño eje esquelético que los alejara del substrato, y la competencia con las otras especies, para tener una oportunidad de supervivencia, y desarrollar una nueva colonia. En eso, estábamos mi estimado Dacio Correa, y un servidor, cuando descubrimos este interesante fenómeno y comenzamos a hacernos múltiples preguntas que nos llevan a respuestas y propuestas de hipótesis. La observación detallada en las otras estaciones de Canarias será fundamental, unido a los análisis en el laboratorio para distinguir machos y hembras. La implicación de la profesora Adriana Rodríguez de la universidad de La Laguna, está siendo de gran ayuda. Está comenzando a realizar experimentos de laboratorio con estos corales negros, con el fin de descubrir los entresijos de sus épocas de reproducción, el comportamiento larvario (muy importante para saber si son larvas de gran recorrido en las masas de agua o por el contrario de rápida fijación en el fondo), y otras muchos aspectos de su fisiología en relación a las fluctuaciones térmicas y a la luz.

Que precioso ha sido descubrir que hay dos tipos de lechos de esponjas arborescentes amarillas, uno más somero (50-70 metros) y otro más profundo (75-85 metros).

Subir y bajar por estos senderos disfrutando de la ingravidez es algo simplemente indescriptible que, a pesar de los peligros inherentes a este tipo de actividades de montañismo subacuático, nos inunda de paz y plena satisfacción. Pasamos por laderas y cornisas, por huecos cavernoso y paredes de vértigo, si uno se descuida, y no tiene un buen balance de flotabilidad, podría terminar en el fondo de un abismo quizá sin retorno. La luz toma diferentes matices e intensidades que proporciona diferentes tonos de azul y celeste, los contraluces son simplemente sublimes si observamos la montaña, y los caminos desde lo más profundo, justo cuando vamos a dejar el fondo para ganar altura y volver a la superficie. La penumbra crea una atmósfera misteriosa y el silencio del mar nos transporta al interior de nosotros mismos, y nos sumerge en un acuoso recogimiento. Malpique, se ha convertido en un sueño real porque cada día de campaña científica, me levanto a sumergirme y dependo de otros para conseguirlo, sino fuera así, hubiera creído que estaba sumergido en un letargo onírico del que no quisiera despertar. A través de este recorrido marino me rodean mundos diferentes, y penetro en dimensiones ocultas, gracias a este lugar me interrogo sobre lo que creo saber, y especialmente de todo aquello que desconozco. Incrementa sin cesar mi sed de conocimiento, y soy retado constantemente a superar la ignorancia científica, a la par que incrementa mi amor a esta vida temporal y la vocación de servicio. Viene a mi mente un precioso lema, atribuido al padre Cueto, que suelo leer al pasar cerca de la Alameda de Colón sita en Las Palmas de Gran Canaria: Estudio, Servicio y Oración. Estos fondos marinos, son una constante provocación por ser mejor persona y servir plenamente a Dios, y a la sociedad que sostiene todos estos proyectos. Ya en las zonas someras, observo como nos vamos arrastrando de rodillas lentamente sobre el lecho arenoso hacia las paradas de descomprensión, que procuran librarnos de accidentes, así se hacen caminos en los fondos marinos. Me recupero de tantas emociones y vibraciones interiores, estoy solo con mi agradecimiento por estas oportunidades, y cierro mis ojos para rezar un rosario acuático a la Madre del Cielo en acción de gracias por tanta bondad y cuidados.

Estos trabajos entran dentro del proyecto OBIOMA II realizado gracias a la colaboración y financiación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

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