Desahogo, ilusión y ganas, muchas ganas, era el ambiente que se vivía horas antes de la salida de la Vera Cruz en las inmediaciones de la iglesia de África. Aquellos nervios, tensión e incertidumbre que la Hermandad había vivido durante los últimos años quedaban atrás. Un sentimiento que, lejos de la temida climatología, lo despertaba su escasez de costaleros que, en más de una ocasión, casi les cuesta la salida.
Llegaban con la cuadrilla al completo, algo inaudito que todavía les costaba creerse, resultado del primero de los grandes cambios que ha experimentado este año y, quizá, uno de los más marcados en esta Semana Santa 2019. Porque sí, era Lunes de Pasión y, ésta, la Vera Cruz, esta Hermandad de silencio y penitencia que tradicionalmente ha procesionado el Jueves Santo, se disponía a enfilar el primero de los cortejos que partirán desde África.
Una medida que la Hermandad ha adoptado, entre otras, para suplir esa falta de costaleros que venían arrastrando y que de momento, al parecer, ha generado los resultados esperados.
Sin embargo, este lunes más caracterizado por el color y la musicalidad quedó teñido por el silencio que impuso la Vera Cruz. Pasaban las 20.30 horas y las inmediaciones del santuario se colmataban de fieles que cumplían religiosamente su cita con la Hermandad. Todo era favorable. Este año poco hacia temer que no se produjese la digna procesión que se merecen. Un sol en poniente atisbando los últimos rayos de luz y una brisa que bien se agradecía tras una jornada calurosa marcaban un ambiente que pronto quedaría ahogado por ese silencio que se produjo cuando se abrieron las puertas para que iniciasen su salida el cortejo de capirotes y acólitos y abrazase al Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del Desamparo.
Pero de pronto unos sonidos marcaron el silencio, aunque lejos de interrumpirlo navegaron con él, se inmiscuyeron y anexionaron como parte del mismo. Partían de la banda situada en el Paseo de las Palmeras, en el lateral de la iglesia. Era la otra gran novedad y tan esperada por los asistentes que no dudaron en ovacionarlos con un aplauso y captarlos con sus teléfonos. La Hermandad por primera vez estrenaba banda musical y fichó para la ocasión la de Cornetas y Tambores de Santa Bárbara, con sede en la vecina ciudad del Campo de Gibraltar de la Línea de la Concepción.
Una banda que lejos de distanciarse de la línea de la Hermandad y cargar a la procesión con ostentosidades, supo respetar al paso con un conjunto de piezas suaves y nada estridentes que, además, lo hicieron brillar.
El silencio y el color negro de las túnicas de los nazarenos crearon un ambiente de respeto que envolvió a la procesión en su recorrido. Los costaleros demostraron su buen hacer llevando al paso del Santísimo Cristo de la Vera Cruz por las principales calles del centro de la ciudad, que andaba como corresponde a esta Hermandad. La procesión fue la última en salir esta tarde y no defraudó a los devotos ceutíes que disfrutaron de un largo paseo durante el que acompañaron a los pasos.
Su entrada por la Carrera Oficial estuvo envuelta en el respeto y la sobriedad propias de una Hermandad de silencio. Solo los compases de la música acompañaron el procesionar por las principales arterias de la ciudad autónoma.
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