Semana Santa y las calles, por Carmen Echarri

Las obras han marcado el desarrollo de las distintas procesiones. La falta de previsión ha hecho que en algunos momentos se haya pasado por situaciones complicadas (lean la carta que en la página 5 publica Ana Dueñas) y por recorridos en los que el sufrimiento ha sido mayor por el estado del pavimento. De nuevo se han incurrido en errores que podían haberse subsanado con la previsión suficiente.

Algo difícil de comprender, porque no se está ante un evento sorpresa. Tanto las salidas como los itinerarios son tan claros que cuesta comprender no solo lo sucedido con El Encuentro en la calle Velarde sino que ayer, a toda prisa, se estuviera saneando una fachada o recogiendo escombros que llevan más de dos semanas tirados en el suelo sin que nadie los hubiera recogido porque se acordaron que pasaba la Flagelación.

¿No hay servicios municipales que a diario han visto esto?, ¿cómo se han dejado vallas y escombros en medio de la acera hasta que saltaron las alarmas porque quedaban horas para la procesión y se tuvo que cortar la calle para hacer lo que hacía tiempo que se tenía que haber hecho?

Si nos fijamos en el nuevo escenario de la carrera oficial también cabe colocar otro cero. Deslucida, nada acorde con lo que supone este punto en las procesiones y poco cuidada a sabiendas de que la obra de la Gran Vía era un hecho.

Al margen de estos apuntes, el estado general de las calles deja mucho que desear por la mala atención previsora ante un hecho que deberá obtener su oportuna valoración por parte de cada Cofradía. Ellos serán los que tengan algo que decir y algo que exigir de cara a próximas ediciones por el bien de su propia gente y por la propia imagen dada en esta edición.

Algunos pueden argumentar que con la obra de la Gran Vía nada en contra podía hacerse (quizá haberla comenzado, para los que son partidarios de la misma, después de la Semana Santa), pero sobre el resto de desaguisados no cabe justificación más allá de la impronta de una dejación propia de quienes no prestan atención a lo que son algo más que detalles.