Seis personajes en busca de su identidad en el Revellín

Desorientados, han salido a la luz de los focos del Revellín. Una vez expuestos en la palestra, han dado a conocer al público la razón de por qué han viajado hasta Ceuta. Su motivo no es otro que el de buscar a quien dicte un destino que quedó pendiente de representación.

Los seis no han sabido bien cómo definirse. Sus acciones y palabras, un poco aleatorias, han arrancado leves risas al público presente en el teatro auditorio. Solo han contado su realidad, una historia de una familia disfuncional que los ha marcado para siempre.

Ellos han sido parte de la obra ‘Seis personajes en busca de un autor’, que este sábado ha desembarcado en el teatro auditorio bajo la dirección de Antonio Álamo con un elenco formado por artistas de la talla de Ramón Langa.

Se han mostrado un poco perdidos y han tenido razones para ello. Originalmente eran parte del guion de una pieza dramática, pero nunca llegaron a desarrollarse al completo al no lograr ser interpretados por actores. Ello les ha condenado a ceñirse tanto a la trama que solo saben vivir en torno a ella. Su objetivo vital se basa, por tanto, en encontrar esa meta final.

Sin embargo, no pueden hacerse cargo de esta labor a solas. Necesitan de un dramaturgo que les renueve esa vida que les negaron. A través de esta historia de ficción uno por uno ha invitado los asistentes a reflexionar sobre las dos grandes cuestiones que persiguen al ser humano, quién soy y a dónde voy, y a pensar en cómo las vivencias pueden adueñarse al completo de las personas que las experimentan.

Una compañía de teatro

Su desesperación por tener un sentido propio los ha llevado a interrumpir el ensayo de una compañía de teatro. A diferencia del texto cómico que tratan de llevar a la práctica, estos, vestidos de luto, los han sumergido en la crónica de un hogar roto.

Atónitos, los artistas con los que se han topado, los han observado como si se tratara de otros intérpretes. Han estimado, incrédulos ante sus palabras, que en realidad son compañeros de gremio que tratan de ganarse un contrato.

Las primeras estrellas al comienzo de la obra han quedado en un segundo plano y, los personajes ficticios, se han ganado a pulso completamente el terreno. Los primeros han reflejado un panorama muy distinto a la problemática de estos seis individuos. Han trasladado al público las dificultades que encierra la profesión y la complejidad de vivir a costa de ella. Marcados por el estrés y por inconvenientes un tanto superficiales, poco a poco han sido relegados a un papel secundario.

El caos se ha convertido en esta pieza dramática en un canal de transmisión de las emociones viscerales y más superfluas que pueden convivir en la sociedad. A pesar de las diferencias entre ambos, la familia y el grupo de trabajadores, han tenido un nexo en común: han estado limitados y regidos por normas no escritas.

Una familia rota

“Buscamos un autor. Uno cualquiera”. Así, con esta carta de presentación, el padre les ha pedido ayuda. “Nuestra obra es muy buena. Es espectacular”, ha comentado la hija mayor. Han sacado sus heridas y trapos sucios con la finalidad de venderlas al mejor postor. Su propósito no ha sido otro que no caer en el olvido. “Quien nace como personaje no puede morir nunca. Viven eternamente”, ha atestiguado el hombre inventado.

Los asientos del teatro han quedado sacudidos por la fuerza de su guion, uno en el que la traición, los abusos y el poder han desfigurado a cada uno de ellos. A pesar de que son meros retratos creados de la nada, se han sentido de carne y hueso. “¿No es ese su oficio, tratar la locura? ¿Hacer que parezca algo verdad cuando no lo es?”, le ha espetado al director del grupo.

Forman una familia un poco extraña que, a través de la tragedia, han conquistado a los asistentes presentes. Todos proceden de la composición original del autor italiano Luigi Pirandello. La pieza, estrenada en 1921 y publicada cuatro años más tarde, es una de las más conocidas de este escritor y fue influyente en el género del absurdo. Todo un ensayo metamorfoseado en dramaturgia que ha puesto a prueba a dos mundos diferentes y que ha tratado de ahondar en el punto más existencial de las personas; su identidad.