Es bueno saber en cada momento el papel que estás jugando, y el horizonte al que estás llamado. Me refiero a ese entretiempo mío de idas y venidas a cuenta de la salud mental.
Muchas veces el signo del principio marca el signo final, y así puedo verme hace catorce años acudiendo al local de Acefep, local lleno de ilusiones y de dignidad. Se trataba de compartir mis nociones en el pegado de frases, en lo que todavía hoy es el taller de narrativa más humilde sobre la faz.
La intervención para una salud mental en positivo es poliédrica, pero básicamente tiene tres partes.
En primer lugar, las unidades de salud mental y pasillos de los hospitales deben llenarse en número de profesionales preparados y ventajosos, que venzan la apatía y despierten la esperanza.
En segundo lugar, el colectivo de personas con problemas de salud mental, familiares y allegados, han de organizarse para que la defensa de sus derechos tenga un dónde y un porqué. Aquí, nos encontramos con las 312 asociaciones agrupadas en torno a la Confederación Salud Mental España, y de la que Acefep es una.
Por fin, nada de esto tendría resultado si al otro lado de la recuperación no existe una sociedad conocedora y receptiva que te abra los brazos, y muestre su comprensión.
Lamentablemente, esto último está muy verde y no sucede, encontrándonos en una laguna de memoria que los manuales de psiquiatría, los seminarios, y los destellos de los mass media, no son capaces de llenar.
Es en este punto de indefinición donde encuentro mi sitio. Me gustaría dar a luz una idea fundamental: por más raros y conflictivos que nos presenten, nuestro comportamiento es natural, y compartimos los mismos sueños de prosperidad que cualquiera. Un fallo en la función mental está en nuestra naturaleza.
También la idea de que la salud mental nos afecta a todos en conjunto, y que en un estado de conciencia colectiva los problemas pueden resolverse antes de que llegue la gravedad (qué sana costumbre preguntarse por los sentimientos de los que nos rodean).
Aunque, como dije en el segundo apartado, la labor de gobierno en la organización es necesaria, de tal forma que he aceptado el cargo de secretario de Salud Mental España, y en un recorrido que me llevará cuatro años, Dios mediante.
Al cabo, esperamos tener la fuerza suficiente como para influir en la política, y que esas unidades de salud mental se llenen de profesionales respetuosos que nos proyecten hacia una sociedad acogedora.
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