La Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (FAMPA) de Ceuta premiará este miércoles a título póstumo a su fundador hace casi cuarenta años, Sebastián Gutiérrez Gamero, fallecido en febrero de 2018 a causa de una insuficiencia respiratoria. “Agradecemos profundamente este homenaje con el deseo de que los principios que inspiraron la creación de la entidad persistan en su espíritu por muchos años más”, transmite la cineasta Irene Gutiérrez, hija del distinguido con uno de los I Premios FAMPA.
“Mi padre nació el 5 de junio de 1940 en el Patio Hachuel en el seno de una familia humilde. De profesión administrativo, se casó en 1967 con María de África, con la que tuvo otros dos hijos aparte de a mí, Juan José y Elisa, los tres licenciados”, contextualiza.
Trabajó como administrativo en el Mercado de Abastos, lo que le ayudó a “relacionarse con personas de diversas culturas y estratos sociales”. Allí fue testigo de las carencias que tenían, lo que luego trasladaría a su trabajo en las escuelas.
Mientras seguía de cerca la formación de sus hijas en el Colegio Público Villajovita integrado en su asociación de padres de alumnos se dio cuenta “de que había problemáticas comunes a las de otros colegios y de que los progenitores, en colaboración con los centros, podían contribuir juntos al futuro educativo de sus hijos e hijas y, con ello, a la mejora de la educación local”.
Movido por esa convicción, el 5 de julio de 1985 constituyó la Junta Gestora de la Federación Provincial de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA, denominación cambiada después por la de FAMPA) junto a Diego Nevado (del APA del CP Juan Carlos I) y Juan Villodres (del APA CP Juan XXIII).
Su finalidad era “participar en la Junta Provincial de Educación, Consejos Escolares y cualquier otro órgano de participación de carácter educativo”, así como “representar los intereses de las Asociaciones de Padres de Alumnos, potenciar y coordinar esfuerzos, potenciar la cultura de Ceuta y promocionar toda clase de actividades de mejora de la formación de padres y alumnos”.
Concebían la educación pública “como el pilar más valioso de una sociedad justa e inclusiva” y se preocuparon singularmente por los colegios de barrio con menos recursos.
“Tenían como base”, reconstruye Irene Gutiérrez, “establecer con los colegios un diálogo de cara a trabajar por una educación multicultural, libre y de calidad en Ceuta”. Para conseguirlo intentaron hacer hincapié en la financiación pública de actividades extraescolares de calidad para el aprendizaje de capacidades artísticas, deportivas o lingüisticas; en la inclusión de la educación medioambiental en los currículos, en acuerdos con La Legión para poder usar sus instalaciones... “Se promovieron actividades culturales como un concierto de El Lebrijano, el contacto con otros pueblos y culturas a través de iniciativas como un ciclo de cine soviético...”, completa.
“La FAPA siempre trabajó en diálogo con los centros, de forma muy abierta y horizontal, poniendo los cimientos de la institución fuerte que sigue siendo”, se congratula.
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