Algunos seres humanos de nuestra piel de toro se han convertido en Diputados y Senadores para poder, con el resto de poderes de una sociedad moderna, dirigir el país, nuestro país, España. Un Senador, en la época romana, era un personaje que por su edad, su experiencia, su inteligencia y su sabiduría era digno de dirigir Roma y como tal construir un imperio que llegó hasta las islas británicas, Britania, la Galia, Hispania, eran partes del entonces imperio romano. Las sociedades, por lo general, han elegido a los mejores, mejor dotados, con más experiencia y más inteligentes para dirigir sus países. El proceso, en parte se quiebra con la monarquía tradicional, que no tiene en cuenta ninguna de estas características, solamente el lazo familiar de padres a hijos pero para paliarlo, intenta elegir bien entre la nobleza o bien entre el ejército a los mejores dirigentes. Acabado el Antiguo Régimen, en los que las sociedades modernas, ya, si son monarquías, no son monarquías absolutas y donde el rey es más un elemento de estabilidad, generalmente, porque cualquier otro régimen hubiera devenido en catástrofe, comienza la era republicana, con la revolución francesa de 1789. Nuestra historia, por la envidia que suponía al resto de naciones importantes el haber descubierto y colonizado América, ya que no hay otra gesta similar en la Humanidad, está llena de guerras y catástrofes que han devenido en la sociedad actual. Así hemos gozado de monarquías, repúblicas y dictaduras. ¿Alguna nos ha convencido en los dos últimos siglos? Yo diría que ninguna. Pero es nuestra Historia y al menos deberíamos aprender de ella para no cometer los errores que conforman nuestro pasado.
De cada parte de nuestra historia, guardamos recuerdos mediante los edificios que dejaron, las esculturas que enseñorean parques y calles e incluso nombrando esos parques y esas calles con nombres de personajes que han hecho mucho mal a nuestro país. Así, una calle de Fernando VII, el rey felón, la tendremos en casi todas las ciudades del país, Largo Caballero, el autor de la revolución de 1934, origen de la guerra civil española está representado en calles y monumentos, pero que me dicen de Maciá y de Companys, dos ilustres personajes que dieron un golpe de Estado, los tienen como héroes en Cataluña, cuando fueron unos redomados golpistas, o de Negrin en Canarias, que permitió el saqueo del oro español.
Pero lo que no había sucedido hasta ahora era el desenterramiento de los muertos. Una sociedad, incluso las más primitivas defiende los lugares en la que sus ciudadanos están enterrados y les dejan dormir ese sueño eterno sin interrupción.
Pues bien, esta vez hay una conjunción de voluntades que hace pensar si no estamos verdaderamente mareados de tanto mirar el dedo y no la Luna. Por una parte, un tal Garzón, que creo que alguna vez y desgraciadamente, la sociedad española lo tuvo empleado como Juez, solicitó el acta de defunción de un señor llamado Don Francisco Franco. Por aquél entonces, debía dudar de que una lápida monumental de miles de kilos, puesta encima de Don Francisco durante, digamos unos 35 años, no era motivo suficiente para que ese señor falleciera, en el caso poco probable de haber sido enterrado vivo. De ahí, con la cordura que siempre le caracterizó, que solicitara, eso sí amablemente a los empleados del Registro Civil, la susodicha acta, naturalmente debidamente cumplimentada.
El tal Garzón, ahora desposeído de la toga de Juez por prevaricación, por la misma sociedad que lo nombró ( “Querido Emilio..”), y por fin dándose cuenta de que Don Francisco, está realmente fallecido, se le ha metido en la cabeza que quiere desenterrarlo. No me dirán ustedes que no hay fijación por Tanatos. El caso es que ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo contra una solicitud denegada por el Gobierno para mudar los restos de Don Francisco a otro lugar. Digo yo que pensaría en el Palacio de Ayete en San Sebastián adquirido por el Ayuntamiento y ofrecido a Don Francisco, donde veraneó todos los meses de Agosto desde 1940 a 1975 , o en el Pazo de Meirás, o en el Palacio de Montjuich en Barcelona, donde Don Francisco, siempre fue muy bien recibido en sus vacaciones, estaría más cómodo y pasaría menos frío que en el Valle. La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo ha desestimado el recurso del tal Garzón, eso sí sin pronunciarse sobre el contenido de la petición simplemente avala la respuesta del Gobierno. El tal Garzón, dicen sus allegados, recurrirá en amparo y en el caso probable de que Don Francisco no resucite, irá al Tribunal de Derechos Humanos, pues bueno es este personaje. Ahora, que si resucita Don Francisco, la cosa podría empeorar, por lo que dicen los que le conocieron.
Los Diputados del Congreso de los Diputados, que ya adivinarán ustedes que no han sido elegidos, como los antiguos Senadores romanos, han decidido seguir el camino arado por el tal Garzón y teniendo en cuenta que , fuera como fuera, han sido elegidos para dirigir nuestro país, y la selección, yo creo que ha consistido en hacerles repetir “Se avecina una tormenta”, si lo decían correctamente no podían ser elegidos, pero si contestaban, “Se atormenta una vecina” entonces eran aptos para ser Diputados y Senadores. El país les importa una higa, pero ¿ y lo bien que se lo pasan con los restos de Don Francisco, que hasta los partidos, en los que mucha gente tenía una cierta esperanza como Ciudadanos, caen en la trampa más vil y no dejan a los muertos tranquilos? ¿Son estos los verdaderos problemas que tiene el país en estos momentos? El caso es que el partido socialista, hasta ahora denominado PSOE y que ha gobernado y desgobernado España más que ningún otro partido, en uno de sus desgobiernos ha podido desenterrar a Don Francisco, sin embargo no lo ha hecho, ni siquiera al prócer máximo de la negligencia, el Señor Zapatero se le ha ocurrido semejante barbaridad, pues bien, dado que el tal PSOE se encuentra ahora en periodo de reconstrucción con el andamiaje y las borriquetas en la sede de dicho partido, sus Diputados, los de “Se atormenta una vecina” han presentado una proposición de Ley para desenterrar a Don Francisco. Ningún partido ha votado en contra y la Proposición ha salido adelante con 198 votos a favor y 140 abstenciones (PP y ERC), y rápidamente, la portavoz del PESOE recomendó a la familia de Don Francisco que vayan pensando donde reubicarlo. El enorme Presidente Rajoy, nuestro Presidente del Gobierno, al oír primero y escuchar después la noticia ha considerado que “Por ahora aparca el asunto”. De las tres acepciones que tiene el verbo aparcar: “Colocar transitoriamente en un lugar coches u otros vehículos” “Colocar en un campamento el material de guerra” “Aplazar, postergar un asunto o decisión”, no creo que se refiera a la primera, ya que Don Francisco ya no va en coche, la segunda tampoco, pues aquí no hay guerra, solo quedan idiotas que no hacen más que hablar de la última, y la tercera significa la permanente cobardía del Registrador, ponga usted el asunto en la carpeta de “pendiente”.
Ya sabemos que las Proposiciones de Ley que emanan de las Cortes, no son obligatorias para el Gobierno, y menos en este caso en que la Proposición se basa en el artículo 16 de la Ley de Memoria Histórica, que señala: “1. El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.2. En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la guerra civil, de sus protagonistas, o del franquismo” por lo que ha perdido su carácter funerario para ser considerado lugar de culto y ha de regirse por esas normas.
Para un republicano liberal, contrario a las dos repúblicas que hemos padecido que han sido un verdadero desastre ya que la primera de 1873 acabó en un cantonalismo guerra civilista la segunda con dos golpes de estado, Maciá en el 31 y Companys en el 34 , y una revolución, la de Octubre de 1934, que dejó Asturias para el arrastre y que no terminó hasta que Azaña envió a Don Francisco a enfrentarse a los revolucionarios, más unas elecciones fraudulentas en febrero del 36, el que ningún partido haya votado en contra de esta barbaridad y el hecho de haber dejado “aparcados”, esta vez sí, asuntos tan trascendentales que están ocurriendo en el país, me hace pensar que nuestra sociedad entera, confunde “Se avecina una tormenta” con “se atormenta una vecina”. ¿Hasta cuándo hemos de esperar el bálsamo reparador que definitivamente borre los rescoldos de la guerra civil?
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