“Él vivía para el escultismo, era una de sus pasiones y, junto a eso, tenía gran cariño a Ceuta por lo que incluso en la distancia siempre siguió ayudando y vinculado con los scouts de la ciudad”. Así describe su propia familia a Francisco (más conocido como Paco) Gallego Monserrate, quien este sábado será homenajeado a título póstumo por el grupo Scout Omaha de Ceuta. Se le nombrará socio honorífico y será a las 12.00 horas en el parque de San Amaro. Antes, a las 10.00, también habrá una misa en su recuerdo en la iglesia de África.
Aunque este homenaje, en el que participarán sus familiares cercanos y que se enmarca dentro del inicio de la ronda solar, llegue con su figura solo presente en el recuerdo, pues falleció el 26 de abril de este año, era algo que ya se había gestado antes de la pandemia, cuando la enfermedad que se le llevó todavía no hacía acto de presencia. Se le quería homenajear no solo por lo que fue para el movimiento del escultismo en la ciudad autónoma, sino por lo que, incluso en la distancia, seguía colaborando desde Sevilla.
De hecho, además de revitalizar este movimiento que, según la definición oficial, “pretende una educación integral del individuo, generalmente por medio de actividades en grupo y en contacto con la naturaleza”, sembraron la semilla del escultismo entre quienes hoy siguen sus pasos en la ciudad. “Tanto el actual presidente, Jesús Martín, como Antonio Puchol o el propio Joaquín Sánchez "Quino", conocido fotógrafo de El Faro, son algunos de los más destacados miembros de aquel renacido grupo Omaha de finales de los 70”, explican sus familiares.
Tetuaní de nacimiento, pues su padre era el director del Liceo Francés de Tetuán durante los últimos años del Protectorado, Francisco Gallego se trasladó con el fin de esta época histórica a Ceuta junto al resto de la familia. Apenas tenía cinco o seis años, pues nació en 1952. En Ceuta vivió parte de su infancia y juventud hasta que, con 19 años, viajó a Málaga para estudiar en la universidad.
“Luego aprobó las oposiciones del ‘Cuerpo de Contadores del Estado’ y su primer destino fue Ceuta, en los años 70, porque así lo pidió el voluntariamente, tenía mucho cariño y predilección por esta ciudad”, afirma sin dudarlo la familia. De hecho, aunque dejó definitivamente la ciudad en 1987, volvía cada vez que tenía ocasión y, casi siempre, alguna actividad de los scouts era su ‘excusa’ perfecta para cruzar el Estrecho y volver a saborear un rito campero de corazones.
Quizás el mayor reconocimiento que alcanzó, más allá del afecto generalizado que el movimiento scout siempre le profesó, fue la Cruz de Alfonso X el Sabio por el Ministerio de Educación (a propuesta de ASDE-Scouts de España), así como el Pañuelo de Honor de ASDE Scouts de Andalucía.
Y es que para él ser scout era, sin duda, un honor. Y por eso dedicaba gran parte de su tiempo al grupo dejando, tras su marcha, un recuerdo que desde los scouts de Andalucía definieron así tras su muerte: “A lo largo de este largo periodo de tiempo, ha destacado su enorme templanza y saber escuchar, su espíritu de servicio excepcional, habiéndolo puesto a disposición de la totalidad de la Asociación y también de ASDE-Scouts de España, con lealtad y fidelidad al Espíritu scout. Del mismo modo, ha potenciado de forma destacada la práctica, la difusión y expansión del Escultismo, así como su cooperación e integración. En tu partida al Eterno Campamento debemos volver a agradecerte todo el trabajo realizado para tu Asociación y la Federación y por haber dejado un mundo mejor al que encontraste. Hasta siempre, Pacuchi”.
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