Ceuta ha perdido a uno de sus hijos más ilustres. Ilustre porque él hacia honor a Ceuta y Ceuta le hacía honor a él. No era duque ni marqués, no era doctor en ninguna ciencia, pero tenía esa sabiduría y saber hacer que solo los hombres buenos y humildes tienen. Derrochaba alegría y bienestar dondequiera que estaba; y siempre hacía que los demás se sintiesen bien en su compañía. Era de esos ciudadanos que hacen a Ceuta más amable, más orgullosa, más habitable. De esas personas de las que uno se siente hinchado por engrosar su larga lista de amigos.
Ceuta ha perdido a Santiago Vázquez, Santi para todos. El Cielo ha ganado a un excelente siervo del Señor, ejemplo de lo que significa humanidad y un alma que irradia felicidad. El mundo es peor sin su figura, y el Cielo es aún más apetecible porque Santi está ahora allí.
¡Santi! Cuánto pierde Ceuta sin tu presencia por las calles, sin tu simpatía bondadosa que a nadie negabas y repartías con generosidad y sin medida.
Cuánto perdemos tus amigos que en ti siempre hemos encontrado lo mejor. Cuánto pierde mi corazón, querido amigo, que ya solo estará contigo en las oraciones. Cuántas lágrimas tendremos que derramar por ti.
Cuánto gana el Cielo que disfruta de ti, cuántos amigos te habrán dado la bienvenida al Paraíso, cuántas sonrisas y bienestar estarás creando hoy en la Gloria. Cuánto de contentas estarán hoy las criaturas celestes al gozar de tu compañía.
Cuántas gracias hemos de darle a tu familia, especialmente a tu esposa, a tus hijos y a tus nietos, por haber sido generosos con nosotros y haberte compartido.
Cuánto de ti hay en ellos y cuánto de ellos hay en ti. Cuánto los amas y cuántas veces me hablabas de ellos y de la fuente de felicidad y orgullo que son para ti.
Cuántas lecciones de humildad me diste, cuántas enseñanzas sobre el bien intentaste inculcarme, cuánto me amabas a mí también, cuánto nos amabas a todos. Cuánto disfruté contigo paseando, cuántas “espuelas” hemos compartido, cuántos viajes, cuánta complicidad.
En cuántas vivencias nos hemos acompañado, cuántas anécdotas, cuántas risas, cuántas esperanzas, cuántos buenos ratos hemos pasado juntos.
¿Recuerdas cuándo te gastaron la broma de dejarte encerrado en tu taller, poniendo el cartel de “defunción”? Pues ahora eres tú el que se ríe más.
Santi, cuanto te echamos de menos. Pide a Dios por nosotros para que podamos secar nuestras lágrimas, y devolver al mundo parte de la alegría que tú nos regalaste. Seguro que no quieres vernos llorar.
Y no te preocupes, Santi. Este año el Madrid ganará la Champion.
Así que deja de dar la lata allí arriba con esto.