Alguna vez volveré allí para saludar al sol que me alumbró en aquellos días. Con mi simpar amigo de Vallecas, y con la mochila cargada de anhelos, pusimos rumbo a lo desconocido, quizá para descubrir el secreto de la vid, quizá para llenar el bolsillo donde caben las monedas. Es así que nos presentamos en la taberna de la Plaza Mayor, que por entonces rebosaba de vitalidad. Alguno de los lugareños mostró atención, y con la mirada de quien comprende, nos preguntó sobre los motivos de nuestro hacer.
La respuesta era sencilla: “Venimos para formar parte de una cuadrilla en la recogida de la uva. ¿Ustedes nos pueden ayudar?”.
El bullicio de unos pocos paró cuando uno de los vecinos, que bebía un botellín de cerveza, puso en pie su oferta: “Tengo tierras para trabajar cinco días, y es cierto que necesito ayuda para la recogida. Si os parece bien el salario, mañana es día de comenzar. Justo en la entrada de mi casa hay un hueco donde os podéis echar”.
Al amanecer, conocimos la vieja furgoneta Citröen del señor Palomo (era su nombre), y también, a su media naranja, el Renault 4 de su amigo Moreno. Juntos formábamos el equipo destinado a vendimiar las tierras del señor en cinco días. Las tierras de Castilla-La Mancha son poco accidentadas, y sólo la soledad de algunas encimas le da ese carácter bonito.
Una vez en el cortijo disfrutamos de un desayuno consistente: unas longanizas y unas cebollas casi dulces cuyo sabor guardo en mi paladar. Al punto, Palomo puso en marcha su tractor celeste, de nombre alemán, y que amenazaba con desvencijarse, a no ser por el gesto de seguridad del señor Moreno.
Juntos, pasamos unas jornadas inolvidables, y al fin pude conocer lo que es vivir en el campo, rodeado de magia, pues magia es ver como la sequedad del sarmiento deja paso a la acidez del fruto, en su grado justo para que el sacrificio haya valido la pena. (Al sol puse por testigo).
Moreno ayudaba a su amigo Palomo a cambio de algunas cestas de uva con las que elaborar el mosto. De cómo una pequeña prensadora y unas tinajas de barro pueden dar la ambrosía de los reinos tratarán otros capítulos.
De momento me quedo con el juramento de volver algún día. Quizá las encimas me sepan recordar.
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