San Juan de Dios, obrero en Ceuta

Como en Ceuta es bien sabido, San Juan de Dios, fundó la Orden por él bautizada con su mismo nombre, teniendo por principal objetivo consolar a los enfermos, asistirlos en sus múltiples necesidades, curarles toda clase de enfermedades y hacerles pasar sus vidas lo mejor posible. Su lema es crear siempre el bien para las personas más desgraciadas. La Orden se extendió por los cinco continentes del Mundo, principalmente en Europa y América. Fue popularmente conocido como “El hermano limosnero”, “El enfermero”, “Santo de los Pobres” y “El Ecónomo”. Fue una de las mejores personas entre las que pasaron haciendo bien en la vida a los enfermos, menesterosos y a la gente más desgraciada.

La mayoría de los ceutíes saben que San Juan de Dios estuvo trabajando en las Murallas Reales de Ceuta como obrero (picapedrero). Su estancia en la ciudad está avalada por una inscripción enlosada en la pared, que figura expuesta en la puerta de entrada por el Puente del Cristo, en la que se lee: “Juan Ciudad y Duarte. Por el año 1530 en Ceuta y trabajó como obrero en las obras de fortificación de sus Murallas. Subió a los cielos con el glorioso nombre de Juan de Dios el padre de los pobres. El Ayuntamiento de Ceuta perpetúa tan venturoso hecho histórico. Año 2006”. También en Ceuta tiene dedicada en Ceuta una calle y la parroquia de San Juan de Dios.

Nació San Juan de Dios en Portugal, el 8-03-1495, en Montemoro-Novo (hoy Montemayor, Portugal). Fue bautizado con el nombre de Joan Cidade Duarte. Con sólo 8 años de edad emigró hasta Oropesa (Toledo), para trabajar en el campo, primero como zagal con el dueño y pastor del ganado, llamado Francisco Cid Mayoral, y después como pastor hasta los 28 años. Sus padres en Portugal eran una familia muy humilde. El dueño del rebaño que guardaba lo quería tanto, que quiso casarlo con una de sus hijas para que heredara la finca, pero él rehusó la propuesta.

En 1523 ingresó voluntario en los batallones del Conde de Oropesa que luchaban en Fuenterrabía, entonces invadida por los franceses. Fue también soldado en Viena y Flandes. A la edad de 27 años, (1523) se alistó en las tropas de un capitán de infantería llamado Juan Ferruz, al servicio del Emperador Carlos I. Fue para él una muy dura experiencia, porque incluso llegó a ser expulsado por negligencia en la administración de las ganancias de su compañía (se salvó en el último momento de ser ahorcado). A pesar de ello, volvió a combatir en las tropas del conde de Oropesa en 1532, en el auxilio de Carlos V a Viena, sitiada por los turcos de Solimán I.

Al desembarcar en España por la costa gallega, sintió la necesidad de entrar en Portugal y reencontrarse con sus padres, que creía que seguían vivos. Pero este deseo se vio frustrado, porque se encontró con que ambos habían muerto sin él saberlo; tan sólo quedaba en el pueblo un tío suyo, habiéndole afectado mucho y produciéndole una gran tristeza. De Portugal pasó a Andalucía, llegando primero a Sevilla. Estando de paso en Gibraltar, decidió embarcarse para Ceuta el año 1537, según el historiador de Ceuta Jerónimo de Mascareña, aunque otros autores sitúan su venida desde 1524 hasta 1530.

Y fue precisamente en el viaje en barco desde Gibraltar a Ceuta donde conoció a la familia Almeida, portuguesa, formada por el esposo, su mujer y cuatro hijas que también venían a esta ciudad donde había sido desterrado el cabeza de familia. Éste contrató a San Juan como criado, aunque habiendo enfermado luego toda la familia, se les agotaron los ahorros que traían y el desafortunado Juan no sólo no llegó a percibir nada de la misma como criado, sino que él mismo se tuvo que poner a trabajar para socorrerla. Para ello, se empleó como peón de albañil en la construcción de las Murallas Reales de Ceuta, para así poder auxiliar a dicha familia entregándoles el salario que percibía.

Cuando terminó su estancia en Ceuta, San Juan volvió a Gibraltar, donde se hizo vendedor ambulante de libros y estampas religiosas. Desde allí se trasladó definitivamente a Granada, en 1538, y abrió una pequeña librería en la Puerta Elvira. Sería en esta librería donde comenzó su contacto con los libros de tipo religioso. Pero el 20-01-1539 se produjo en él un hecho trascendental que le hizo dudar de su fe. Mientras escuchaba el sermón predicado por San Juan de Ávila en la Ermita de los Mártires, le surgió la idea de desviarse del cristianismo. Las palabras de Juan de Ávila le producen una conmoción tal, que le llevó a destruir los libros que vendía, vagó entonces desnudo y andrajoso por la ciudad, los niños lo apedreaban y todos se mofaban de él. Su comportamiento era el de un loco y, como tal, fue encerrado en el Hospital Real. Allí trató con los enfermos y mendigos y fue ordenando sus ideas y espíritu mediante la reflexión profunda.

Juan de Ávila dirigió su joven e impaciente espíritu y lo mandó peregrinar al santuario de la Virgen de Guadalupe en Extremadura. Allí recondujo su vida hacia la fe cristiana. Se postró a los pies de la Virgen extremeña y prometió entregarse a los pobres, enfermos y a todos los desfavorecidos del mundo. Volvió a Granada en otoño de ese mismo año, lleno de entusiasmo y humanidad. Los recursos con que contaba fueron fruto de su propio esfuerzo y la generosidad de la gente. En un principio Juan utilizó las casas de sus bienhechores para acoger a los enfermos y desfavorecidos de la ciudad. Pero pronto tuvo que alquilar una casa, en la calle Lucena, donde montó su primer hospital. De inmediato creció su fe y fama en Granada, y el obispo le puso el nombre de “Juan de Dios”.

En los siguientes diez años creció tanto su obra que fundó otro hospital en la Cuesta de Gomérez. Fue, asimismo, un innovador de la asistencia hospitalaria de su época. Sus obras se multiplicaron y crecieron el número de sus discípulos - entre los cuales destacó Antón Martín, creador del Hospital de la Orden en Madrid de Nuestra Señora del Amor de Dios - y se sentaron las bases de su Obra. El 8-03-1550, con 55 años, murió San Juan de Dios en Granada, víctima de una pulmonía a consecuencia de haberse tirado al río Genil para salvar a un joven que, aprovechando la crecida del río, había ido para buscar leña, pero se cayó en medio de la corriente y estuvo a punto de ahogarse.

En 1630 fue beatificado por el Papa Urbano VIII, y en 1630 canonizado por Alejandro VIII. En1886 el Papa León XIII lo declaró Santo Patrono de todos los hospitales del mundo y de los enfermos a ellos acogidos. Y en 1930 Pío XI lo declaró también Patrón de las asociaciones de enfermos. En base a lo expuesto tanto en la Historia del Presbítero don Lucas Caro, del siglo XVIII, como en la de don Salvador Calaf escrita en 1912, canónigo de la Catedral de Ceuta, se dice que es constante la tradición en Ceuta de que trabajó como picapedrero en las obras de las Murallas Reales de Ceuta en la época en que fueron reconstruidas y ampliadas por los portugueses.

Don Salvador Calaf se pregunta en su libro: ¿Hacia qué año tuvo lugar esta venida y permanencia de San Juan de Dios en Ceuta?. Es cierto, dice, que en 1524 era soldado de las tropas imperiales que con Carlos V combatían contra el rey de Francia Francisco I en Fuenterrabía, Irún y Bayona. Después sentó plaza en las levas que hacía el conde de Oropesa, por el duque de Alba, para la guerra contra los turcos en Hungría, pero luego la expedición quedó suspendida porque los turcos se retiraron y no fue necesaria, de modo que después vendría a Ceuta en una fecha que debió estar comprendida entre los años 1526 a 1530. Sobre dicha fecha, no hay acuerdo entre los autores, porque otros la sitúan entre 1524 y 1535, aunque figura como más probable la de 1530. Jerónimo de Mascareñas dice en su Historia que vino a Ceuta en 1537.

Españoles y portugueses se disputaban por entonces la nacionalidad del Santo. Portugal porque nació en su territorio. Y España, porque con 8 años llegó, militó bajo sus banderas e ilustró con sus virtudes, fundaciones, milagros y santa muerte en Andalucía. Después de su beatificación, se le dedicó una capillita en el hueco inmediato a la Muralla Real, cerca del sitio donde por entonces estaba la puerta de la Almina y próxima a la escalinata que baja al Muelle Real, porque en aquel hueco, según la antigua tradición de los hijos de Ceuta, se recogía de noche San Juan de Dios cuando trabajaba y vivía en Ceuta.

Durante el mandato del Obispo Martín Barcia (1745 a 1756), se amplió dicha capilla, derribándola y sustituyéndola por otra mayor. La cantidad de dinero necesaria para su construcción se tomó de los 348.886 reales que remitió el rey Felipe V para remediar las necesidades que afligían a esta ciudad a consecuencia de la peste bubónica que por entonces la había diezmado, y se finalizó bajo el mandato del Obispo Gómez de la Torre que fue preconizado para la sede de Ceuta en 1761, siendo Gobernador don Diego María Osorio.

Por la visita que hizo el Cabildo en 1812, se sabe que fue colocada en el colateral derecho de un altar dedicado a Ntra. Sra. de los Dolores, para lo cual contribuyó con 456 reales la cofradía de Ntra. Sra. del Carmen, según auto de 30-09-1819. Del culto y ornato de la iglesia cuidaban las dos cofradías que en ella radicaban, o sea, la de San Juan de Dios y la de Ntra. Sra. del Carmen. Sus recursos eran las cuotas de sus Hermanos, las limosnas de los votos y algunos censos legados por personas piadosas.

Ambas han subsistido hasta 1870, aproximadamente, y fueron fundadas entre 1740 y 1750. La imagen de Ntra. Sra. del Carmen se venera en África, y todos los años se le hace la fiesta que fue instituida por los Sres. De Huguet, y de ella respondía el terreno de la casa número 1 de la calle que entonces se llamaba de la Soberanía Nacional, inmediata a la entonces Comisaría. Hoy día (en 1912) es propiedad del hebreo Bentata que está construyendo sobre la misma una hermosa casa en sustitución de la destruida por el incendio que por entonces se produjo. La escultura de San Rafael arcángel se venera en los Remedios, la de San Juan de Dios, se guardaba en el palacio episcopal, y la campana estaba colocada en la torre de la Catedral, y se llama también de San Juan de Dios.

Cuando se derribó la iglesia, se conservó el hueco ya citado y se adornó exteriormente de modo que el frontis ofrecía el aspecto de una capilla. Y para perpetuar su memoria se prometió colocar allí una verja de hierro y una lápida en honor de San Juan de Dios. El autor de la Historia Eclesiástica de Ceuta refiere, asimismo, que bien merece se recuerde al Santo a través de su libro, ya que fue el admirable protector especial de los agonizantes y fundador de los Hermanos Hospitalarios que en todas partes del mundo viven consagrados a la asistencia de los dementes, escrupulosos y epilépticos, es decir, a los seres humanos más desgraciados y cuyo cuidado es más difícil, ingrato y peligroso. “¡Ojalá que se cumpla dicha promesa y renazca en Ceuta la devoción a tan ilustre e insigne Santo, inmortal bienhechor de la humana sociedad!”, termina diciendo don Salvador Calaf.

La Obra San Juan de Dios, nombre, está hoy extendida por los cinco continentes. Es también conocido como el “Santo de los pobres”, al que se atribuyen muchos milagros. Su lema era: “Hermanos, haced el bien, para vuestro bien”.