Primera fase
En estos seis meses el equipo, compuesto por un restaurador y cinco auxiliares que se formaron a través de un taller de empleo durante un año, ha desarrollado una ardua tarea, que ha consistido fundamentalmente en consolidar el reverso del lienzo. “Lo primero fue equipar al taller con los elementos necesarios para acometer la restauración de un cuadro tan grande”, añade Pérez Rivera. Ha sido necesario un gran andamio de tres niveles para poder alcanzar toda la superficie pictórica y una tarima de madera nivelada para restaurar el bastidor y la parte trasera de la obra, “ya que cualquier manipulación de un lienzo de esta envergadura presupone una planificación previa y una dificultad logística añadida”.
Una vez conseguido el material, proporcionado por Obimace, el equipo realizó una limpieza en profundidad de la superficie para retirar la capa de suciedad del cuadro y tras ser protegido con un papel de protección y un adhesivo orgánico, este primer periodo de seis meses ha comprendido “ingentes y pormenorizados” trabajos sobre el reverso de la obra, entre ellos limpieza mecánica, desinfección, retirada de parches de la restauración anterior, desinfección , arreglo de desgarros y rotos, injertos, reentelado o colocación de unas bandas permietrales para facilitar el correcto tensado de la obra. Todo ello fue realizado sobre una tarima de madera, de dimensiones similares al cuadro, que fue construida para tal fin. “El bastidor de madera original, estructura a la que se sujeta la tela, también se encontraba en un estado deplorable de pudrición y ataque de xilófagos, por lo que ha sido necesario cambiarlo por un nuevo bastidor móvil”, añade el director del taller. Además de esta lista de procesos de restauración se ha procedido en paralelo a crear unas correctas condiciones de conservación, lo que ha incluido la impermeabilización de la pared donde se ubica la pintura y la colocación de unos perfiles metálicos donde sujetar el cuadro y separarlo, “creando así una cámara de aire que minimalice el efecto adverso de la humedad del muro”.
Hace escasos días y con una gran dificultad, al manejar una obra que ocupa 20 metros cuadrados, el Martirio de San Daniel volvió a su ubicación original, en la nave lateral de la catedral. El equipo de restauración ha estado ultimando la segunda fase, aunque todavía se desconoce cuándo se reiniciará la actuación. “Nos hemos quedado a mitad del proceso”, explica, “ya que quedaría el frontal de la obra en lo que se refiere a la fijación, limpieza y estucado”. Pérez Rivera confía en la “buena voluntad” de las administraciones para acometer la fase segunda de un trabajo que está en su ecuador.
Cuatro obras de gran formato
El Martirio de San Daniel no es la única obra de grandes dimensiones que se contempla en las paredes del templo catedralicio. Otros tres cuadros, de la misma época y de dimensiones parecidas, pueden contemplarse en su interior, todas ellas son obras de gran valor histórico artístico y muy deterioradas. ‘La Vocación de San Pedro”’ situada en la Nave del Evangelio, ‘La importancia de la casulla de San Ildefonso’ y ‘Santo Tomás de villanueva reparte lismona’. Las tres de unos 20 metros cuadrados cada una y muy afectadas por la humedad y la condensación de las paredes. Recalca Pérez Rivera que se trata de cuadros de alto valor artístico, no solo por su antigüedad, sino por sus autores. ‘La importancia de la casulla’, de 1738, por ejemplo es obra de Bernando Germán Llorente, quien tiene una obra en el Museo del Prado y dos en el del Louvre.
Un episodio significativo de la historia de Ceuta
Destaca Pérez Rivera que, por su calidad artística, su interesante iconografía, sus dimensiones y por representar un episodio significativo de la historia de Ceuta, esta es una de las obras más importantes del patrimonio artístico local. La obra se articula en dos niveles compositivos, de tierra y cielo, que apenas si son perceptibles ahora, por lo que habrá que esperar hasta su total restauración para contemplar el cuadro en todo su esplendor. En la zona inferior se representa el martirio que sufrió San Daniel y compañeros mártires en el año 1227 de mano de unos verdugos. La escena está presidida por el entonces gobernador de la ciudad, Arbaldo, en el momento de ordenar la ejecución de los religiosos. San Daniel dirige su mirada serena al cielo, hacia los ángeles que presiden la parte superior del lienzo, ante la inminente ejecución. Los ángeles le esperan con las palmas de martirio y coronas de laurel.
Su autor, Tomás de Pereda y Torres, fue un presbítero gaditano, familiar del obispo ceutí Tomás de Agüero, que fue quien presumiblemente realizó el encargo.
La fórmula de la colaboración social para la segunda fase
El restaurador Jesús Pérez también dirigió el pasado año los trabajos de rehabilitación del tríptico de la catedral del XVIII, que representa tres escenas bíblicas, la recogida del maná, las bodas de Canaá y la Santa Cena. Se trató de una labor en la que también se contró con la colaboracióndel Servicio Público de Empleo Estatal y la Ciudad Autónoma. Recuerda Pérez Rivera que en este caso la fórmula fue un programa de empleo durante seis meses y otros seis mediante la colaboración social entre la Ciudad Autónoma y el antiguo INEM, procedimiento “que podría ser válido en esta ocasión”.
La Semana del Comercio continúa con sus desfiles para promocionar el comercio local, En esta…
Repensar las reglas del juego para construir el urbanismo futuro de Ceuta. Es la propuesta…
La Jefatura Superior de la Policía Nacional de Ceuta ha celebrado en la tarde de…
La iglesia de los Remedios ha acogido esta tarde la solemne misa en conmemoración a…
Los alumnos de 2º de Bachillerato de Ceuta han convocado una jornada de huelga y…
Ceuta y Melilla se sitúan como las regiones españolas con menor esperanza de vida según…