Hoy es un día especial para todos los devotos de San Antonio de Padua, es el día de la Romería, el día que toda Ceuta lo celebra, pero que este año será completamente distinto.
La pandemia que vivimos hace que todo se quede más en el interior, más para los corazones de estos devotos. San Antonio luce como si fuera su fecha señalada, en el altar bien decorado como lo tiene siempre la cofradía, pero ahí se quedará. No podrá procesionar por los alrededores de la ermita, no podrá escucharse la música, todo quedará en una misa.
Los devotos no vivirán su mejor festividad de San Antonio, no habrá reparto de los típicos panes, no habrá romería, pero sí que seguirá existiendo esa devoción por un santo que hizo mucho en vida y que sigue haciéndolo en la actualidad.
La cofradía tiene todo preparado para realizar la misa, pero ayer, cuando FaroTV subió a la ermita, no se escuchaban los ruidos del montaje de San Antonio en el paso, simplemente silencio en la ermita y olor a incienso. El hermano mayor, Javier Mª López Borderías, fue el primer hombre en entrar en la cofradía y desde entonces sigue ligado a la misma.
Hoy no vivirá un día como otros, será completamente diferente. “La preparación se ha hecho con un gran disgusto, no hay Romería, se acaba la esencia de la cofradía con el Santo en procesión. Se respira una tranquilidad en la ermita, no se ve tanta gente... este año será distinto”.
Habrá una misa con aforo limitado y con las medidas de higiene necesarias. Subirán a la ermita algunos miembros de la junta de Gobierno, así como algunos devotos pero desde la cofradía lo han dejado claro “no queremos que suba la gente este fin de semana porque la ermita estará cerrada”.
Le tocará sufrir como el resto de devotos de la hermandad, en un día tan especial, como el 13 de junio: “Los sufrimientos se los echamos a manos de Dios, a manos del Santo para que sean de beneficio para otra persona que lo necesite”, señala Borderías.
La cofradía de San Antonio no rechaza nada, siempre recoge lo que le dan y lo arregla si es necesario. De ahí las mejorías que ha tenido durante estos últimos años.
“Una de las donaciones vino de parte de Rafael Montero, que nos dio la lámpara que está en el altar y otra los bancos que los donó Pablo, dueño de San Pablo”.
Uno de los cambios más significativos se encuentra en el exterior de la ermita, donde se pueden ver unos diseños nuevos que le dan un sentido especial a esta zona de San Antonio. La cofradía no vivirá su día más importante como en otras ocasiones, pero los corazones de sus devotos sí que seguirán llenos de amor hacia el santo.
Ana Mª Mellado, vicehermana mayor, considera a San Antonio como el Santo de “todos los ceutíes y de ahí la devoción que hay sobre él. Es un santo muy claro, cuando algo no le gusta te lo va a entender. Es un día muy tradicional y se cuentan historias de padres a hijos”.
El 13 de junio es el día especial para la ciudad y para la cofradía, se vive en todos los rincones y cualquiera que sube disfruta de esta Romería. “Es una seña de identidad para la ciudad y para la cofradía es el culmen de llegar”, añade la vicehermana mayor.
San Antonio no saldrá en procesión como en otras ocasiones, pero sí que esperará en el altar a que cada día puedan subir a verlo, manteniendo las medidas de seguridad e higiene. La ermita cuenta con todos los preparativos necesarios para evitar algún contagio.
Pilar Cantos es una de las personas que más vive este día y conoce bien la historia de la cofradía. De ahí que hable de cada rincón de la casa de hermandad. “La cocina de esta casa de hermandad es el corazón de la cofradía donde se deciden cosas importantes y donde también se pasan buenos ratos”, resalta. El 13 de junio de 2020 se recordará por ser el día que San Antonio tuvo que quedarse en el altar y no pudo procesionar.
Una de las zonas más curiosas, está en un armario donde se guardan donaciones en forma de figuras de San Antonio de todas las partes del Mundo.
Se pueden ver figuras del santo de todo tipo, incluso hay alguna subido en una vespa o en un coche, junto a una tabla de surf. Es una parte reciente de la cofradía.
La más importante es que son donaciones de los devotos que les “traen cuando suelen ir de viaje a algún sitio. Por ejemplo mi marido y yo nos encontramos una figura en barro en Bruselas y luego la hemos traído a la casa de hermandad”, dijo Pilar Cantos, que además es tesorera de la Junta de Gobierno.
Cada objeto que se encuentra en este armario tiene una historia diferente que contar, de ahí que se guarda con tanto cariño.
Se puede además ver incluso las llaves de la casa de San Antonio, cuando por aquel entonces era aún Agustino y se llamaba Fernando. Todo está bien conservado y cuidado, para el disfrute de quien visita la casa.
Las pequeñas figuras y objetos han llegado de distintos puntos, Bélgica, Brasil, Portugal, pero todas con un mismo significado para San Antonio de Padua.
La talla de San Antonio de Padua venerada en la ermita del Hacho data del siglo XVII, posiblemente portuguesa. En el siglo XVIII se le colocan ojos de cristal y se aplica la policromía que presenta en la actualidad. A lo largo de los años ha sufrido varias intervenciones, más o menos acertadas, acometiéndose la más reciente en 2013 a cargo del Licenciado en Bellas Artes, José Manuel Cosano Cejas, devolviéndole a la imagen su aspecto original. Se trata de una imagen vestidera de mediano tamaño, cuyos pies y piernas están encarnadas hasta las rodillas, y el resto del cuerpo está policromado en tono marrón oscuro, al estilo que comúnmente se denomina ‘de pijama’. Luce hábito franciscano textil. En sus manos sostiene al Divino Niño Jesús y un ramo de lirios que representa la castidad (voto de la orden franciscana junto a la pobreza y la obediencia). Sobre su tonsa cabeza fulgura una aureola de plata, símbolo de santidad. En cuanto al Niño Jesús, muestra una belleza singular tanto en la expresión de su rostro, como en sus manos y vestido. En su cabeza luce las tres potencias y con la mano izquierda sostiene el orbe (o mundo) mientras bendice a la griega con la derecha. Aunque es talla completa y presenta ricos estofados, en ciertas ocasiones se reviste con túnicas pertenecientes a su ajuar.
La Ermita de San Antonio de Padua está enclavada en la cima del monte Hacho, lugar que ofrece la contemplación de unas vistas inmejorables de la ciudad y el estrecho de Gibraltar. Las crónicas citan la existencia de la ermita del Tojal poco tiempo después de la conquista portuguesa. Es verosímil que la Ermita de San Antonio en el Monte Hacho de Ceuta se edificara en los primeros años después de la conquista en el 1415. Dos razones o circunstancias coincidieron a que así sucediera. En primer lugar, la naturaleza de los conquistadores, que como es sabido eran portugueses, lo que hizo que se introdujera con ellos, fuertemente, la devoción del Santo lisboeta en la ciudad de Ceuta. En segundo lugar, los capellanes de la flota que les acompañaron pertenecían a la Orden franciscana, a la que San Antonio también pertenecía. En el verano de 1545 el Vble. Padre Fernando de Contreras elige la ermita para retirarse a hacer penitencia, en uno de sus viajes para rescatar cautivos en Marruecos.
La ermita ha sufrido varias reconstrucciones, como la de 1593 en la que se utilizó madera de los pinos del propio monte para las vigas. En un principio la Ermita carecía de espadaña, que se construyó en el último lustro del siglo XVII, a la que se llamó torre, y se hicieron sus portalones. En 1749, tras la epidemia de peste tuvo una nueva reconstrucción, reinaugurándose con solemnes cultos religiosos y lidia de toros en las inmediaciones. Arquitectónicamente el cuerpo del templo es de planta rectangular, de una sola nave, siendo de destacar las yeserías barrocas de la bóveda de cañón con lunetos, además de las columnas con capiteles corintios.
El retablo que alberga la secular imagen es de estilo neoclásico, predominando los colores verde y rojo, quizá como reminiscencia de la patria del Santo. El atrio, la sencilla fachada y su espadaña, en la que predominan los colores ocre y blanco, ofrecen un aire de frescura al conjunto.
Los capellanes residían en el Monte Hacho en casa adosada a la Ermita y con puertas que comunicaban con ella. En la actualidad, en la casa contigua a la Ermita con directa y visible comunicación con ella, se sitúa las dependencias de la Cofradía de San Antonio, contando con sala de exposiciones, sala de juntas, despacho, además de un almacén. Es peculiar la tradición entre jóvenes sin compromiso matrimonial sentarse sobre el escalón de mármol de acceso al altar mayor y pedir en esa actitud al Santo que le conceda un novio.
Toda una historia para una cofradía de las más seguidas en Ceuta, que tiene su punto álgido el día 13 de junio, con una romería que llega hasta la propia ermita.
Es una de las hermandades de Gloria del Consejo de cofradía y hermandades de la ciudad. Los devotos de San Antonio suele subirse en más de una ocasión a la semana, para seguir las misas que allí se celebran.
Hace muchos años cuenta una leyenda franciscana que, cerca de Padua, a una madre que estaba trabajando en el campo se le cayó su hijo en una cisterna. Cuando lo recobró, estaba muerto, ahogado. La madre fue corriendo ante el altar de San Antonio, pidiéndole encarecidamente que devolviera la vida a su hijo y prometió dar a los pobres una cantidad de trigo igual al peso del niño. Al final de su súplica, el niño fue reanimándose hasta volver a la normalidad.
La mujer tomó el trigo, lo amasó y distribuyó el pan entre los pobres. Por eso, al principio, la obra del Pan de San Antonio se le llamó “Peso de los niños”, después Pan de los Pobres y finalmente Pan de San Antonio. El día de la festividad del santo se distribuyen entre los fieles que van a la misa panecillos en recuerdo del ‘Pan de San Antonio’ en las iglesias dedicadas al santo.
La historia ha dejado paso a la actualidad y desde hace muchos años la cofradía de San Antonio de Padua de Ceuta distribuye el día 13 de junio, pan entre los asistentes a la misa en la ermita. Se ha convertido en una tradición y son muchos los que van a ver la procesión del santo y además recogen el pan. Hay quienes guardan ese pan durante todo el año sin comérselo y lo cambian al año siguiente cuando vuelve a salir San Antonio. Otros sin embargo sí lo utilizan para comérselo, sobre todo, repartirlo entre los niños.
El hermano mayor, Javier Borderías, tuvo una anécdota el año pasado, precisamente con el reparto del pan, y la recuerda con mucha gracia: “Siempre hay lío en el reparto, pero el año pasado nos pusimos unos monaguillos y yo, y estuvo bastante bien.
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