Mucho tiempo llevaba esperando el parque de San Amaro por las buenas intenciones del señor presidente y su equipo de gobierno. Que lástima que como “casi siempre” este gobierno unidireccional solo impone las actuaciones que acomete sin ninguna intención de consenso ciudadano. Sí, ya sabemos que se trata solo de un parque y que ellos solo han intentado mejorar lo que había y que no hay para tanto. Sin embargo, se trata de El Parque porque no hay otro y, por lo tanto, las actuaciones sobre este espacio son relevantes para nuestra asociación, de la misma forma que venimos analizando otras intervenciones que se han realizado en lugares emblemáticos de la ciudad, y San Amaro es uno de ellos.
Un parque que solo tenían que mantenerlo y cuidarlo, incorporando pequeñas mejoras aquí y allá, siguiendo las indicaciones del propio espacio recreativo y vivencial, que si se le sabe escuchar habla por sí mismo. Con poco más que un buen mantenimiento era claramente suficiente, pero si se pretende algo más, hay que plantearlo partiendo de una reflexión más o menos profunda que vaya más allá del socorrido “vosotros haced un parque nuevo para que la gente disfrute”. He aquí el enorme fallo de bulto en el que continúa cayendo nuestro dilecto presidente, confiando solamente en la rentabilización de su equipo humano. Y su equipo humano no cesa de mostrar sus limitaciones, especialmente el encargado de proyectar las remodelaciones y sus responsables políticos directos. Rentabilizar lo que se tiene en la propia casa es una buena práctica, que duda cabe, es además un síntoma de lucidez que nos aleja del despilfarro de los fondos públicos. Sin embargo, la ausencia de conocimientos sobre cualquier temática en cuestión nos arrastra inexorablemente a la insensibilidad sobre aquellas materias que desconocemos. Por lo tanto, ¿no es menor muestra de falta de buen sentido la improvisación creativa en la que se instala el presidente cuando hace estos encargos sin tener en cuenta las consecuencias de tales actos?. Sobre todo, con el presupuesto de estas obras se pueden desarrollar estos proyectos de otra forma menos limitada, y si no hay presupuesto algunos estarían dispuestos a aportar gratuitamente sus ideas. En esto de los parques hay que contar con historiadores, paisajistas, artistas, naturalistas y todos los “istas” necesarios. Personas cultas (más allá de la instrucción universitaria) que sean capaces de captar el espacio y de escuchar a los ciudadanos que tienen que decir algo o mucho sobre sus historias vivenciales, pasear entre los árboles emblemáticos, fomentar la sensación selvática, disfrutar de los misterios del lugar y sus pequeñas leyendas de rincones mágicos y especiales (en esto coincidimos con Chiki).Todo esto es mucho más importante en este tipo de rehabilitaciones que todos vuestros números y planos. En definitiva el factor vivencial y humano está muy olvidado y arrinconado a su suerte, felizmente todavía, el parque conserva en su zona superior algo de lo que fue.
Estas improvisaciones políticas se están viciando y ya han alterado tres lugares emblemáticos de la ciudad: mirador de Isabel II, Plaza de los Reyes, y ahora el único parque que tenemos. Después de todas estas actuaciones, está claro que el proyectista, y quienes se lo permiten, no conocen la modestia y andan sobrados de presunción. El autor del proyecto tiene la oportunidad de dejar su huella arquitectónica y no la desaprovechará, pues se cree definitivamente lo que no es. Sin mucho gusto por lo sencillo y espontáneo, solo se observa en esta remodelación mucho amor a la obra pública pertrechada de hormigón, ladrillos y adoquines. Esa obsesión por la simplificación modernizante ha terminado mal para los lugares emblemáticos antes mencionados y denota aversión por lo antiguo como si fuera malo y siempre obligado a cambiar, aunque esto signifique empeorarlo todo. La remodelación del mirador de Isabel II ha sido tildado de atentado paisajístico en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Calamocarro y parece que la ciudad lo va a eliminar y volverá a construir otro nuevo, capaces son de encargárselo al mismo que proyectó el bodrio que tenemos.
Sin más vamos a comentar algunas observaciones sobre el nuevo San Amaro siguiendo un estilo telegráfico: la forja de la verja es con mucho lo mejor que tiene el nuevo diseño pero es inapropiada por el acabado peligroso en un entorno de juegos para niños. Los Ficus podados a estilo cementerio de la entrada son como poco inapropiados. El muro de la fuente (por cierto aquí parece que el arquitecto de procesa rememora, como arrepentido, la fuente de la Plaza de los Reyes que se perdió) de la entrada es molesto pues entorpece la visión el parque. La plaza está destrozada y llena de urbanismo innecesario. La fuente encajonada es una birria que sustituye al gran estanque con fuente de estilo más o menos romántico que había antes. Se han perdido el palomar y las pajareras y se mantiene el infame cerco a los ciervos. El espacio para la merienda de las familias se ha suprimido pero a cambio se gana ajardinado. ¿Solo hay un columpio?, nos dicen que se va a construir un fuerte para deleite de los pequeños, esperemos que sea pronto. Una fuente de mármol incrustada en el centro del paseo que lleva a la parte alta acaso imita una especie de río sagrado, ostentoso y hortera. Los bancos son inapropiados por su estética vanguardista y su color en un parquecito clásico que invita al recogimiento y a la contemplación. Las plantas no parecen muy bien seleccionadas, ¿era necesario plantar helechos gigantes?, no nos bastan nuestros helechos norteafricanos. Podríais haber preparado una zona con representación de este tipo de plantas sin flores autóctonas, con menor mantenimiento y mayor valor didáctico. Algunos árboles antiguos resisten pero no están reconocidos ni señalizados, los puentes son de madera, y apropiados. La escultura es ñoñamente obvia y vestida de “Decathlon”, las placas por la hazaña parecen innecesarias, lo mejor es que se ha empleado la palabra “talega” y esta ha quedado inmortalizada en cerámica.
De los dos ámbitos del parque analizados, el de entrada ha perdido todo el encanto y esencia y el otro, el de la parte alta todavía resiste. Queda la esperanza de que el espacio que resta por remodelar tenga un tratamiento distinto e incorpore las ideas de otros profesionales con reconocido buen gusto y de muchos ciudadanos entusiastas. Se podría abrir un concurso para jóvenes paisajistas, esto es barato y se tendrían una gran cantidad de ideas a desarrollar. La solución adoptada finalmente debería buscar amplio consenso ciudadano.
Desde el fondo del parque si nos situamos en el puente de madera vemos al frente un paseo exageradamente urbanizado como si fuera una calle, el mobiliario blanco reluciente no encaja con el entorno sino que está incrustado en él a la fuerza, a nuestros pies una lechada de hormigón impresentable por su remate y que augura lo peor para el resto del espacio. Ante nuestra espalda aparece una zona abandonada pero que contiene unos árboles de grandes dimensiones y una floresta exuberante, la textura de la roca se aprecia y hay tierra en el suelo. La mano del hombre en un parque debe domesticar la naturaleza en cierta medida, sobretodo para recrearla y ensalzarla, atendiendo a la seguridad de todos pero no apartarla de su lado como si molestara. El diálogo con la naturaleza y todo lo demás falta en el actual Parque de San Amaro.