Categorías: Sucesos y Seguridad

Salvas contra las avalanchas

Los policías nacionales efectuaron varios disparos de fogueo al aire para dispersar a la multitud que apedreaba a los agentes en el filtro previo al Biutz. Los problemas vuelven a repetirse ante la gran afluencia de porteadores, cuyo orden mantuvo la UIP dentro de sus posibilidades.

Nada ha cambiado con el inicio del nuevo año y los polígonos del Tarajal dan la bienvenida al 2015 con los mismos problemas. El cierre del puente del Biutz durante una semana –del 31 de diciembre a este martes por las fiestas navideñas–, lejos de aminorar la presión ejercida por los porteadores, lo que ha conseguido es que estos camalos intentasen ayer con mayor ahínco cruzar un bulto de mercancías por el paso autorizado dentro del denominado comercio atípico entre España y Marruecos.
Si el uso de material antidisturbio por parte de la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP) fuese el termómetro que mide la crispación en este recinto industrial, ayer habría alcanzado un nuevo nivel dentro del estado febril que está enfermando este recinto industrial. Aunque el grupo policial responsable de la seguridad mantuvo el orden durante la mañana, hubo algunas avalanchas y sobre todo conatos que atentaron contra esa inestable tranquilidad.
Los policías nacionales tuvieron que responder con disparos de salvas al apedreamiento desde la muchedumbre que aguardaba su turno en las colas que avanzan, en la zona de hombres, hasta el Biutz. Pasadas las 9:30, los porteadores o camalos invadían las calles que desembocan en el ‘corralito’ –vial entre Alborán y La Chimenea sin entrada a las naves– con intención de estrechar el cerco en torno a la cuesta que desciende hasta la calle del río o del muro, tramo previo al puente de mercancías.
Las primeras piedras impactaron contra los furgones estacionados en este filtro de la UIP, con el que contienen a la masa y restringen el acceso a pequeños grupos de porteadores, normalmente de diez en diez. Ante la amenaza de avalancha, un efectivo desenfundó un fusil y realizó dos disparos de fogueo al aire con el fin de evitar la formación de la avalancha. En seguida, como pudo comprobar este periódico, el gentío retrocedió tal y como pretendía el operativo policial hasta lograr que la concentración se dispersara.
Una tensa calma reinó en las filas masculinas desde entonces. Los policías nacionales permanecieron en sus posiciones y solicitaron refuerzos pasadas las 10:00 al comprobar que al aglomeración de personas volvía a producirse por otro flanco. Excepto por el lanzamiento de un puñado de objetos en las horas siguientes, la UIP tuvo controlada la situación en este ‘punto caliente’ de los polígonos. Eso sí, los efectivos destinados en la zona de hombres llevaron casco antidisturbio durante toda la mañana con la visera bajada por protección.
La refriega entre agentes y porteadores empezó antes, sobre las 5:30 según fuentes oficiales, cuando el dispositivo se desplegó en sus calles. Entre 1.000 y 1.500 camalos ya se encontraban a esa hora dentro del recinto en busca de los puestos más avanzados en la fila. Como ocurrió en la mañana de los últimos días de diciembre, los marroquíes y nacionales que cargan fardos corrieron hacia las naves del muro, donde pretendían esconderse hasta que los policías terminaran de desalojar los polígonos. La intención de los porteadores era regresar a la fila cuando el vial quedara despejado, aprovechando cualquier despiste de los agentes o mezclándose con los compañeros que sí entraban en Ceuta a las 7:00. De lo contrario, tendrían que volver a guardar turno, una espera que merma sus ingresos.
Los comerciantes consultados por este diario confesaron que la situación en esta área industrial les ha llevado a sentir “repugnancia” por su lugar de trabajo donde, se lamentaron, tampoco alcanzan los ingresos necesarios para mantener a flote sus establecimientos. Entre críticas a ambas administraciones y demostraciones de la contracción que experimentan sus negocios, tanto hombres como mujeres atravesaban los polígonos con las manos vacías hasta llegar a los aledaños del Biutz. Allí, los plantos y controladores de los fardos –figuras que trabajan para los verdaderos propietarios de la mercancía ajena a los empresarios legalmente constituidos– agarraron a los porteadores para arrastrarles hasta las consignas, donde les adosan los productos al cuerpo. Algunos porteadores denunciaron que los plantos les exigen el pago de sobornos –entre cinco y 15 euros– para tener privilegios en la fila.
“¿Por qué nadie les obliga a que hagan cola con mercancía?”, se preguntaron ayer varios comerciantes, quienes acusaron a las autoridades de “consentir” la continuidad de unos almacenes que guardan productos procedentes de China y que entran en la ciudad, según los mismos afectados, por un valor inferior al real. Unos bultos que, aseguraron, ayer se pagaron a 50 euros, con lo cual los porteadores se abalanzaron sobre ellos dando la espalda al resto de locales que no ofrezcan estos paquetes. Un precio que se encuentra detrás del ‘efecto llamada’ que, bromearon, “ha hecho que de Castillejos a Tetuán no encuentres un albañil porque todo el mundo ve más rentable portear”.
Otro perfil de cliente, fundamentalmente marroquí que visita la ciudad para comprar bienes de uso personal y familiar, también tuvo vetado la libre circulación por los polígonos, tal y como denunció de forma pública Mohamed Ahmed, presidente de La Chimenea, acompañado de otros comerciantes que tuvieron que entregar los productos a los compradores fuera del recinto.

“Si los polígonos son privados como dice la Delegación del Gobierno”, argumentó Ahmed; “¿por qué la Policía Nacional cierra la puerta principal sin nuestro permiso?”, inquirió. La naturaleza pública o privada del recinto condiciona otro de los frentes abiertos entre la Comunidad de Propietarios de los Polígonos del Tarajal y el Gobierno de la Plaza de los Reyes. Como le advirtió en una carta, los empresarios son los responsables de la seguridad privada en el recinto y apeló a la ley de Seguridad Privada para instar al cumplimiento de este requisito. En el mismo texto, figura que el delegado del Gobierno podrá exigir la adopción de sistemas o servicios de seguridad, a lo cual se opone la Comunidad de Propietarios.
Quienes sí están dispuestos a sufragar la vigilancia privada son los miembros de la Asociación de Comerciantes de los Polígonos del Tarajal, grupo que ha elaborado distintos cálculos sobre el coste que supondría por comerciante y los someten a valoración en estos días. Francisco Sánchez, su vicepresidente, se refrendó en esa idea. Hasta diciembre Seguriber surtía de auxiliares a la Comunidad, quienes ejercían las funciones que hoy desempeñan los plantos, menos el control del tamaño del bulto, labor de la que nadie se ocupa en la actualidad.

Menores infiltrados entre los porteadores porque, aseguran, “es la única forma que tenemos de ganarnos la vida”

A mediados del verano pasado, ya inmersos en el repunte de marroquíes que acuden a diario a Ceuta para dedicarse al comercio atípico seducidos por los suculentos beneficios de determinados bultos, los comerciantes alertaron de que universitarios del país vecino aprovecharon la finalización de las clases para ahorrar porteando. Ya no son solo veinteañeros que necesitan recursos de cara al próximo curso, sino que como pudo comprobar ayer este periódico, entre los camalos hay incluso menores de edad. Uno de los agentes de la Unidad e Intervención Policial del Cuerpo Nacional, en medio de la actividad frenética que caracteriza a los polígonos, le preguntó por su edad a uno de los camalos.
“Yo...”, dudó antes de contestar; “tengo 17 años”. El policía le replicó: “Entonces, ¿tú que haces aquí?”. A lo cual el muchacho respondió que es la “única forma que tenemos de ganarnos la vida” antes de seguir su camino perdiéndose entre el tumulto. Este intercambio de palabras se produjo ayer en la calle del río o del muro, donde se encuentra la mayor parte de las consignas de fardos ajenos a los negocios legalmente establecidos –otro porcentaje de estas naves corresponde al último tramo de la Fase II–. Durante la mañana no pararon de abrirse sus puertas, de donde salieron porteadores haciendo rodar los bultos tan solo unos metros hasta llegar a la fila.
Por otra parte, algunos comerciantes señalaron que los españoles musulmanes tienen mayores facilidades para pasar mercancías por el Biutz debido a que ambos países ponen menos trabas en el retorno por la frontera a quien muestra el pasaporte ‘rojo’ –nacional español–.

El recinto industrial está rodeado de chozas de cartón en las que los camalos pasan la noche

Construcciones de todo tipo, así como cajas abiertas que cubren las medidas de un adulto, pueblan los alrededores de los polígonos del Tarajal. Con palés, cartones y palos, los porteadores que pernoctan en la ciudad pese a la prohibición han levantado chozas en distintos puntos de los accesos a los polígonos. Otros pueden sufragase por unos euros dormir en el suelo de una vivienda en las barriadas colindantes y eludir así el veto a la entrada de marroquíes por la frontera hasta las 7:00 de la mañana.

Unas 8.000 personas pasaron ayer bultos, en más de un ocasión, al país vecino

La calle del muro o del río, en los aledaños del Biutz, es el lugar donde los porteadores llegan con las manos vacías y cargan bultos trasladados a estas consignas con motocarros desde otros puntos de la ciudad. Según pudo conocer este periódico, ayer pasaron por el Biutz unas 8.000 personas que pudieron hacer más de una rotación.

La UIP descubre otra vez a camalos ocultos en las alcantarillas próximas al Biutz

Bajo las trampillas subterráneas en la calle del muro, los agentes de la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP) hallaron ayer a dos porteadores que se escondieron a la espera de que los policías desalojaran el vial y ellos pudieran ocupar los primeros puestos en la fila. Una táctica de la que ya informó este periódico a través del vídeo grabado por un comerciante. El fondo de la alcantarilla está forrado de cartones para hacer más confortable la espera.

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