Ceuta, ciudad de salvadores, de genios que se sienten incomprendidos en otros puntos del país y que hacen caja en esta tierra como quien prepara rosquillas tras encontrar el calor de avispados políticos.
Porque todo se centra en tener un buen padrino para terminar sentado junto a los grandes empresarios de Ceuta dando con la coartada perfecta para pasar de ser un personaje de medio pelo a mezclarse con los círculos de poder.
La hemeroteca nos deja buenos ejemplos de cómo la clase política cae boba ante proyectos no solo irrealizables, sino que atentan contra cualquier tipo de norma ya sea medioambiental o jurídica que pueda desarrollarse.
Allá por 2021, se llegó a difundir un vídeo promocional de lo que llamaron el Coloso de Ceuta. Lo iban a construir en el Sarchal. En el fondo era una auténtica aberración de 190 metros que se vendió como un referente para Ceuta.
Lo grave no fue que alguien pensara que aquí somos tontos, sino que desde el propio Gobierno se diera calor a esa idea atendiendo los planteamientos presentados a sabiendas de que hacían aguas.
Fue la Consejería de Hacienda a través de Servicios Tributarios los que se dejaron comer la oreja.
Por aquel entonces nos contaron las mismas milongas de ahora: que si las ventajas fiscales, que si el futuro del sector tecnológico y la joya de todos los argumentos: la creación de puestos de trabajo. Ese es el mejor enganche para defender auténticas aberraciones.
El Coloso se quedó en nada, pero aquello fue un ejemplo de los triunfos artificiales que se estilan. Los años pasan, pero no los atrevimientos. El mundo está hecho de osados, de salvadores de patrias chicas que se mueven como una brújula que marca siempre al poder.
Al final Ceuta se queda como está, los políticos siguen rotando en sus puestos y los avispados intentan seguir vendiéndose como artífices del futuro de este pueblo que, incongruentemente, sigue arrastrando los mismos problemas de hace años: desempleo, barriadas cada vez más desfavorecidas, huida de quienes pueden y empobrecimiento de los que se quedan… y un recelo social acrecentado por quienes viven de los enfrentamientos y no del espíritu constructivo.