Sumar como organización y personalmente la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y los ministros de Cultura y Juventud, Ernest Urtasun y Sira Rego, respectivamente, han anunciado que abandonan la red social X por haberse convertido en un "altavoz de la extrema derecha". Una desbandada que podría reproducirse en Ceuta entre el colectivo de izquierdas.
En comunicado remitido por la formación, Sumar afirma que "en los últimos meses Elon Musk no ha dejado de utilizar X con fines políticos", tanto para apoyar al presidente de EEUU, Donald Trump, como para llamar a "levantamientos contra refugiados en el Reino Unido" o intervenir en la política europea en apoyo "de la extrema derecha en las próximas elecciones alemanas".
Critica además que en la noche de este lunes el magnate "dio un paso más emulando el saludo nazi tras la investidura de Donald Trump".
"Las redes no son suyas. No le pertenecen a ningún millonario. Son de la gente. Fue la gente la que construyó Twitter. Fue la gente la que hizo de Internet lo que es", dice el comunicado de Sumar, que termina: "Podemos hacerlo de nuevo. Vamos a hacerlo".
Para muchos usuarios de izquierdas, la acción de Musk no es un hecho aislado, sino un reflejo de un patrón preocupante en la dirección de la plataforma, que ha sido acusada en reiteradas ocasiones de dar espacio a discursos de odio, desinformación y cuentas de ultraderecha.
Esta situación ha llevado a numerosos colectivos a plantearse el abandono de X como un acto de coherencia política y ética.
El gesto de Musk, propietario de X (anteriormente Twitter), ha sido percibido por algunos como una normalización de símbolos y comportamientos vinculados a regímenes opresores.
Para los usuarios de izquierdas, que defienden la igualdad y los derechos humanos, permanecer en una plataforma cuyo líder parece trivializar estos gestos resulta contradictorio.
Desde que Musk asumió el control de X, la plataforma ha sido criticada por su permisividad hacia discursos extremistas. Las decisiones de reintegrar cuentas previamente suspendidas por incitar al odio han aumentado la percepción de que la red social se inclina hacia la ultraderecha.
La proliferación de redes sociales a priori descentralizadas como Mastodon o Bluesky ofrece opciones que internautas ideológicamente contrarios a Musk consideran más éticas. Estas plataformas, que se presentan con una política más estricta contra el odio y el extremismo, están ganando adeptos entre quienes buscan espacios digitales más inclusivos.
Dejar X no es solo un acto personal, sino también una forma de protesta económica. La plataforma depende de la actividad de sus usuarios para generar ingresos publicitarios, y un éxodo masivo podría enviar un mensaje contundente sobre el rechazo a su dirección actual.
Para muchos progresistas, el saludo nazi de Musk representa la gota que colma el vaso.
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