Son los últimos de la valla. Los que
han conseguido cruzar una barrera imposible, tan blindada que desde el verano pasado ningún subsahariano ha conseguido saltarla. Es tal la presión ejercida por las fuerzas marroquíes,
enfrascadas en la construcción de un vallado nuevo, que aproximarse a Ceuta es casi un milagro. Pero estos seis jóvenes lo consiguieron a costa de dejarse la piel en las
concertinas, esas que hicieron llorar al Papa Francisco y que todavía no ha retirado el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Esta mañana han acudido del
CETI a la
Jefatura Superior de Policía para filiarse. Ya constan en el registro de nuevas entradas, con la coincidencia de que todos son o dicen ser de Guinea Conakry. Fueron siete los que intentaron el pasado sábado el salto. Seis lograron el pase y uno quedó en Marruecos. Llevaban más de un año esperando en el vecino país el pase, todos se han hecho amigos allí y juntos decidieron que la lluvia y el viento del fin de semana podía servirles de cobertura para acceder a la ciudad autónoma.
“Había mucha seguridad, no es fácil entrar”, explican a
FAROTV a las puertas de la Jefatura Superior de Policía. “Nos hemos hecho mucho daño con las cuchillas, damos gracias a Dios que hemos entrado”, añaden. “Primero saltamos la barrera de Marruecos y después la española”, explican, causándose daño en las manos, que presentan llenas de heridas. Dos días estuvieron andando por el bosque en donde todos se ocultaban y fue al tercer día cuando decidieron pasar. No habían intentado saltar la valla con anterioridad, solo la habían visto. Conocían como se salta por otros compañeros pero nunca habían intentado cruzar por sus propios medios. Allí en la alambrada dejaron su sangre y casi dejan su libertad. Fueron rápidos, cansados escaparon cada uno por donde acertaba a caminar, hasta que fueron encontrados por ciudadanos y por las fuerzas de seguridad. Todos están ya en el CETI a excepción de un menor que ha ingresado en ‘
La Esperanza’. Esperan ahora el momento de cruzar a la Península. Mientras tanto confían en olvidar todo lo que han pasado, todos esos tiempos de espera, esos caminos que tomaron y que, en sus casos, resultaron los acertados.