Desde el típico tabomdiemak (tu puta madre) hasta los golpes constantes contra la chapa de las puertas de los calabozos. Y a caballo entre una cosa y otra, todos los recuerdos que uno pueda tener –siempre despreciativos- hacia los progenitores de los agentes de las fuerzas de seguridad, de los vigilantes y de cualquier persona que quepa en la ocurrencia de un detenido antes de su puesta a disposición judicial.
Esta es la combinación que termina ‘acompañando’ el trabajo de quienes prestan servicio en el Palacio de Justicia y la vida de los vecinos que residen frente a esta instalación y que se ven obligados a soportar lo que supone, en demasiadas ocasiones, una auténtica tortura. Nadie hace nada al respecto aunque haya días en los que los ruidos infernales hacen imposible no solo la labor diaria o el descanso entre residentes próximos sino prestar una atención sumamente sensible en instalaciones como la que ocupa la Oficina de Atención a las Víctimas de Violencia de Género. ¿Se imaginan atender a una mujer que está denunciando malos tratos con los golpes constantes, los gritos e insultos de detenidos? Y eso cuando no son las amenazas, que vienen a convertir el necesario ambiente laboral de tranquilidad en una auténtica tortura.
Internamente se ha trasladado la queja de los que sufren directamente esta situación en sus quehaceres diarios, a lo que se suma el pesar de unos vecinos a los que no les queda otra que aguantar momentos que son indignantes, que impiden el descanso y que tienen lugar desde el momento en que llegan detenidos díscolos, a las 8:00 horas. “Es inaguantable”, lamentan los afectados. Ni cerrando ventanas, ni incluso poniendo el típico hilo musical de ambiente se puede amortiguar esa constante cadena de gritos, insultos y golpes que son consentidos sin que se adopten medidas paliativas en un edificio antiguo, obsoleto, mal construido y que ni siquiera reúne las condiciones para prestar con las garantías laborales dignas las atenciones debidas.
No es un caso aislado, muy al contrario. Si vecinos y trabajadores protestan es porque ya han aguantado demasiado y el hartazgo ha llegado a un límite que, al menos, saliendo a la luz puede visibilizar tal despropósito.
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