Su nombre y su música son atemporales en el universo musical. Rosana es inclasificable, ese es su sello. Después de dos décadas en lo más alto ha conseguido lo que todos ansían y por lo que, seguramente, pagarían: mantenerse en las listas, conseguir que cada trabajo contenga algo especial que sus seguidores acogen con gran entusiasmo y un público fiel que espera, el tiempo que haga falta, para volver a disfrutarla en directo agotando todas las localidades. Así es como han respondido sus seguidores caballas que, después de diez años y lejos de desistir, colgaron esta semana el cartel de completo para el espectáculo que la canaria ofrecerá esta noche, a las 22.00 horas, en el Parque Marítimo. Para definir a Rosana simplemente hay que cerrar los ojos y dejarse llevar por sus letras, sus melodías y armonías. Ese característico optimismo que infunde a cada canción culminado con la carga energética es, simplemente, ella. Hablar con Rosana es conversar con cualquiera de sus temas. “Hola mi niña, qué ganas de llegar a Ceuta”, responde recién aterrizada de Estados Unidos. “Ha pasado mucho tiempo, pero no me he olvidado, ni ha sido por falta de ganas, simplemente surgen otros asuntos que te hacen posponerlo, pero me comprometo a volver, al menos, una vez por cada trabajo que publique”, manifiesta con una energía contagiosa. Evidencia el anhelo de desembarcar y ofrecer un formato de espectáculo que, hasta ahora, no ha compartido con su público de Ceuta.
– ¿Alguna sorpresa preparada para el concierto de esta noche?
– En realidad la sorpresa me la va a dar el público a mí, porque no llego con nada preparado. Simplemente seré yo y mi guitarra sobre el escenario y ellos elegirán lo que quieran que cante. Es un formato de estar por casa que llevo ya tiempo ofreciendo y es el que más disfruto, pero que todavía no había ofrecido aquí. Podría definirlo como esas reuniones de amigos en los que estás con tu guitarra y cantamos juntos los temas que ellos quieren.
– Aunque el repertorio será variado, en función de lo que el publico decida, se pedirán nuevas canciones de su último trabajo ‘En la memoria de la piel’, del que se puede deducir que el título no es una referencia literal.
– Yo hablo de otra piel, de la que se emociona y se le ponen los pelitos de punta de manera libre y natural sin que la cabeza lo procese. También hablo de la piel que nos es común: aunque el mundo se empeñe en diferenciarnos, la piel y su memoria nos recuerdan que los seres humanos somos muy parecidos en pelotas. Es la memoria que se queda con las caricias y con un buen abrazo.
– Afirma que este disco es un conjunto de vivencias que todas las personas tienen en común. ¿Se basa en historias que la gente le cuenta o nace de usted?
– Nace de mí y además no pasa nunca por mi cabeza. No sé componer con la cabeza. No hago nada con la cabeza, ni peinarme.
– Creó 50 canciones para el álbum y se quedó con 11. ¿Cómo se decide cuál descartar y cuál no?
– Lo sometí a votación popular, por decirlo de alguna forma. Reuní a familia y amigos y les canté todas las canciones. Después ellos votaron, y las que más emocionaron y tuvieron mejor acogida son las que finalmente se incluyeron en el álbum.
– ¿Por qué decidió grabarlo en casa? ¿No satura mucho el no desconectar?
– No lo veo así, mi profesión está detrás de eso. En general soy una persona incorrecta para casi todo, prefiero guiarme por las emociones. Necesito emocionarme cuando trabajo y meter en un disco la verdad que siento y, si lo que siento lo tengo en casa como, fue este caso, era necesario grabarlo allí. Porque entre esas paredes se encontraba toda la verdad que yo quería transmitir.
– Desde su publicación en 2016, ¿cómo ha sido la acogida?
– Creo que lo sabes cuando ves la reacción del público. Así que me aventuraría a decir que ha funcionado muy bien. Cuando lo que tú dices es lo que esperas que te respondan, ahí surge la magia. Cuando una canción que comenzó siendo tuya termina siendo de todos.
– Habían pasado seis años sin publicar un trabajo, parece un largo periodo para esta época en la que ha cambiado la forma de hacer música y consumirla. ¿Se exige más por parte del público aunque sea peor?
– Nunca hice discos por hacer, aunque es innegable que el panorama musical y artístico ha cambiado. No está pasando nada preocupante, es una tendencia normal que esta relacionada con la evolución de los formatos. Internet nos ha dado mucho, pero también se ha llevado la esencia de los medios convencionales y, ahí, sí echo en falta esa parcela de las personas con criterio que me abran el apetito musical para descubrir nuevos talentos. Hemos perdido el factor sorpresa porque todo está colgado, pero hemos ganado en cercanía y en la pérdida de fronteras. Ahora puedo promocionar un disco en Japón sin tener que trasladarme físicamente. Internet es un espacio inmenso donde reina la ley del medio oeste, pero es bueno para los que nos gusta vivir la vida sin límites.