Supone todo un debate para las arcas culturales del país el hecho de ver cine y televisión, como ocurre en otros lugares, en sus versiones originales subtituladas en el caso de tratarse de material extranjero. Ello favorecería en muchos casos que la población adquiera hábito en el manejo de otros idiomas, a los vecinos de Portugal me remito sin ir mucho más lejos, e incluso podría ayudar a que el consumo del producto autóctono fuese más común, hecho propiciado por la comodidad de entender sin dificultad lo que estás oyendo. En su momento se optó en España por doblar las voces, perdiendo así en muchos casos riqueza en matices interpretativos, pero dotando al espectador patrio precisamente de esa comodidad de entender sin dificultades lo que se oye, ya provenga la propuesta de Estados Unidos o de Finlandia, lo cual no deja de ser a veces un alivio. Con sus ventajas e inconvenientes también, el método de consumo aquí, pasa por una industria de doblaje, eso sí, altísimamente profesional, que me atrevería sin demasiado riesgo a afirmar que es la mejor del mundo.
Cuando los actores o actrices internacionales oyen en los trailers promocionales sus voces en español se sienten rarísimos, pero nosotros nacemos y morimos con este hábito, y lo tenemos más que naturalizado. Hablando de morirse (toquemos madera), y a colación de esta potente industria del doblaje en España, tenemos que lamentar el fallecimiento de la gran Rosa Guiñón, a los 90 años (esta profesión no tiene edad, de hecho, la voz con el tiempo adquiere un poso similar al del buen vino). Sus trabajos eran especialmente conocidos porque se trataba de nada menos que la voz en español de Meryl Streep, que a partir de ahora queda “afónica” para siempre en España, y sí que la notaremos rara con el doblaje de otra actriz que no sea Guiñón.
Considerada una de las representantes más importantes del doblaje en España y en español, no sólo trabajó en su longeva carrera profesional con el personaje de Meryl Streep; también fue la de Julie Andrews o Barbra Streissand, y fue igualmente la voz de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o Natalie Wood en West Side Story.
Profesional incontestable, participó en un total de 1772 (¡!) doblajes diferentes, incluyendo películas y también publicidad.
Además, sus horizontes no se limitaron al cine estadounidense, y realizó un total de 24 de los 62 doblajes de papeles de Catherine Deneuve, otra grande de la escena.
Fue esposa del también actor de doblaje Rogelio Hernández (Barcelona, 1930-2011), voz habitual en español de actores como Jack Nicholson, Marlon Brando, Paul Newman y Michael Caine, entre otros muchos que adornan el palmarés de estos famosos anónimos, a los que todo el mundo conoce por su inconfundible voz.
La Asociación Profesional de Artistas de Doblaje de Barcelona ha declarado en un comunicado oficial que “se va una gran actriz que contribuyó en una época de esplendor del doblaje y que es parte imprescindible de su historia”, palabras de cariño y respeto hacia una grande que suscribimos una a una, con gran pesar por la noticia, desde este humilde rincón cinematográfico. Como solemos decir en estos casos, siempre nos va a quedar su legado en forma de clásicos (y no tan clásicos), en los que podremos oír su voz las veces que queramos.
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