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Rosa Founaud y sus alumnos siguen bailando en casa

Rosa Founaud, directora de la escuela de danza con su nombre homónimo, cuenta cómo ha tenido que cambiar sus clases presenciales a online a causa del coronavirus: los horarios, la difícil tarea que tienen con las tres disciplinas que imparten -danza clásica, contemporánea y española- y, por otra parte, el enriquecimiento que supone el superarse todos los días.

La danza supone mucha disciplina y sacrificio por parte de los bailarines, además de unas instalaciones y un material básico y necesario… Sus alumnos, llenos de energía y de ganas de seguir aprendiendo, han creado una gran familia durante el confinamiento. Founaud no sabe cuándo podrá agradecer todas las cosas buenas que le hacen vivir todos los días, incluidos los padres de sus alumnos, porque muchos se han unido a las clases online para ver cómo se esfuerzan y disfrutan sus hijos con la danza.

–¿Cómo ha cambiado el coronavirus su forma de trabajar?

–Debido al confinamiento y con mucho trabajo por hacer para poder acabar el curso con los objetivos que habíamos marcado, hemos tenido que reinventarnos y buscar metodologías diferentes tales como dar clases por la aplicación ‘Zoom’, trabajar a través de vídeos informativos sobre la técnica de la danza y enviando retos a los alumnos para que en su tiempo de ocio puedan trabajar otras actividades creativas y mantenerles activos y entretenidos.

–¿Cómo es dar clases de danza clásica u otras disciplinas de danza ahora desde casa? ¿Le resulta fácil enseñarles de esta manera?

–Implica, por nuestra parte, un esfuerzo grande para poder mantener la concentración de los alumnos y el poder corregir a través de una pantalla. La danza clásica requiere de unas condiciones especiales para trabajarla correctamente, un tipo de suelo específico, un espacio amplio, barras para las clases... Aun así procuramos adaptar los ejercicios a las condiciones que tenemos. No resulta fácil adaptarse a las nuevas tecnologías y aplicarlas a este tipo de formación, pero considero que simplemente el hecho de intentarlo y hacerlo ya nos aporta a todos un reto nuevo y un aprendizaje que en ocasiones futuras podamos incluir como enriquecimiento de trabajo.

–¿Cuántas horas a la semana hacéis clases online?

–Tres, de lunes a viernes -de 17:00 a 20:00 horas- contando con tres maestras que dan clases a las mismas horas pero con grupos diferentes.

–¿Cuántos alumnos tenéis? ¿De qué edades?

–Aproximadamente unos 150 alumnos, desde los 3 años en adelante.

–¿Qué consejos les da a sus alumnos para mantener la forma física en estos días?

–Los consejos básicos son, primero, que coman lo más saludable posible, que sigan con ilusión sus rutinas de clases, que estiren bien antes y después de cada clase. Y, sobre todo, que vean que el camino por el que estamos aunque a veces sea duro, veremos el final y todo volverá a ser como era. Para llegar ahí y sin que nuestro cuerpo sienta que ha perdido condiciones, debemos mantenernos en forma.

–¿Cuáles son todas las actividades que hacéis online?

–Los tipos de danza que enseñamos son: ballet en todos sus niveles, danza española y danza contemporánea.

–¿Qué respuesta tenéis por parte de los alumnos? ¿Y de las familias?

–Como todo, al principio lo desconocido asusta y así fueron los primeros días. Un poco de expectación por el resultado, miedo a no saber manejarnos bien con las nuevas tecnologías, incertidumbre sobre todo a lo desconocido. Pero, poco a poco, observamos que la concentración es mayor día a día y el trabajo es satisfactorio.

La cuestión no es mejorar la calidad de los bailarines, pero sí mantenerles en su aprendizaje activos hasta lo que han conseguido a día de hoy. En cuanto a los familiares, procuramos que en ocasiones trabajen con sus hijos para aportar a las clases la unión y el apoyo de la familia. Así ven y sienten de qué se trata el trabajo que hacemos con sus hijos y pongan en valor su esfuerzo.

Estamos inmensamente agradecidos por la ternura y el apoyo constante que recibimos de ellos. Siempre digo que en esta vida todos tenemos que sumar y en esta cuestión y momento el que vivimos, cualquier sonrisa y buena voluntad de los padres suman mucho y nos da energía para seguir adelante.

–¿Cómo ves la vuelta a la ‘normalidad’?

–Aún nos quedan muchos proyectos por realizar y los haremos. La ilusión esta ahí y día a día nos mantiene activos.

Formamos una gran familia y tanto yo como directora de la academia y nuestras maestras nos sentimos plenamente orgullosas de los valores y el amor que se respira tanto en los niños como en los padres. Seguramente habrá tiempo para agradecer más adelante y así lo haremos. Siempre quedará en mí la visión de que después de 34 años conviviendo en mi escuela, tuve que parar, aprender, tener temores e incertidumbre durante una etapa. En vez de sentir que todo acababa, sentí todavía más el empuje, el cariño de todos y, posiblemente, no habrá vida suficiente para poder agradecer lo que siento en mi corazón.

Sí sé que habrá un antes y un después como para todos, pero si el antes fue bonito, el después será lleno de gratitud.

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