Entregó su vida al Cuerpo Nacional de Policía. Era de hecho uno más en la plantilla de Ceuta. Un buen fichaje para la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana de la que forma parte la Unidad de Guías Caninos.
Rómulo era simplemente un perro “fantástico”. “Pensaba que nos jubilábamos juntos”, confiesa emocionado Pedro, su guía.
En su hoja de servicio constan aprehensiones de drogas y billetes. Esa era su misión: ponérselo difícil a los que se mueven en el mundo de la delincuencia localizando sustancias estupefacientes, billetes de curso legal y armas. En definitiva las pruebas necesarias para poner a los delincuentes ante la justicia sin lugar a escapatoria.
Hace unos días a la vida le dio por ponerse de espaldas a Rómulo. Así, sin más, sin avisar, como suele hacer ‘la puñetera’ en demasiadas ocasiones, parando el reloj sin opciones. “Lo echo mucho de menos”, confiesa Pedro al recordar a quien ha sido su compañero en estos últimos años.
Rómulo, un pastor belga malinois con una vitalidad tremenda que le hacía brillar como ninguno, habría cumplido 6 años el próximo 25 de junio. Servía a la Policía Nacional desde que fue predestinado para ello en su lugar de origen, Madrid. Al poco pasaría a Málaga y desde allí desembarcó en Ceuta a finales de 2018 principios de 2019, con poco más de un año.
Desde entonces tuvo como compañero a Pedro, el guía canino más antiguo de toda España, con 38 años de servicio en esta especialidad, que forma parte de la Jefatura Superior ceutí. En el camino hacia esa pronta jubilación para la que le quedan meses, Pedro ha perdido a quien ha sido, sin duda, uno de sus compañeros más fieles.
“Íbamos aprendiendo el uno del otro”, relata en lo que fue una carrera de aprendizaje diario para saber rendir al máximo en una especialidad que es clave en la Policía Nacional, Cuerpo que cada vez reconoce más la labor de sus agentes caninos.
Rómulo “era fantástico”, insiste. Así, tal cual. Cuando Pedro lo recogió para incorporarlo a la plantilla de Ceuta comprobó que reunía las condiciones que buscaba. Necesitaba un can y cuando lo vio “me gustó muchísimo”, recuerda emocionado. Pasó con éxito por la adaptación a su trabajo y a la propia ciudad donde le tocaría vivir y servir.
“Era fuerte, noble, cariñoso, se adaptaba a todas las exigencias. Todos los perros tienen energía pero Rómulo era especial, tenía muchísima”, recuerda. Cada día era un reto y Rómulo se amoldaba a un trabajo que requiere de mucho control, de mucha especialidad para que ninguna sustancia ilícita se escape del cerco policial, además de mucha complicidad entre compañeros.
Durante los algo más de 4 años en los que ha prestado servicio en la Policía de Ceuta, Rómulo ha hecho varios servicios destacados de la mano de su guía. “Siempre estaba preparado para el reto, se adaptaba a todas las exigencias, tenía mucha fuerza. Todos los perros tienen energía pero él era…”.
Se ha ido un agente 10, un luchador que ha dejado huella, un especialista que fue adaptándose a las enseñanzas de su guía en esa labor siempre tan complicada de buscar la forma idónea para que el can pueda hacer lo que se pretende de él. Cada perro es un mundo y hallar el punto de conexión que derive en un óptimo resultado policial es cuestión de mucho trabajo, de convivencia y complicidad.
Rómulo se había ganado el puesto de policía pero también el corazón de su guía y de la Unidad por su lealtad. “Lo echo mucho de menos”, confiesa Pedro.
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