Rocío ‘La Canastera’ es una madrileña afincada en Ceuta desde hace años. Desde pequeña siente la pasión por el flamenco, aunque no se dedica a ello de forma profesional.
–Rocío ‘La Canastera’. ¿A qué se debe su nombre artístico?
–Ese nombre surge porque a mí siempre me ha gustado mucho cantar y especialmente el flamenco. Entonces este nombre surge porque yo cuando cantaba en plan aficionada, porque tengo otra profesión, siempre me decían que mi cante era muy canastero, que se identifica con la similitud del cante gitano. De ahí me empezaron a decir Rocío ‘La Canastera’ y así me quedé.
–¿Cómo comenzó su pasión por el flamenco?
–El flamenco en mi casa siempre ha estado presente a pesar de ser castellana. Mi padre tocaba la guitarra, aunque él era gallego, y nos lo inculcó a toda la familia. Yo veía a mi padre desde pequeña y recuerdo a mi madre decir que mientras me tenía en su regazo mi padre tocaba por alegrías y yo los pies los movía. El compás y el ritmo lo sentía.
–¿Qué le aporta el flamenco?
–El flamenco es una forma de sentir, de enfocar, de ver las cosas. Es como que te transporta, una forma de evadirte. El flamenco tiene unos palos que son muy característicos y representan mucho tu personalidad. En tu forma de cantar se nota tu personalidad. Por ejemplo, si cantas rápido se nota que eres extrovertida, impulsiva; si cantas más lento y te gusta que el cante sea más sentido y profundo eres una persona más pensativa, más reflexiva,…Entonces el flamenco es una forma de transmitir tu personalidad, pero a la vez de enfocar diferentes aspectos de la vida.
–¿Considera que el flamenco ha evolucionado con el paso del tiempo?
–Yo el flamenco lo entiendo de una forma y soy una persona tolerante y que no me importan las fusiones siempre y cuando se respete el flamenco. Todo contribuye. Es decir, un laúd contribuye, un piano, una flauta travesera, un violín... Contribuyen y engrandecen siempre y cuando haya una buena fusión. Es decir, siempre que se respete su esencia y que cuando tú lo estés escuchando suene a flamenco y haya una buena cohesión y coordinación, ¿por qué no?
Aunque es cierto que últimamente se está maltratando un poquito al flamenco porque ya el término flamenquito es un diminutivo de flamenco. Al flamenquito vamos a llamarlo flamenquito, pero no queramos decir que es un flamenco, porque el flamenco puro es el ‘ayy’, el lamento o una bulería con muy buen compás. Luego está el flamenquito con grupos emergentes que están muy bien, pero hay que diferenciar una cosa de otra.
–¿Desde que llegó a Ceuta forma parte de la Tertulia Flamenca de la ciudad?
–No, la fui conociendo a posteriori. Es cierto que los flamencos cuando vamos a otras ciudades que no son las nuestras, somos de buscar un poco los referentes y los sitios donde se profesa de el flamenco. Yo conocí casualmente la tertulia flamenca y es un sitio que me pareció agradable e interesante porque comprobé que confluían diferentes generaciones y eso es muy enriquecedor porque siempre que haya personas de diferentes edades tienen vivencias que tú a lo mejor no has vivido. Con lo cual, cuando estamos en una reunión, que no es solo cantar y bailar, empiezas a escuchar a personas mayores que han compartido momentos muy importantes con Don Antonio Mairena, por ejemplo, o con José Mercé… Entonces empiezan hablar de sus momentos gloriosos y tus conocimientos más sus conocimientos todo enriquece y todo suma.
–¿En qué lugares ha actuado?
–En teatros de la comunidad de Madrid, saetas en procesiones de Madrid y desde el balcón del Ayuntamiento. También he actuado en eventos privados, en reuniones y en el Teatro de San Fernando de Torrejón de Ardoz.