Opinión

Robótica educativa

Nuevamente me encuentro en el Parque de las Ciencias de Granada realizando una estancia de investigación. Es continuación de una primera parte, en la que estuvimos analizando el impacto socioeconómico de su actividad. Como suele ocurrir cuando tienes en marcha un proyecto de investigación, surgen temas diferentes, aunque conexos, que te llevan a indagar otros caminos. En este caso se nos plantearon dos nuevas cuestiones relacionadas con el objeto principal del estudio. La primera, respecto al modelo de gestión totalmente innovador y lleno de sentido común, que había llevado a la institución a situarse en los primeros puestos en número de visitantes, calidad de las exposiciones e influencia social. La segunda, respecto al impacto positivo que, necesariamente, ha tenido que ejercer su actividad en el incremento de vocaciones científicas. Hay investigaciones que acreditan que esto se ha producido en otras partes del mundo.
Siempre que puedo, y me invitan, asisto a los eventos que allí se organizan. El último era para la inauguración del denominado OpenLab, un laboratorio de cultura tecnológica y experimentación. Acudían al mismo las autoridades políticas (Consejero de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía y Presidente del Consorcio Parque de las Ciencias) y académicas (Rectora de la Universidad de Granada), además de otros miembros del Consejo Rector del Parque, autoridades locales y representantes de la Asociación del Profesorado de Tecnología de Andalucía y el Club Robótica de Granada, que colaboraban con dicho proyecto.
Pero, lo realmente significativo fueron algunas de las cosas que allí se dijeron y se vieron. Así, llamaban poderosamente la atención los equipos de jóvenes de ambos sexos que se agrupaban en torno a mesas de trabajo y se afanaban por avanzar en sus proyectos tecnológicos. Aunque el laboratorio es de robótica educativa, principalmente, también se llevan a cabo proyectos como el EducaCont, para la medida de la calidad del aire en los centros educativos. Igualdad, interdisciplinariedad y trabajo en equipo era lo que allí se visualizaba. Precisamente los tres valores que la rectora de la Universidad de Granada resaltó como especialmente importantes para la educación y para la sociedad.
Respecto a los fundamentos del OpenLab, el director del Parque los relacionó con los tres pilares de la educación, a saber, confianza, motivación y conocimiento. Confianza en lo que se hace y en nuestras propias capacidades. Motivación, pues sin motivación no hay nada. Si tenemos que aprender algo sin saber por qué, se hace muy difícil. Por ello, tener un reto, un objetivo, es fundamental para estar motivados y para saber para qué aprendemos. Y, por último, la metodología y el conocimiento. Cómo compartimos ese conocimiento. Si la educación no se basa en estos tres pilares, no será una verdadera educación, nos decía. Justamente estos son los fundamentos sobre los que se ha conformado el OpenLab, que, de esta forma se convierte en una especie de ecosistema y en un espacio colaborativo entre profesores, alumnos y sociedad.
Por tanto, el proyecto OpenLab del Parque de las Ciencias se enmarca en los modernos conceptos denominados espacios “makers”, que están en auge en todo el mundo, como herramientas interdisciplinares y de conocimiento abiertas al servicio de la ciudadanía, que agrupan los denominados ámbitos STEAM, de ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas; situando nuevamente al Parque de las Ciencias a la vanguardia de la innovación educativa y de la difusión de la ciencia. Tanto, que fue el propio Consejero de Educación el que anunció que si todo marchaba como esperaban, este proyecto se convertiría en el embrión de proyectos similares en toda Andalucía. Magnífica noticia y mejor logro, nuevamente, del Parque de las Ciencias de Granada, que vuelve a conseguir no dejar indiferente a nadie, independientemente de su posición y de su tendencia ideológica.
A lo largo del tiempo que llevamos estudiando con mayor profundidad la evolución de la actividad del Parque de las Ciencias de Granada, nos han surgido muchas interrogantes. La primera y más destacada era cómo había sido posible que en 25 años de historia hubiera conseguido tantos éxitos e impactos positivos en la sociedad. Nuestra opinión, así como la de otros colegas, es que se trata de un caso especial, digno de estudio en las Facultades y Escuelas de “management”. Lo más parecido que hemos encontrado en los estudios académicos han sido los trabajos de White y Lippitt, que fueron pioneros en investigar el liderazgo en la empresa. De los tres modelos de liderazgo conocidos como autoritarios, democráticos o de Laissez faire, sus investigaciones les conducían a realzar el modelo democrático, que se caracterizaba por ser el que, a largo plazo, proporcionaba mayor cantidad y calidad en el trabajo, así como mayor satisfacción del trabajador. En el caso del Parque de las Ciencias, creemos que ha sido esta forma de funcionamiento democrática, la que le ha hecho triunfar.
Pero también, su forma de funcionamiento democrática ha sido complementada con una modesta independencia administrativa y financiera, lo cual le ha permitido mantener cohesionado al equipo de dirección con su personal durante tanto tiempo. El ser conscientes de que su subsistencia dependía de lo que ellos hicieran y de los ingresos que generaran, fundamentalmente, los llevaba a una mayor responsabilidad y capacidad de sacrificio. Pero, también, porque eran conocedores de que los “beneficios” que generaban repercutían directamente en el propio Parque, para así poder realizar más y mejores proyectos, que volverían a repercutir de forma positiva en la ciudadanía. Bajo mi punto de vista, se trata de la simbiosis perfecta y armónica entre el concepto de servicio público y la gestión económica con métodos de empresa social. Preservar este sólido, a la vez que frágil, ecosistema social, creo que debería ser una prioridad absoluta de todos los miembros que componen el Consorcio del Parque de las Ciencias de Granada, si queremos que el mismo siga estando a la vanguardia de la innovación y la difusión de la Ciencia, como decía nuestra querida rectora de la Universidad de Granada.
En estos tiempos convulsos, es importante que los árboles del bosque no nos impidan ver las estrellas. El Parque de las Ciencias de Granada es una de esas instituciones que ha demostrado a lo largo del tiempo su valía y su utilidad social, por encima de intereses económicos o partidistas. Pero también, es ese lugar “mágico”, donde cada día se hacen realidad los sueños de cientos de ciudadanos de todas las condiciones y edades. Un verdadero laboratorio social. Un lugar de encuentro en el que se innova y aprende, y en donde se puede practicar el voluntariado de la forma más desinteresada posible.
Que nadie nos quite aquello que nos sigue despertando la curiosidad de cuando éramos niños y nos permite seguir soñando en un mundo mejor.

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