La FPAV se ha convertido en una auténtica bomba de relojería que, cada semana, nos sorprende con un enfrentamiento nuevo. Esto no es nuevo, no se produce porque sí, es el fiel reflejo de una historia reciente, de una historia que querer controlar todo, de querer tener a las barriadas enganchadas de cualquier forma para que digan el sí a todo lo que la gran institución quiere que se diga.
Las bonanzas de antes han dado paso a las tensiones actuales, que quedan escenificadas con revueltas como la que, desde hace meses, marca el movimiento vecinal.
Ayer sin ir más lejos, con motivo de la presentación de la UPAC (otro invento político para vender efectividad policial) se volvió a poner de manifiesto otra grieta más cuando algunos presidentes vecinales aparecieron, enojados, porque se les había avisado con diez minutos de antelación. Bel asumió que había existido descoordinación. Pero el griterío vecinal no se producía por esa excusa, ese griterío lleva gestándose desde que la política quiso extender demasiado sus tentáculos en todos los reductos que pudieran ser un vivero de votos y empezó, así, a meter las narices en las asociaciones de todo tipo, hasta en las religiosas vía subvención.
Mucho camino queda por allanar en este auténtico cisma que no se resuelve vendiendo falsedades o prometiendo acciones que, de llevarse a cabo, lo harán mal y tarde. El cisma vecinal puede dar pie a otro problema de mayor calado. Todo queda en la manera en que quiera la clase política de enterarse de lo que está pasando. Y grave lo es.
Es uno de los trabajos más complicados. Supone desandar un camino a ciegas, llegar a…
Drago ha dedicado toda su vida a la Guardia Civil. Fue formado para ser un…
La aprobación de la ley ELA ha sido una victoria para muchos que, tras años,…
Un mes más tarde del inicio del curso escolar, un total de siete técnicos en…
El Circuito Andaluz de Peñas Flamencas, enmarcado en la Federación Provincial de Peñas Flamencas de…
No es solo lo que se denuncia. De hecho, las estadísticas, como suele ser habitual,…