Reviviendo el gran mural

Se desconoce el año exacto, pero lo que sí se sabe es que el autor era toledano, que llegó a ser Académico de la Real de Bellas Artes y Ciencias Históricas de su ciudad natal y que realizó el servicio militar en el acuartelamiento donde se encontraba una de las obras más grandiosas en cuanto a extensión y sencillez de la ciudad autónoma.

Fue durante ese tiempo dentro del Regimiento de Infantería nº 54, cuando se le encomendó la tarea a Manuel Romero Carrión de realizar un trabajo  de importante valor simbólico que ha llegado a nuestros días casi de milagro. La restauradora Rocío Fuentes trabaja casi a contrarreloj en un proyecto faraónico que pretende devolver el alma a la parte recuperable de los más de medio centenar de metros cuadrados de obra completa que han podido salvarse.
“Es una pena que no se haya podido hacer nada por el resto porque se ha llegado tarde”, explica la restauradora. En agosto del pasado año se comenzaron a colocar los andamios en la sala más importante de la segunda planta del acuartelamiento para realizar la primera fase del proyecto: extraer la obra de la pared. Corrió a cargo de la Unión Temporal de Empresas Campus Ceuta y supuso cuatro meses de labor milimétrica siendo la parte más complicada de todo el proyecto. “Además de encuadrar cada corte, arrancarlo de la pared es bastante traumático pero se ha acompañado de una protección milimétrica”. Fue entonces cuando se trasladaron todas las piezas hasta un taller que Defensa ha cedido para la realización de los trabajos en el Acuartelamiento del Fisher donde cada día la restauradora se encierra durante horas para continuar la labor. Allí ya inició la restauración del reverso, en la que se invirtieron algo más de tres meses en otorgar un nuevo soporte a la obra basado en los paneles de aerolán que permitieron dar la vuelta a la pintura arrancada, quitarle las gasas de protección, la resina acrílica y el papel japonés y pasar a la fase de estucado y de relleno de lagunas “para conseguir una buena reintegración cromática”. Es la restauración del anverso la parte que requiere mayor minuciosidad. Fuentes eligió el puntillismo, una de las técnicas más complicadas, atendiendo a los resultados que pretendía obtener: mayor calidad visual para el espectador de la obra. “Es algo que la obra merece por su grandiosidad pese a que pueda parecer presuntuoso decirlo así”.
Presuntuoso o no, si todo sale según lo previsto, en otoño se culminará la restauración de una parte más del patrimonio de los ceutíes.

Las joyas del mural

El teniente Jacinto Ruiz Mendoza y Agustina de Aragón son los dos grandes protagonistas del mural, junto a una figura alada que podría representar la victoria de la batalla, aunque no hay nada preciso y el análisis responde a interpretaciones particulares de la restauradora. Para ella, sin duda, estas tres son piezas claves del trabajo ya que aúnan la importancia de la obra: una representación de escenas históricas de España y de Ceuta. El Teniente Ruiz, héroe del dos de mayo de 1808 y natural de Ceuta, en la fotografía de la derecha, es uno de los grandes personajes históricos de Ceuta. A su lado, Agustina de Aragón, heroína de los sucesos de Zaragoza y que falleció en Ceuta, siendo ambos parte del Regimiento Fijo de la ciudad para el que fue levantado uno de los acuartelamientos más importantes que existen y que ahora está en obras para albergar la futura universidad.  Han sido muchas las voces que han solicitado que no se dejaran perder unas pinturas, únicas por sus motivos locales y de gran valor documental y artístico. “La conservación de estas pinturas constituye una obligación patrimonial”, explicaba el cronista oficial de la ciudad, José Luis Gómez Barceló en un estudio que realizó sobre las mismas, poco después de que se cerrara el cuartel tras abandonarlo Ingenieros a la espera de la decisión que se tomaría con el edificio.Casi quince años después del cierre de sus puestos, la Ciudad se afana en la reconstrucción del lugar y en la recuperación de una obra pictórica de la que aún no se sabe el destino.

Figuras en trazos simples

Casi a tamaño natural, la grandiosidad del puzzle que poco a poco va tomando forma a medida que avanzan los trabajos no escapa al asombro de nadie. La calidad de las pinturas muestra al autor como un genio del trazo que a partir de la sencillez logra la grandiosidad y que las propias figuras no dejen a nadie que las observa indiferente. En la imagen, la restauradora muestra una de las manos de la figura central, una mujer alada que pudiera representar la victoria en la batalla, al lado de su propia mano. Esta figura aparece rodeada de figuras alegóricas al Ejército y sus trabajos.
Uno de los murales que se ha perdido reflejaba alegorías a España y los conquistadores, mientras que el que quizá tenga más valor por representar al Teniente Ruiz y a Agustina de Aragón, es uno de los que ha podido recuperarse. Entre ambos, una representación del escudo y lema del Regimiento Fijo de Ceuta presidían la sala en la que se encontraban en uno de los acuartelamientos más importantes de la ciudad a donde pretende devolverse posteriormente la obra pero cuyo destino final aún se desconoce tal y como explica la responsable del proyecto.

Un total de 57 piezas para el puzzle

Un mapa de los cortes perfectamente estructurado guía el hilo conductor de un trabajo que poco a poco va tomando forma. La responsable del proyecto estima que todo esté listo en otoño poniéndose fin a más de un año de labor no exenta de complicaciones. Lo ideal sería poder haber recuperado también el tercer mural, ya muy deteriorado y del que no queda nada ya que al iniciarse las obras la pared que lo sustentaba se vino abajo. Aún así, la humedad y el paso el tiempo hacían prácticamente imposible realizar una lectura visual correcta. En apenas dos décadas, los daños ocasionados a raíz del abandono han sido notables y su recuperación, al menos en parte, era obligada.

“Una obra de arte es como un ser vivo”

Rocío Fuentes García, es ceutí y se licenció en Historia del Arte en la Universidad de Granada obteniendo además el título superior en Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Entre sus trabajos en Ceuta destacan el Colofón de San Amaro, una escultura de los hermanos Nicoli de finales del XIX conocida por todos los ceutíes y el busto del Teniente Ruiz, de los mismos autores, donde fue necesario un arreglo de la restauración anterior. La actual, es la obra que más trabajo le está costando por la dimensión que tiene y por lo problemático de extracción y recuperación de la pintura mural, una de las partes más complicadas “e incluso traumática en lo referente a obras de arte ya que practicar esta técnica supone quitar una obra de arte de su lugar originario”. Habla con pasión de su labor a pesar de tener partes como la de “arrancarle su soporte natural y ponerle otro”.  Se considera un simple medio para ayudar a las obras a sobrevivir a lo largo del tiempo para que sigan siendo patrimonio de las civilizaciones y defiende que una obra de arte es como un ser vivo al que hay que cuidar.