Opinión

Retos para nuestra directora general

La provisionalidad del gobierno creaba incertidumbre en los guardias civiles, porque no son pocas las cuestiones que deben abordarse para mejorar las condiciones laborales, económicas y sociales de los agentes, pero también para mejorar el servicio que prestamos a los ciudadanos. Cuestiones que no podíamos plantear hasta conocer a los responsables del Ministerio del Interior y de la Dirección General de la Guardia Civil.
El flamante ministro del Interior y nuestra directora general deben tener como prioridad el abono del tercer tramo del acuerdo de equiparación salarial firmado con los sindicatos de policías y las asociaciones profesionales de guardias civiles. Un compromiso que cuenta con el respaldo de la mayoría de los grupos políticos y, por tanto, no existe ningún obstáculo que impida reunir a la comisión del acuerdo para cerrar lo que corresponde a cada grupo. Sin embargo, como le hemos trasladado desde AEGC, nuestro objetivo irrenunciable es la equiparación real, entre otras cosas, la reclasificación de los guardias civiles al Grupo B, porque sólo así se conseguirá una equiparación real y efectiva.
Existen cambios que no necesitan aumentos de partidas presupuestarias, pero sí de una mejor y justa regulación de conceptos retributivos, porque no son pocos los compañeros que se jubilan sin percibirlos. El reparto justo y equitativo de la PRODUCTIVIDAD debe regularse a la mayor brevedad, porque se aleja de los principios de los que deben regirse, sobre todo, cuando el 10% de la equiparación salarial se percibirá en dicho concepto retributivo y, por tanto, la actual forma de distribución además de ser injusta es ineficaz y arbitraria.
Desde AEGC llevamos años reivindicando derechos que tienen consolidados los funcionarios de la Administración pública, incluidos los compañeros del Cuerpo Nacional de Policía. El derecho a una jornada laboral en la que se implanten turnos de servicios para poder conciliar la vida familiar y laboral es una medida que se nos viene negando desde la Dirección General de la Guardia Civil a pesar de existir grupos de trabajo para ello. Resulta paradójico que en otros estamentos de la Administración no existan inconvenientes para su aplicación, mientras que en la Guardia Civil se eterniza la implantación argumentando problemas de gestión; argumentos que no se sostienen. Una turnicidad que debe ir acompañada con el abono de las horas nocturnas, festivas y sobreesfuerzos como a todos los funcionarios públicos.
Es necesario destacar varias reivindicaciones que necesitan de un diálogo sincero y objetivo con las asociaciones profesionales porque los tiempos cambian. AEGC lleva años abanderando la necesidad de democratizar la Asociación Pro-huérfanos de la Guardia Civil. Una asociación que se nutre de las aportaciones mensuales de todos los guardias civiles, pero sus asociados no pueden elegir a sus representantes. Una gestión impropia de un país democrático por mucho que los estatutos de Pro-huérfanos posibiliten una gestión alejada de la realidad política y social de nuestro país. Ante esta incongruencia AEGC espera que la nueva cúpula del Ministerio del Interior deje abrir PRO-HUÉRFANOS a sus asociados y, por supuesto, adaptarla a la realidad de nuestro país. Tampoco podemos olvidar la necesidad de reorganizar el servicio que la Guardia Civil presta en miles de pequeños pueblos. Miles de guardias que viven con sus familias en entornos con muy pocos servicios públicos que deberían ser recompensados para que estos municipios no pierdan guardias civiles por traslado a otras ciudades. La Guardia Civil nació como policía rural y, desde esta perspectiva, las asociaciones profesionales deben luchar para que sus componentes se integren en esos pequeños pueblos.
El nuevo equipo de Interior tiene por delante un trabajo arduo pero apasionante porque del mismo depende la seguridad de millones de ciudadanos y la calidad de vida de miles de guardias civiles y sus familias. El Consejo de la Guardia Civil debe servir para poner en marcha iniciativas que faciliten estos cambios tan necesarios, pero para ello se necesita un equipo valiente, que sepa escuchar para realizarlos; cambios que sirvan para mejorar el servicio que la Guardia Civil da a la sociedad; para mejorar la Guardia Civil y la vida de los guardias civiles. Esas deben ser las premisas. Merece la pena el esfuerzo.

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