Aunque todavía su nombre siga sonando a la fruta tropical y no esté en la cultura musical de muchos, el grupo ‘Papaya’ surgió cuando Yanara Espinoza decidió hacer su proyecto personal al margen de la banda Violeta Vil para pasar de sonidos más oscuros a la luminosidad de algunas de sus influencias más tempranas. Después de publicar varios singles, el álbum ‘No me quiero enamorar’ les está llevando en una gira de presentación que el sábado recala en ‘La Sala’ gracias a la Fundación Premio Convivencia y al Instituto Cervantes de Tetuán. El concierto comenzará a las 23.00 horas y las entradas ya pueden adquirirse por 7 euros, que serán 10 en taquilla.
En muy poco tiempo ‘Papaya’ pasó de ser una brillante promesa, con un single de vinilo de debut y su inesperada actuación en el Festival de Benicassim (FIB), a uno de los grupos emergentes del año, tras la publicación de ‘No me quiero enamorar’, su primer álbum. Una fulgurante aparición refrendada con una docena de conciertos y un disco reconocido entre los mejores de aquel año por la crítica especializada, que les pusieron en boca de todo el mundo, para ser acreedores al título de grupo revelación del pasado año y una deslumbrante realidad en 2016.
Un año en el que no han parado de presentar el álbum por toda España, destacando su paso por festivales de renombre como Contempopranea, Sonorama Ribera, Santander Music Festival, Tomavistas, South Pop Festival y Autoplacer, entre otros, y han obtenido el reconocimiento con premios del prestigio de ‘El Ojo Crítico’ de Música Moderna 2016 o el de grupo revelación nacional en los XI ‘Premios Pop-Eye’.
Su disco, que no sólo tiene el desparpajo y la osadía que se espera de un grupo nuevo con ganas de romper moldes, es además una deslumbrante demostración de las posibilidades compositivas de su autora y de la camaleónica personalidad de Espinoza. Su estilo, además de tener como claros referentes el pop de los ochenta, en especial, el latinoamericano, la new wave, la música beat de los sesenta, los ritmos exóticos y los arreglos orquestales de guateque, destaca fundamentalmente por ser elegante y sensual, jugando constantemente a la seducción y en el que cada canción es un encuentro, en un bar, en una cena, en una fiesta, en la calle, un cruce de miradas, un guiño, una sonrisa de soslayo. ‘No me quiero enamorar’ es un trabajo en el que no hay ataduras de ningún tipo ni en el objeto del deseo en las letras, con la ambigüedad siempre presente ni en la música.
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