No siempre que la sociedad atraviesa una crisis, los ciudadanos salen reforzada de ella. La crisis que ahora atravesamos no sólo nos está dejando sin blanca, también nos está dejando sin libertades, ni valores éticos, o referentes morales.
La crisis que vivimos no es solo fruto de los balances contables. Los propios números son víctimas de la mutación de valores que occidente se ha autoimpuesto, al ignorar toda la historia que nos permitió erigirnos como una civilización, y cambiar sacrificio por hedonismo, humanidad por individuo, y verdad por relativismo.
Todo este cambio tiene mucho que ver con la pérdida de religiosidad que está sufriendo nuestra sociedad, que lleva asociada mayoritariamente, la pérdida de referentes morales, la aparición de sectores religiosos que se radicalizan y falsean sus creencias ante la amenaza constante de una ideología anti-religiosa, y el florecimiento de religiones a la medida o sincretistas que se amoldan a las corrientes de moda… si Santo Toribio levantase la cabeza.
Ninguna de las religiones que profesamos mayoritariamente en Ceuta han hecho más daño al hombre que el que él mismo se ha querido infligir, por lo que demonizar o intentar ocultar lo que estas pueden aportarnos día a día es olvidar todo lo bueno que nos han dado y nos pueden seguir dando.
Lo curioso es que pese a que la humanidad es mayoritariamente religiosa, según el estudio del Pew Research Center, tres cuartos de los 7000 millones de habitantes del Mundo, residen en países con grandes restricciones gubernamentales religiosas, o grandes hostilidades relacionadas con la religión, y lo peor es que estas cifras indican un aumento del 5% respecto al año anterior. La crisis está sirviendo como un liberticida de todo aquello que puede combatirla.
Ninguno de los países iberoamericanos u occidentales se situaron con niveles muy altos de restricción gubernamental u hostilidad social; y sin embargo 6 países aparecieron en ambas listas: Afganistán, Egipto, Indonesia, Rusia, Arabia Saudita y Yemen, sin contar con Corea del Norte cuyo hermetismo impidió la medida de parámetros. Desafortunadamente, era de esperar que, Pakistán, India, Israel y los territorios palestinos fuesen lugares considerados con hostilidades sociales muy altas, como acoso o violencia en masa.
El informe afirma que "la creciente oleada de restricciones es atribuible a una variedad de factores, incluyendo el aumento de los delitos, actos maliciosos y violencia motivada por odio religioso y prejuicios, así como por un aumento de la interferencia gubernamental con la oración y otras prácticas religiosas". A ver cuando aprenderemos que cuando el gobierno se inmiscuye en asuntos de religión, y la religión en asuntos de gobierno, mal nos irán las cosas… “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.