La educación como pilar para enseñar y atender la diversidad. El proyecto ‘Un botiquín para mi ciudad’, la asociación Elín, GriGri y la UGR se han unido para impulsar tres jornadas de convivencia con residentes en el CETI de Ceuta en las aulas de la institución académica.
Este martes ha arrancado el primer encuentro, en el que tan solo en cuestión de minutos se ha logrado crear un ambiente distendido y amable. Un espacio idóneo para transmitir seguridad a los huéspedes que, sonrientes, han conversado con el resto de participantes. Estudiantes del máster de Secundaria se han reunido con este grupo de jóvenes para conocer sus historias y sus países.
Hay múltiples propósitos tras esta atípica clase. La integración es uno de los principales junto con la práctica del español. Por otro lado, la intención es, una vez finalizados los contactos y actividades, la creación de unas guías didácticas para atender a la diversidad destinadas a docentes de institutos. Esta iniciativa se enmarca dentro de la optativa Atención a la Diversidad y Multiculturalidad del citado máster.
El aula dos se ha convertido en una burbuja internacional donde la integración es la gran protagonista. Alejandra, Jimena, Ahmed, Mohamed o Salah son algunos de los nombres que han salido a la palestra durante el encuentro. Todos ellos con una historia detrás y con motivos para residir en Ceuta. Los jóvenes de la ciudad o de zonas como Andalucía han tenido en común un vínculo con la ciudad por estudios o por nacimiento. Los chicos del CETI, en cambio, han coincidido en la búsqueda de un futuro con más oportunidades.
Detrás de las puertas de este rincón del Campus de Ceuta se ha conformado un puzzle lleno de lugares del mundo, desde Italia o Perú hasta Gambia, Mali o Marruecos. “Busco la paz y la seguridad que no tengo en mi país”, ha revelado Salah, que llegó a España desde Argelia. “Quiero una vida tranquila”, ha expresado otro de los asistentes que, tras dejar atrás su Gambia natal, busca aguas en calma y trabajo.
Todos tienen ganas de emprender un camino nuevo y partir de cero. La asociación Elín sirve de guía a estos chicos para conocer el idioma “que les permite abrirse puertas”, explicó Ramsés Azumik, voluntario de la entidad. A su vez, les ayudan a conocer sus derechos para que tengan voz y voto, así como a “afrontar los retos que se pueden encontrar en la Península”.
La clase ha comenzado con la presentación de cada uno de los participantes, por qué están en Ceuta y qué les gusta de su país de origen. “Qué suerte encontrarme contigo hermano, qué suerte encontrarme contigo amigo”. Así, al unísono, todos han cantado esta pequeña canción al ritmo de la guitarra y percusión antes de realizar más ejercicios en grupos.
Una jornada de convivencia que, más allá de las risas y la charla tranquila, busca, de algún modo, abanderarse de la educación para atender a la diversidad.
La iniciativa ha empezado este martes, pero quedan por delante dos jornadas más. Se trata de generar lazos y de trabajar codo con codo para entender mejor la diversidad.
Los alumnos del máster de Secundaria pretenden a través del contacto directo y de otras fuentes obtener información valiosa para su propio aprendizaje y, también, para otros estudiantes de institutos. La finalidad es crear guías audiovisuales para los docentes de estos centros con las que enseñar sobre diversidad en clase.
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