El pasado 27 de julio, Salvamento Marítimo comunicaba el rescate de tres inmigrantes a bordo de un kayak. Habían salido de aguas marroquíes y, en mitad de la travesía, la mujer de uno de ellos -española residente en la Península- tuvo que avisar a Tarifa Tráfico después de que su marido -marroquí, padre de su hijo y a quien no se le renovó la residencia- le llamara para advertirle que estaban perdidos en el mar y que uno de los ocupantes estaba en muy malas condiciones.
Eran tres marroquíes -no subsaharianos como informó Tarifa Tráfico- y nada más pisar el muelle de España se les hizo un expediente de devolución y fueron entregados a Marruecos, que los admitió. Una situación que no es muy común pero que se está repitiendo en contados casos, tal y como confirmó la Delegación del Gobierno en Ceuta. Este sería uno de ellos.
En Martil se encuentra Souad, quien denuncia en una entrevista con El Faro de Ceuta cómo se lo llevaron junto a sus dos compañeros a la frontera sin hacerle la prueba del covid, sin guardar cuarentena en las naves y sin las pertenencias que mantuvo a salvo durante su travesía y que un agente terminó depositando en la basura (ropa, documentos y algo de dinero).
Critica que “no se cumplió el protocolo” y que lo suyo fue una “expulsión en caliente”. Su meta era reunirse con su mujer en la Península, después que se le expulsara de territorio nacional al tener caducado el permiso de residencia. Compró un kayak al que se subieron otros dos marroquíes que no conocía para cruzar el Estrecho y llegar de nuevo a la Península con ánimo de reunirse con su mujer y su hijo. Uno de estos tres ocupantes empezó a encontrarse mal y sin fuerzas dejó de remar. Souad dice que él no podía remar solo: “Mi compañero no hablaba, ni se despertaba, primero era salvarle porque no reaccionaba antes que seguir en el mar”, explica. Fue su propia mujer, a la que avisó por teléfono, la que alertó a Tarifa Tráfico, enviando la posición de la embarcación. “Estábamos perdidos en el mar, no sabíamos qué hacer”. Salvamento, que buscaba también a dos hermanos desaparecidos, dio con ellos y los trasladó al muelle de España cuando “estábamos ya en mitad del Estrecho”, explica.
Cuando llegó a Ceuta pensaba que su destino sería las naves. Entregó todo lo que portaba: su carné de conducir español, sus tarjetas. Al tomarle los datos figuró su orden de expulsión hasta 2024. Destaca que no les dejaron que se les hiciera la prueba del covid, trasladándoles directamente a la frontera. “Fuimos del agua al Tarajal”, denuncia. “No tenía ni derecho a hablar”.
Ahora no sabe dónde está los otros dos compañeros de travesía porque los conoció solo para la salida. Él permanece en Martil aunque insiste en que en Marruecos no le queda familia, a la espera de encontrarse con su mujer quien se suma a la crítica porque todo lo que portaba su esposo desapareció y porque el trato no considera que fuera el adecuado. En cuestión de horas pasó del kayak a la Salvamar y de la Salvamar a la frontera, dejando como muestra de su periplo unos vídeos a los que se aferra para constatar que aquello fue real.
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