Categorías: Sucesos y Seguridad

Rescatados otros 23 inmigrantes en la primera entrada de agosto

El cierre de las luces de la feria trajo ayer consigo la primera entrada de inmigrantes del mes. A las siete de la mañana un grupo de 15 subsaharianos era rescatado por la Guardia Civil después de bordear el espigón del Tarajal. Mientras el Servicio Marítimo efectuaba las labores de traslado, ya la Cruz Roja esperaba en el puerto deportivo para prestar las primeras asistencias básicas, sin que fuera necesario el traslado de inmigrante alguno al Hospital Universitario. Poco después, a las tres de la tarde, llegaría una balsa con otros 6 subsaharianos a bordo, rescatados esta vez en el Tarajal por la propia Benemérita. Y ya para cerrar la jornada eran rescatados dos argelinos después de que permanecieran todo el día en el mar, perdidos y desorientados. Manifestaron haber salido al amanecer, pero hasta las ocho y media de la tarde no se les localizó. Habían iniciado de esta manera el mes sagrado, emprendiendo un camino hacia la península. De no haber sido detectados por la Benemérita, podrían haber naufragado. Uno de los argelinos se encargaba de guiar al otro, cada uno desde su balsa.
Empieza así el mes en el que la fiesta del Ramadán genera cierto temor entre las fuerzas de seguridad españolas, al considerar que podría haber un control menos efectivo al otro lado del Tarajal. Ahora toca esperar el modo en que se desarrolla una nueva etapa migratoria después de dos meses en los que las entradas han ido en aumento: de las 123 que marcaron el mes de junio hasta las poco más de 300 con que se ha cerrado julio. Cifras todas ellas que se corresponden con entradas por vía marítima y que no cuentan los pases, más aislados, de subsaharianos que alcanzan Ceuta de otra manera: saltando la valla u ocultos en dobles fondos de vehículos.
El CETI, mientras, responde bien a la presión registrada, impidiendo por varias vías que se supere el tope de 700 personas a las que puede atender. ¿Qué pasaría si así fuera? La Vicaría mantiene el ofrecimiento del centro de San Antonio en el que se puede dar cabida a unas 40 personas, estando preparado precisamente para esta atención extraordinaria desde que se inaugurara en el año 2006. Copando espacios comunes, la vida en el centro del Jaral intenta amoldarse a esta nueva situación, que mantiene la etiqueta de controlada gracias a las salidas ordenadas por el Ministerio de Interior de varios grupos a los CIEs peninsulares.
A los recién llegados se les busca su módulo. Desde el pasado viernes en una de las habitaciones del Jaral descansa, junto a otros compañeros, el jamaicano Sean Marley. Él protagonizó la anécdota del pasado fin de semana, después de que la Benemérita le filiara con un nacimiento poco común entre el resto de inmigrantes. ‘Sean Marley, 21 años, nacido en Jamaica’, reza la nota interna emitida por la Guardia Civil. Como el mítico compositor y músico jamaicano, Marley comparte apellido y rastas, aunque su historia ha ido por caminos bien distintos. La historia migratoria del jamaicano Sean comienza en Zimbawe, lugar de donde era oriunda su madre. Allí se lo llevó después de que su padre, jamaicano, falleciera. Su vida en Jamaica terminó cuando a los poco más de tres años su madre decidió dejar las tierras del marido para asentarse con su familia en su África subsahariana.
Con la muerte de la progenitora, de cáncer de mama, Marley buscó en el periplo migratorio una salida. En un inglés perfecto, Marley asegura que permaneció un año en Marruecos antes de alcanzar lo que él llama “la libertad”. La vida allí no era fácil: sin comida, sin dinero... la salida era clara y se llamaba Ceuta. Así que Marley tardó más o menos un mes en conseguir su entrada en la ciudad. Un tiempo récord, comparado con las historias de otros inmigrantes.
Su vida en los montes de Castillejos fue complicada, como la del resto de inmigrantes que se ocultan de las redadas de la policía marroquí intentando llegar con éxito a la ‘tierra del camión’, de sobras conocida en el pequeño bosque, el de Castillejos, y el gran bosque, el de Beliones.
“Salimos a las 3.30 de la mañana, pasadas unas horas uno de los inmigrantes llamó al rescate”, explica Marley. Así fueron rescatados por la Guardia Civil, en la segunda de las salidas que el Servicio Marítimo tuvo que llevar a cabo el pasado fin de semana. Marley espera ahora una vida mejor, espera alcanzar la libertad y tener un trabajo. Tras de sí arrastra una vida de estudios, a sus 21 años quiere ser útil, trabajar y sentirse libre. No más que el resto de compatriotas que eligen la vía marítima para llegar a Ceuta. Es el destino.
Precisamente la canción Redemption song, de Bob Marley habla de esa libertad, la que este inmigrante, ahora, dice querer alcanzar:
“Por que no ayudas a cantar, estas canciones de libertad. Porque es todo lo que tengo, canciones redentoras. Todo lo que tengo, canciones redentoras. Estas canciones de libertad, canciones de libertad”.

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