Todos se encuentran ya en el CETI, formando parte de los casi 500 clandestinos que acoge a fecha de hoy el centro del Jaral.
La Guardia Civil relaciona las entradas que se han registrado en los últimos días con las condiciones climatológicas adversas. Sobre todo en el caso de la valla. Las lluvias y el viento han provocado que los controles en el perímetro no fueran tan ajustados, sobre todo debido a la gran cantidad de alarmas que sonaron las últimas madrugadas por efecto del mal tiempo lo que consiguió despistar a las fuerzas de seguridad.
De hecho los inmigrantes que saltaron la valla lo hicieron aprovechando madrugadas de lluvia, escondiéndose después para no ser descubiertos por la Guardia Civil hasta la mañana evitando que fueran, al momento, expulsados a través del propio perímetro como ocurrió en uno de los casos a pesar de que el subsahariano en cuestión estaba repleto de heridas. En un punto de la valla se ha descubierto además la práctica de un sabotaje ya que se forzó una de las puertas del vallado, tal y como pudo comprobar la propia Benemérita.
En los últimos días se han detectado además acercamientos de grupos de inmigrantes al perímetro sin que hayan podido saltar ante la presencia de gendarmes marroquíes que han aumentado los controles.
Presión sobre los campamentos
Algunos de los inmigrantes que han entrado en los últimos días se encuentran bastante castigados físicamente debido a las penurias que están sufriendo en los montes de Beliones. El acoso por parte de los agentes marroquíes es tal que se ven obligados a almacenar comida cuando se atreven a salir para comprar algo, aguantando de esta forma escondidos en zonas separadas y reunidos por nacionalidades. En su blog de periodismo humano, Helena Maleno ha sacado a la luz la muerte incluso de un inmigrante que exhausto y sin fuerzas ni alimentos no pudo aguantar más tiempo en los montes. La Benemérita estima la presencia de unas sesenta personas en los montes.