Cómo expresar tanto dolor? ¿Cómo aliviar las penas que dejan mis ojos? Ispisúa abandona España. En mi último viaje a Madrid para la reunión del Comité de Personas con Enfermedad Mental me propusieron para la entrega de unos premios nacionales sobre postales navideñas, y yo, encantado. El caso es que este certamen estaba patrocinado por los Laboratorios Jansen (no sé si norteamericanos). Tras las palabras de nuestro presidente, una dispuesta relaciones del gabinete de comunicación de Jansen España esbozó un discurso protocolario, y lanzó una cifra que retumbó en mis oídos: Laboratorios Jansen dedica 20 millones de euros ¡al día! a proyectos de investigación. Quizá en la seguridad de que una patente amortice el dinero utilizado. Me caí del caballo; me quité la venda de los ojos.
Dicen del sistema de España que su modelo productivo es asimétrico e insostenible, y que la clave de nuestra recuperación pasa por un severo equilibrado.
Entonces, por caridad, ¿puede alguien explicarme cómo se cambia el modelo productivo de un país sin invertir en innovación y desarrollo?
El círculo vicioso que se establece es letal: a menos inversión menos posibilidad de incrementar nuestro dinero; y a menos de éste menos inversión en desarrollo.
Ahora, sería de oportunos y bienhablados, fomentar una moratoria en el pago de los famosos intereses de la deuda con Europa, para organizarnos un poco y poder competir en igualdad, como caballeros. Aunque soy pesimista; está visto que Europa no mira por nuestra debilidad; parece ser que España es una tablilla de Excel donde figuran los vencimientos de las obligaciones, y poco más. Europa me recuerda al frío.
Y en el corazón, todos aquellos jóvenes que se aventuran a estudiar carreras como física, química, farmacia o geología, guiados por el amor al saber y a la investigación, aún sabiendo la dificultad de terminar siendo un agraciado. ¿Quién estudiará sin horizonte ni trayectoria?
En fin, o reescribimos ya nuestra identidad como gente emprendedora e inteligente o quedaremos para servir botellines de agua a los turistas alemanes, para los restos.
Es mi opinión que venimos a la vida para aprender. El sistema es un juego para conseguir unos mínimos vitales que nos permitan desarrollar ese fin mayor que el aprendizaje. Lejos de ahí la codicia vuelve a los ojos, y el camino se muestra cenagoso e intransitable. En el universo de las posibilidades sólo hay un supuesto para que la idea de Europa vea la luz: que los poderosos antepongan el bien común al suyo propio. ¿Se da esta circunstancia?
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