Pensar en arquitectura es pensar en crear. Hacer arquitectura es inventar; proyectar elementos, edificios o ciudades.
Y estos, además, deben tener algo en común y por encima de otras creaciones: deben ser útiles y bellos para el humano.
Tienen que tener una utilidad y una razón de ser presente, pero sobre todo, futura.
Las creaciones arquitectónicas, afortunadamente, deben perseverar varias décadas, e incluso siglos. Y sus razones de ser iniciales, quizás, poco tendrán que ver cuando transcurran decenas de años: los cambios no pasan en balde ni para los edificios, ni para las ciudades.
Nadie podrá negar que, hoy, el mundo está viviendo cambios. Rápidos y profundos. A nivel global, y por ende, a nivel local. Somos protagonistas de una fase intensa de la historia. La sociedad está sumida en un proceso transformador del que sólo conocemos el punto de inicio, pero no sabemos a dónde vamos a llegar, y quiénes vamos a ser cuando los sucesos desaceleren, y se asienten.
Y nuestras ciudades, en concreto, se están (o deberían estar) preparándose para afrontar, no sólo las exigencias normativas, (impulsoras y, a la vez, consecuencias de estos episodios transformadores) sino la preferencia, y el deseo, de los ciudadanos por modelar sus ciudades.
La ciudad de los próximos años se antoja más humana, más verde y natural, más amable, más moderna y digitalizada, menos ruidosa y menos acelerada. Y para que esto sea posible, las instituciones que gobiernan tienen la obligación de diseñar, en representación de sus habitantes, y planificar las infraestructuras para que esto ocurra más pronto que tarde.
Haga el lector un sencillo ejercicio. Pare un momento la lectura. E intente imaginar cómo cree que será Ceuta en el 2070, por ejemplo. ¿Cómo será Ceuta, y qué puede tener como elemento diferenciador con respecto a otras ciudades?
Ceuta, ahora, está en un momento en el que la reflexión para la búsqueda de identidad propia, se va a solapar, irremediablemente, con la ejecución, sin más dilación, de estas acciones para transformar la ciudad.
Es decir, vamos a implantar hoy medidas impuestas de organismos europeos aun cuando nadie podría decir cómo será Ceuta dentro de 50 años.
"Ceuta, ahora, está en un momento en el que la reflexión para la búsqueda de identidad propia, se va a solapar, irremediablemente, con la ejecución, sin más dilación, de estas acciones para transformar la ciudad"
Cuán fácil le estaría resultando para los gestores de los fondos (sean cuales fueren) saber cómo sería la ciudad del futuro para saber en "qué cesto colocar las manzanas".
Y aún hoy, aunque estemos dando respuesta a la incipiente legislación, debemos demandar una reflexión profunda para abordar un plan y una imagen definida de la Ceuta del futuro.
La planificación de las ciudades se debe abordar desde una óptica compleja y poliédrica, tanto como la propia naturaleza de las mismas.
La falta de suelo, que nos obligaría a ganar terrenos al mar; la repercusión de las afectaciones sectoriales sobre el territorio, que su incidencia gana peso -y nos pesa- por el tamaño reducido de la superficie de Ceuta; la propia planificación del territorio, destacando la relación puerto-ciudad; el planeamiento urbano, poniendo al PGOU como elemento destacado, el cual todos desearíamos que fuera más fluido, si la norma legal que nos afecta se adaptara a la idiosincrasia de nuestra ciudad, y que cada día que pasa sin su aprobación, más lastra la recuperación económica actual, y el drama laboral aumenta, y las energías renovables, visto como posibilidad real para descarbonizar Ceuta, y ser totalmente independientes energéticamente.
Pese a todo lo dicho, y volviendo a poner en valor el carácter propositivo y creador de la arquitectura, como elemento transformador de las ciudades y sus habitantes, es en ella donde, debemos apoyarnos, y donde podemos encontrar las herramientas para repensar Ceuta.
Y con ello, para darle la bienvenida y celebrar la I Semana de la Arquitectura en Ceuta, nuestro deseo, desde el COACE es, no sólo situarla en el calendario, por medio de actividades y debates que tornen alrededor de ella, si no que esas actividades y esos debates se extiendan al día a día, como medio de trabajo ordinario, para plantear y proyectar de una manera decidida en la calidad de nuestro entorno. Que ello se convierta en el trabajo diario de sus habitantes, y de sus instituciones.
Feliz Día Mundial de la Arquitectura.