Una relación laboral basada en la confianza. Esa es la clave de muchas de las contrataciones de mujeres marroquíes que llevan a cabo familias de Ceuta. La clave de por qué se quiere específicamente a una persona concreta, siendo un motivo bien alejado de esos conceptos generalistas que tienden a hacerse de manera equivocada sobre este tipo de contratos.
No, no hay más interés que el simple hecho de querer recurrir a una persona de confianza en casa que, en muchos casos, tiene vinculaciones sentimentales con los contratadores que han pasado de generación en generación.
Aquello de “la señora y la muchacha” formó parte de una época ya superada.
Hay mujeres del norte de Marruecos cuyas madres trabajaban en los hogares a los que ellas acuden ahora. Esas madres cuidaban a las hijas, que son las que ahora les contratan a ellas. Es como una cadena generacional tejida entre fronteras en donde prevalece una relación laboral pero también de amistad compartiendo eventos familiares.
Cerca de 700 mujeres marroquíes están dadas de alta como empleadas domésticas en Ceuta, muchísimo menos de las que en su día, antes del cierre fronterizo, cruzaban el Tarajal.
Las nuevas contrataciones parece que tienen, al menos de momento, un obstáculo claro para continuar. Marruecos está poniendo problemas en la frontera al impedir la entrada de nuevas contratadas bajo el argumento de que es una orden de Rabat. Rechazan cualquier alusión a Ceuta en el visado que da el consulado.
Son ya varias las familias afectadas que, queriendo hacer una contratación no solo para el hogar sino para cualquier otro negocio, no han podido tramitarla hasta el final.
“La queremos contratar porque es como familia, la queremos por la confianza que nos da tenerla en nuestra casa. En nuestro caso la conocemos desde hace tiempo, a ella le hace falta el trabajo y a nosotros también ella, es un interés para todos”, explica una familia de Ceuta a la que se le ha impedido la contratación de una transfronteriza después de haber tramitado con una asesoría todos los documentos.
Ya dada de alta en la Seguridad Social, con las tasas abonadas y todo el papeleo cumplido, han visto cómo en el momento de cruzar para poner la huella en Extranjería y presentar el visado dado por el consulado no se le ha permitido la entrada por Tarajal.
Nadie en España da una explicación a este viraje que lleva produciéndose desde hace semanas, argumentando que son gestiones que realiza Marruecos en su país aunque las repercusiones afecten a ciudadanos de esta ciudad.
“Es la impotencia de no saber qué hacer porque nadie puede decirte nada, tampoco en el Consulado en donde dan el único visado que siempre han dado para cruzar a Ceuta y que ahora no sirve. Allí no tienen constancia de ningún cambio y no dan alternativas”, explican.
La orden, cursada desde Rabat, se tiene que cumplir en la frontera, en Bab Sebta. Los agentes tienen encomendado no dejar pasar.
En Ceuta ni la oficina de Extranjería ni la Policía Nacional han recibido alguna orden que evidencie esta situación y que lleve a cambiar los procedimientos que se están siguiendo hasta la fecha.
“Nos dicen que son las órdenes que da Rabat y que con visado que ponga Ceuta no se puede entrar”, recalcan afectados.
“Es una impotencia, todos son problemas y estamos con la indefensión de no saber qué hacer ni a dónde dirigirnos para preguntar”, añaden.
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