El camino hacia la frontera del Tarajal se está convirtiendo en el reflejo de algo insólito. Y es que a las devoluciones de siempre, a las que llevan a cabo las fuerzas de seguridad tanto de inmigrantes subsaharianos como marroquíes, se suman los regresos voluntarios de aquellos que hacen tan solo 48 horas arriesgaron sus vidas para entrar en Ceuta. Y ahora, esos hombres, mujeres y hasta niños (acompañados de adultos) se marchan a su tierra tras abrirse un camino paralelo y guiados por los militares que les indican el camino. Entraron por mar, salen andando. Y esto está ocurriendo con más claridad este miércoles cuando ya se superan las 5.000 devoluciones.
Niños vuelven junto a adultos que les acompañaron, muchos jóvenes también y mujeres. Algunas incluso con maletas, porque se presume que no son de estas entradas sino atrapados que aprovechan para salir. Marruecos está aceptando a todos, al igual que está impidiendo el acercamiento de más personas hacia Ceuta, salvo casos que consiguen burlar ese control y llegan por tierra o por mar a nuestra ciudad.
“España, España, adiós”, dice un joven que, con el pecho al aire, una gorra en la cabeza, un cigarro en la mano y una bolsa de plástico emprende ruta hacia su país. Y así muchos más. Es un tanto curioso lo acontecido, cómo estas mismas personas han accedido hace solo dos días y ahora vuelven. Algunos confiesan que en su país están mal, que pasan hambre y que cruzaron para encontrar, en este lado, un futuro más que improbable. A esto se suman devoluciones que suponen todo lo contrario: esas que han recibido las críticas de las oenegés porque se han efectuado ante la negativa de sus protagonistas, como sucedió con los subsaharianos devueltos a pie de playa este pasado martes, cuando algunos de ellos se desnudaron para evitar su entrega.
A pie de Tarajal decenas de medios de comunicación llegados de todos los puntos han convertido este espacio fronterizo en su lugar de trabajo. No solo hay nacionales y por supuesto locales, sino desplazados de otros países. Todos ellos han puesto el foco de atención en Ceuta, ante las entradas de miles de personas en un hecho calificado de histórico.
Mientras en las calles continúan otras tantas personas merodeando por la ciudad, los menores –en importante cantidad- van a ser trasladados a Piniers, el centro alternativo que se ha tenido que volver a abrir para rebajar la presión de tantos que terminaron siendo acogidos de urgencia en la nave del Tarajal. Por muchas barriadas y por el propio centro sigue apreciándose gran cantidad de personas que están durmiendo en la calle y a los que no se ha dado una solución rápida quizá en la confianza de que vayan a volver de manera voluntaria a su país.
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