Las restricciones en la frontera no están, ni mucho menos, cerca de convertirse en un pretérito. Tras un descanso con motivo del periodo navideño, ayer retomaban su actividad cargadas de su inseparable ‘mochila’ de acumulaciones de personas y vehículos que se daban cita en la zona fronteriza de Marruecos.
La jornada arrancaba sin sorpresas y con una crónica anunciada en la tarde del lunes, cuando cientos de vehículos comenzaban invadir los viales próximos al puente internacional en el país vecino y que antes del mediodía de ayer ya superaban los varios kilómetros de la carretera hacia Castillejos. Sin embargo, los coches de mercancías han retomado su actividad con cierta laxitud.
Las quejas desprendidas por las comunidades de los polígonos del Tarajal sobre el descenso en la afluencia de su principal fuente de ingresos, ‘los patera’, que se ha traducido durante el último mes en grandes pérdidas, ha llevado a un replanteamiento en su acceso.
Por ello desde ayer se levanta la mano a estos vehículos con un solo condicionante: tan solo podrán acceder aquellos ocupados unicamente por el conductor. De esta forma se ha establecido una cifra máxima de 800 diarios.
Pero ni con más benevolencia se consiguió mermar la enorme ‘caravana’ que se daba cita al otro lado de la frontera de Ceuta. Pasaron, sí, pero a cuentagotas. Un acceso que estuvo muy ralentizado desde primera hora de la mañana, que dejó un embolsamiento liviano y se saldó con una ocupación total de 500 ‘patera’. No corrieron la misma suerte las motos de mercancías, contra las que Delegación del Gobierno ha reabierto una batalla que parecía haber concluido.
Un nuevo bloqueo carente de más explicaciones por parte de la sede la plaza de los Reyes. De momento, no pasarán. Hasta cuándo, es la incógnita que alimenta la zozobra de los motoristas, que con esta cumplirán su tercera semana sin trabajar y que vuelve a despertar la tensión e indignación con Delegación. Los controles exhaustivos orientados a regular la entrada de personas volvieron a tener un efecto colateral directo en el país vecino, debido a la acumulación de cientos de personas que no se movieron de ese lugar.
Sin bien, la jornada no estuvo teñida por esa ya acostumbrada crispación de aquellos que pugnaban por llegar hasta Ceuta, las multitudes se sucedieron. Es el anuncio de la estela que dejó el pasado diciembre, caracterizado por las manifestaciones, bloqueos y avalanchas.
Frente a ello las autoridades nacionales continúan tajantes e inamovibles en su postura: tan solo cruzarán las personas con documentación o permiso de trabajo. Quizá no sea la medida definitiva y revierta en un futuro, a saber si cercano, pero lo innegable es que, de momento, ha sido el antidoto anti-avalanchas que ha devuelto algo de salud a una frontera predestinada a la muerte.
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