Recuperación del empleo

Ya hemos dicho que periódicamente se dan a conocer los datos del paro en España. Y que unos se obtienen de la Encuesta de Población Activa (EPA), que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), y otros, son los datos reales del paro registrado que ofrece el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). En una situación como la actual, sin precedentes registrados, conocer la evolución de esta variable es fundamental, pues nos da una radiografía bastante certera de la situación económica. Predecir lo que ocurrirá en el futuro inmediato, es bastante complejo, como ya hemos dicho y explicado en estas mismas páginas en artículos anteriores. Pero se intenta.

Así, aunque el último dato facilitado por la EPA en julio nos situaba en una tasa de paro del 15,33%, con una subida de 55.000 parados en el último trimestre, lo que hacía un total de desempleados de 3.368.000 personas; con los datos de paro registrado por el SEPE, nos situamos en 3.802.814, lo que supone solo un ligero aumento en 29.780 personas respecto al mes anterior (0,79%). Por sectores tenemos 187.342 desempleados en agricultura (13.253 parados menos respecto al mes anterior), 313.016 en industria (2981 más), 306.224 en construcción (7.983 más) y 2.670.601 en servicios (20.216 más que el mes anterior).

Por Comunidades Autónomas, las que más descienden en desempleo son Cantabria, Navarra, y Rioja. Aumentan nuevamente Madrid (curiosamente, su presidenta decía estos días en rueda de prensa que eran el motor de España), Murcia y la Ciudad Autónoma de Ceuta. Se incorporan a la lista de ligeros descensos en desempleo Andalucía, Asturias, Extremadura y Canarias, lo cual es buena señal.

En general la tendencia creciente en el aumento del desempleo que se produjo al inicio de la pandemia está cambiando, como se puede ver en las gráficas de su evolución, incorporando los últimos datos conocidos y difundidos por el SEPE a la serie histórica que estamos usando para nuestro estudio. Este cambio de tendencia se produjo en mayo de 2020 y se mantiene. La serie sigue con su forma de v invertida, que indicaría que el paro está volviendo a descender a nivel general y en casi todos los sectores. Destaca el descenso en el sector agrícola, manteniéndose casi invariable el sector servicios (lo cual es bastante significativo, al ser el más importante en nuestra economía), que se sitúa en una cifra de paro de 2.670.601 personas (solo 20.216 más que el mes anterior).

Lo que nosotros predecíamos en nuestras estimaciones estadísticas para el mes de agosto eran cifras muy parecidas en casi todos los sectores y en el total. Pero, además, nuestro modelo detectaba valores atípicos que alteraban la evolución de la serie histórica. Uno se producía en 2008, cuando estalló la crisis financiera internacional. Este valor atípico era del tipo denominado de cambio de nivel, pues supuso un cambio definitivo a peor en la evolución del desempleo en España. Los otros valores atípicos se producen en los meses de marzo y abril de 2020. El del mes de marzo era del tipo denominado innovacional, y su influencia en la evolución de la serie iba a depender de la estructura del modelo que se fuese estimando mes a mes. El del mes de abril era simplemente aditivo y afectaba solo a ese momento del tiempo. Se trataba del fuerte incremento del desempleo a consecuencia de nuestro confinamiento extremo. Esta circunstancia nos llevaba a la conclusión, entonces, de que las cifras de desempleo se irían estabilizando hasta que se produjera la desescalada total, por lo que los efectos finales no iban a ser tan devastadores como los que algunos vaticinaban (quizás de forma interesada) al comienzo de la pandemia. La realidad nos está dando la razón.

Pero también los datos anteriores avalan lo que en los informes de coyuntura laboral del sindicato CCOO se indica en el sentido de que el mercado laboral sigue recuperándose en agosto : “…Estos datos, unidos al menor volumen de contratación, que es mayoritariamente temporal, reflejan la menor actividad durante este verano respecto a veranos anteriores, lo que ha “inflado” menos este año las contrataciones de temporada y por tanto también los despidos al final de la temporada estival. Entre marzo y abril se perdió casi un millón de empleos y el paro aumentó en seiscientas mil personas, y más de tres millones de personas se vieron afectadas por un ERTE. Sin las medidas extraordinarias adoptadas por el Gobierno el daño en el tejido productivo y la destrucción de empleo habrían sido muy superiores, en un mercado de trabajo que todavía no se había recuperado de la anterior crisis y arrastraba graves desequilibrios (paro, precariedad, brechas de género) que corregir y mejorar,…En términos desestacionalizados el paro registrado baja en 34.371 personas en agosto.

El paro registrado cierra agosto en 3.802.814 personas, 557 mil más que en febrero, antes del coronavirus y 737 mil más que hace un año… “.

La conclusión de todo lo anterior es que, pese a los problemas ocasionados por la pandemia, las medidas de defensa de las empresas y de los trabajadores, como los ERTES, o el Ingreso Mínimo Vital, están haciendo su efecto y han permitido que en el momento en el que ha sido posible disminuir las restricciones de movili-dad, el empleo se recuperara en amplios sectores de la economía. Esto es lo que refleja la realidad y los mode-los estadísticos, que han captado los factores externos extraordinarios que han afectado a la actividad econó-mica, pero que no lo han hecho de una forma permanente, razón por la cual, en el momento en el que la realidad lo permite, las series vuelven a su situación original anterior a la pandemia.

Evidentemente, sigue habiendo algunos problemas, fundamentalmente de gestión, y las prestaciones no están llegando con la celeridad debida a todos los afectados. Aunque esto no debería ser excusa, no está de más recordar que durante años la tasa de reposición de los empleados públicos ha estado limitada a cero. Es decir, no era posible sustituir con nuevos empleados a los que se jubilaban o se ponían enfermos. Estas fueron algu-nas de las consecuencias más visibles de las políticas de austeridad impuestas por la Unión Europea y segui-das al pie de la letra por los gobiernos conservadores del Partido Popular en España. Y esta es la causa funda-mental de que falten empleados públicos en los Servicios Públicos de Empleo y en las Entidades Gestoras de la Seguridad Social, además de en la Enseñanza o la Sanidad, para poder atender la emergencia sanitaria en la que nos encontramos. Si además de esta circunstancia, algunos partidos políticos se dedican a seguir entorpe-ciendo la marcha normal de las instituciones, o la renovación de nuestras cuentas públicas, la situación podría empeorar aún más.

A pesar de todo, y quizás por mi tendencia natural al optimismo y a confiar en el ser humano, creo que saldremos también de esta situación y, finalmente, quedarán atendidas todas las necesidades de los más desfa-vorecidos. Los datos reales nos están confirmando las predicciones de los modelos estadísticos y, por tanto, estaríamos confirmando científicamente que la actuación de este gobierno progresista de coalición, pese a todos sus fallos, ha logrado frenar uno de los efectos más letales de esta pandemia, a saber, la paralización y hundimiento de nuestra economía.

El acuerdo alcanzado por los agentes sociales sobre la prórroga de los ERTES y otros as-pectos de las relaciones laborales, y el ofrecimiento de acuerdo por parte de algunos disiden-tes del nacionalismo catalán del huido Puigdemont, además del empeño demostrado del Gobierno de España en sumar, aunque para ello se tenga que ceder en algo, parece que está dando luz a un camino difícil. Esto permitirá, finalmente, llegar al acuerdo presupuestario que todos necesitamos y a mostrar de forma palmaria quienes son y dónde están los auténti-cos enemigos de España.